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Marvin Gómez Guerrero

Siria, fracaso de la diplomacia

Siria es la ruta comercial más cercana, corta y segura para Estados Unidos de América y la Federación Rusa para trasladar petróleo y gas butano de Arabia Saudita, su mayor productor mundial, constituyéndose en el territorio de tránsito al Mar Mediterráneo y Turquía para su distribución a Occidente.

A grandes rasgos Siria está compuesta por musulmanes chiitas y sunitas, además unas minorías cristiana y kurda. El condicionante religioso tiene en estas sociedades una influencia determinante. Los chiitas, alrededor del 30 por ciento de la población, ostentan el poder político y militar; la mayoría sunita, está dividida encontrándose entre ellos terroristas radicales como Isis o Daesh, Al Qaeda y Talibán, además de sunitas moderados o no radicalizados.

Históricamente, Siria ha sido un país ocupado por diferentes imperios y potencias, desde los griegos, los romanos y el gran imperio otomano en la antigüedad, hasta la era moderna con Inglaterra y Francia. Posteriormente, Siria experimentó un pequeño periodo de democracia de unos 10 años que posteriormente dio paso a la dictadura de los Al Asad.

Después de la caída de los regímenes totalitarios de Saddam Hussein en Irak y Muamar El Gadafi en Libia, este último vinculado a la izquierda internacional, fracasa la diplomacia cuando los intereses geopolíticos y económicos de las grandes potencias prevalecen por encima del diálogo, se da el fenómeno de la llamada primavera árabe alcanzando los islamistas un mayor poder en Egipto, Túnez y el Medio Oriente. Como consecuencia, toda la región convulsiona, provoca desestabilización favoreciendo la radicalización y fortalecimiento de los islamistas de Isis que poco a poco se asientan en la Mesopotamia, incluyendo Siria, mostrando como objetivo de interés central formar su propio califato y así ganar mayor y decisiva influencia en la región. Por error y otros intereses, Occidente ha contribuido al fracaso en la carrera del desarme mundial debido a que muchos de sus países democráticos participan de la venta de armas y tienen el síndrome de Shakira con Cuba, asimismo, nuevas dictaduras promueven el armamentismo y el narcotráfico y con el crimen organizado, la violación de los derechos civiles y humanos como el tristemente célebre caso venezolano y Corea del Norte en Asia.

En toda esta dinámica diplomática es importante destacar el fracaso de las Naciones Unidas, que acomodándose a una política vacilante e ideológicamente comprometida, facilitaron el surgimiento de otras potencias atómicas. Hoy tenemos 10 potencias atómicas involucradas en la carrera armamentista en el mundo de los cuales 5 pertenecen al mismo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La experiencia ha revelado que el poder de veto no ha sido eficaz para eliminar el riesgo de conflicto nuclear siempre latente ante los desvaríos de las mentes calenturientas de los nuevos dictadores que hoy pululan en países seudodemocráticos y de lo cual tanto la ONU como la OEA se hace de la vista gorda mientras grandes mayorías pasan hambre, desempleo, migraciones y están expuestas al exterminio masivo. La guerra fría fue una amenaza, pero hoy lo es más la carrera armamentista.

Como consecuencia, hoy somos testigos de movimientos terroristas extremistas islámicos que se mueven y amenazan expandirse a lo largo de toda Europa, Estados Unidos y resto del mundo y que utilizan la religión y la muerte, matando en nombre de su dios, infundiendo miedo, mientras por otro lado el crucifijo resulta ofensivo para estas sociedades. Centroamérica debe estar atenta para evitar ser centro de reclutamiento y ruta de tránsito, recordemos que el Canal de Panamá es un punto que requiere especial vigilancia por su conexión con el mundo.

Como región, no repitamos los errores de la Guerra Fría. La carrera armamentista y el continuismo reeleccionista, verdaderos cánceres políticos de nuestras sociedades, no son opción para el progreso ni la paz. Nosotros debemos decir sí a la democracia, la vida, la paz, los derechos humanos y el progreso. La brújula que nos guíe debe ser el diálogo, la mediación y la diplomacia como herramientas para alcanzar un mejor futuro. No debemos olvidar que somos pueblos que hablamos en español y rezamos a Jesucristo, como dijo nuestro gran panida Rubén Darío.

El autor es catedrático de Diplomacia UAC.

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