Anthony Joshua esquivó la experiencia de Wladimir Klitschko y le enseñó que la juventud y la sangre fresca funcionan mejor en el boxeo, un deporte que con un año calendario se lleva dos del peleador. El sábado en Wembley, frente al abarrotamiento de 90 mil almas, el joven noqueó al viejo en el round once, y como nota al pie que se escribe en un texto, Joshua apuntó: “Ha caído un grande para que emerja otro, y ese otro soy yo”.
Llevándolo a la lona en tres ocasiones, dos de ellas en el round once en que terminó todo, Joshua supo lidiar con la amenaza de un Klitschko en proceso de marchitamiento a sus 41 años, lo que le permitió unificar los cinturones de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Ahora lo que podría venirle es un gran choque con Deontay Wilder.
Pero la batalla no fue tan fácil, más bien, puso en el ring los ingredientes necesarios para invitar a un banquete de uñas. Atacando duramente a la cabeza, Joshua derribó a Klitschko en el quinto round y le provocó un corte en su pómulo derecho, pero su insistencia fue tanta que a mitad de ese mismo episodio estaba cansado, y fue agredido, y en el sexto el ucraniano le dio de su medicina a Joshua, tumbándolo.
Momentos claves
Sin lograr daños colosales ambos caminaron hasta el décimo round, bien apretados en las tarjetas de los jueces que hasta el derrumbamiento de Klitschko, dos veían ganar a Joshua y otro más lo veía ganar a él.
“AJ”, como se le conoce a Joshua en el boxeo rentado, mejoró su registro a 19 triunfos con igual cantidad de nocauts, mientras tanto, Klitschko quedó con una foja de 64 victorias (con 53 KO´s), con cinco reveses.
Joshua se sobrepuso a su primera caída en su carrera, pues nunca había mordido la lona. ¿Qué hubiera sido de este combate con Klitschko diez o cinco años menos? El final probablemente hubiera sido otro, pero no hay que restarle mérito a las actuaciones de ambos, que le regalaron al mundo uno de los mejores combates de los últimos quince años en esta división.
La dinastía de Klitschko escuchó definitivamente el funesto “jaque mate” que le pone el punto final a su era, en un círculo de matones que poblaron ahora los pesos completos, encabezados por Joshua y Wilder.