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Perfeccionismo: sin lugar a ningún error

Hay muchas personas que afirman tener un carácter “perfeccionista” en su día a día pero… ¿hasta qué punto es saludable?

El psicólogo español Sergio García ha abordado el tema del perfeccionismo. Asegura que las personas que tienen esta característica suelen ser “idealistas para sí mismas” ya que, piensan que “la perfección existe y quieren alcanzarla a toda costa”.

“No se permiten lo que ellos consideran que es un error y eso les genera mucho sufrimiento. Tienen una imagen de qué es la perfección y quieren alcanzarla cueste lo que cueste. Esto hace que mantengan una autoexigencia y neuroticismo muy alto, porque su único fin es la perfección”, explica el psicólogo.

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El perfeccionismo es un rasgo que no te permite vivir tranquilamente porque no admite equivocaciones. Son sujetos que están en continua “autoobservación” y no canalizan su energía al mundo, sino a ellos mismos.

El especialista comenta que cuando uno se observa mucho, ve peculiaridades en su carácter que no le gustan y comienza el sufrimiento. Además añade: siempre debemos proyectar la energía en los demás “para poder tener unas buenas relaciones sociales y personales”.

“Ellos piensan de una manera un poco peculiar porque todos avanzamos a través del error y en ocasiones forma parte de nuestra evolución como personas. Pensar en el error como si fuese una cuestión a erradicar totalmente, es un no dejarse vivir en paz”, aclara Sergio García.

Perfeccionismo como obsesión

Cuando la obsesión y la perfección se unen, de una u otra manera, pueden dar lugar a algún tipo de trastorno como por ejemplo: el trastorno obsesivo compulsivo o la anorexia; ya que un gran rasgo es que son muy perfeccionistas.

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No es malo tener cierto criterio sobre nosotros mismos, pero si vemos que ese rasgo afecta a nuestra vida, deberíamos contactar con un terapeuta.
El especialista recomienda no dejarse llevar “por la inercia de la obsesión ni tampoco de la perfección”.

¿Cómo evitar este comportamiento?

Lo primero que hay que saber es que tenemos “un ideal” frente a lo que nos obsesiona o por lo que queremos ser perfectos.

“Tenemos una imagen, ya sea de un artista, de alguien cercano como nuestra madre, padre o hermano, pero lo tenemos como figura de adoración. Ante esto hay que quitarse el velo de los ojos y ver que esa persona, que pensamos perfecta, también tiene atributos que no son tan buenos”, desarrolla el psicólogo.

Tras esto, debemos de darnos cuenta que ese perfeccionamiento “no nos va a dejar llevar a cabo proyectos que nos van a satisfacer” y tampoco nos va a permitir “llegar donde queremos, sino todo lo contrario”.

“Cuando uno va a conseguir algo de una manera tan radical, está perdiendo muchas cosas por el camino y eso es lo que le podría enriquecer la vida y lo que le hace seguir subiendo escalones”, razona Sergio García.

Niños perfeccionistas

Cuando un niño es muy perfeccionista es muy probable que lo haya “aprendido” en casa. Los padres, sin darse cuenta, les han exacerbado una norma o les han dicho frases como: “Tienes que ser el mejor en clase”, “Debes ser el mejor en educación física”, “No tienes que perder nunca”.

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“Cuando este mensaje cambia y te sientas con tu hijo y le dices cosas como: ‘Eres uno más y no pasa nada si pierdes’. ‘No tienes por qué ser el mejor‘. Eso tranquiliza al niño, deja de ser tan autoexigente, tan autoobservador consigo mismo y puede comenzar a funcionar mejor”, argumenta el psicólogo Sergio García.

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