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Sapjha Hamad E.

La familia: nuestra prioridad

Leyendo nuestra Constitución en el artículo dos sobre los derechos individuales afirma: “Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad, la patria y la humanidad”.

Trato de entender que este orden no es adrede; que el legislador quiso advertir que nuestro primer deber como ciudadano, es con la familia.
Pero no solo en ese artículo lo señala, también  el arto. 70, reafirma que “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad(..)” y reitera que la familia es elemento protagónico del desarrollo de la nación.

Sobre este concepto jurídico, nos preguntamos. ¿A qué familia se refiere nuestra Carta Magna? ¿A la familia tradicional de esposo, esposa e hijos? ¿A las de uniones de hecho? ¿A las familias de madres o  padres solteros? ¿A las que son gobernadas por la abuela, el abuelo, los tíos, las tías o algún otro familiar?

¿Qué clase de familia es la que está generalizada en Nicaragua y qué clase de valores se están transmitiendo a las generaciones actuales y  futuras?

En un país donde existe un verdadero Estado de Derecho, la familia adquiere su verdadera dimensión en la aplicación de las leyes en cuanto el respeto e igualdad del hombre y la mujer en los derechos y responsabilidades, en el mantenimiento del hogar, la formación de los hijos, la obligación de estos de ayudar a sus padres; y otros deberes  desapercibidos por la falta de conciencia de nuestra sociedad.

Debemos preguntarnos, cuáles de estos deberes se cumplen en una sociedad cada vez más separada por la falta de valores, el respeto, el amor, la deshonestidad convertida en mentiras rituales de hijos a padres o tutores, y para colmo cada día más alejada por el uso desmedido de las redes sociales, o las adicciones a los juegos que termina  deshumanizando el seno de una familia y una sociedad.

Esta falta de armonía dentro de la familia nicaragüense puede ser el producto de la disfuncionalidad originada por divorcios prematuros y otros hasta ridículos por el periodo de tiempo de la unión de la pareja, así como también la migración originada en una situación económica insostenible, o bien por ingratas deslealtades, o falta de tolerancia entre otros integrantes del que pueden ser suegras, hermanos, parientes y poco a poco se va minando el derecho a la felicidad.

Una familia unida es la base de una sociedad sólida y esta a la vez descansa en los principios de un verdadero Estado de derecho donde debe prevalecer la justicia, la armonía y el  orden dentro de un régimen de convivencia plena.

Estas tres palabras se conjugan en su origen cristiano desde las tablas de Moisés, hasta los preceptos de Confucio o Buda, de nunca hacer a una persona lo que no quisiéramos nos hicieran a nosotros. Y más recientemente el sabio Juárez diría: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.

Nada mejor que este mes de mayo, cuando revientan los malinches llenando del  rojo de vida, el horizonte de nuestros caminos, y escuchamos el canto ansioso de las chicharras clamando agua, respirando  el ingreso de la temporada más ansiada del año, es precisamente este mes que celebramos a la familia; y a la madre que nos obliga hacer un alto en el camino y preguntarnos si en realidad estamos haciendo lo correcto con la nuestra?
¿Están respetando nuestros derechos y nosotros los ajenos? ¿Es la falta de amor, de honestidad, y de solidaridad lo que está destruyendo nuestra sociedad?

Esperemos que mayo sea un mes de reflexión y cumplamos con el apoyo del Creador  las metas que aún nos depara.
La autora es periodista.

Opinión Derechos familia archivo
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