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La pintura Clorofila. LA PRENSA/CORTESÍA

La escritora leonesa Esthela Calderón debuta como pintora en Estados Unidos

Desde hace unas semanas una colección de 25 pinturas suyas ha estado en exhibición en la galería de Consejo de Bellas Artes del Condado de St. Lawrence, ubicada en el edificio municipal de Potsdam del Estado de Nueva York, en Estados Unidos.

Poeta, narradora y pintora. Esthela Calderón, tiene un arsenal de virtudes que la hacen una persona multifacética y con una imparable energía para crear y promover la cultura en León. Su narrativa ha trascendido fronteras y sus pinturas también.

Desde hace unas semanas una colección de 25 pinturas suyas ha estado en exhibición en la galería de Consejo de Bellas Artes del Condado de St. Lawrence, ubicada en el edificio municipal de Potsdam del Estado de Nueva York, en Estados Unidos.

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¿Qué muestran estas pinturas?

Una manera de seguir la comunicación entre las formas ya existentes desde hace tanto tiempo por medio de lo visual. Todas esas maravillas que se siguen encontrando en cuevas, piedras y vasijas como un lenguaje de la conciencia y que se puede apreciar no solo en los museos  sino que también en espacios ancestrales sagrados.

¿Desde cuándo te dedicás a pintar?

La pintura, desde niña, ha sido para mí un proceso bello y misterioso. A partir de entonces, yo quería expresarme de esta manera, y lo hacía, pero sin pensar en nada más que satisfacer esas ganas de trazar algo imaginario, algo que casi siempre no podía ser considerado “bonito” a lo mejor tampoco ahora. Algunas veces pinté en mi colegio para alguna competencia, pero nunca gané. Pude escuchar ciertas burlas de que lo mío era feo. Y por supuesto que era feo, ya que pintaba tumbas y cruces. Era algo que se mostraba recurrente en mi memoria después del triunfo de la Revolución.

Todo aquel trauma casi imposible de asimilar, un fenómeno que sigue marcando nuestra  sociedad después de décadas. No sabía pintar el rostro de la Virgen. Tampoco me interesaba aprender a pintarlo. Entre mis compañeras de clases, esa era la mayor competencia, saber pintar el rostro de la Virgen. Yo entonces dejé de pintar. Empecé a pintar de nuevo hace algunos años después de tomar clases en la técnica del marmoleado en Madrid con el maestro Antonio Vélez Celemín.

¿Esta es tu primera presentación internacional?

Así es, y además una exposición individual, seleccionada por el Consejo de Arte del Condado de St Lawrence. La galería está ubicada en el edificio de la municipalidad de Potsdam, en el Estado de Nueva York. Es el espacio más importante en esta región y en el que por más de un mes están expuestos 25 cuadros cuidadosamente escogidos entre una obra más extensa.

¿Cómo es esa transformación de pintura y escritura?

La pintura es una continuación de la escritura y viceversa, ya que me muevo cómodamente en estas dos formas expresivas. Yo siempre me pregunto ¿y acaso no es la poesía sino otra manera de pintar, trazando nuestras propias letras que conformarán los versos que vestirá el poema? Una cosa va ligada a la otra. Nadie que se piense artista puede cerrarse a la reinvención de uno mismo para poder seguir creando. Un artista debe preservar su independencia creadora siempre. Si no es así, mejor que se dedique a otra cosa.

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