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Fernando Bárcenas

Un modelo político al margen de la sociedad

“El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo”. Albert Camus.

José Aguerri, en LA PRENSA del 11 de abril, “teoriza” sobre la innoble colaboración con el régimen dictatorial de Ortega. Para ello, escribe sobre la función de lo que él llama modelo político del Cosep. Es un modelo de poder político gremial, que solo puede empollar, evidentemente, en el nido totalitario de una dictadura.

En los últimos años —dice Aguerri— hemos creado nuestro propio modelo político, al que llaman despectivamente régimen corporativista.

¿Por qué ese modelo solo es posible en los últimos años? Para ser precisos, en los últimos diez años, desde que Ortega asumió el poder y destruyó la institucionalidad. Pareciera que Aguerri ha descubierto algo único en la historia. Ha creído encontrar que el colaboracionismo con una dictadura, por afinidad de intereses, sea un modelo propio.

En una sociedad libre no existen modelos políticos privados. En la época moderna, la sociedad republicana se rige por una Constitución nacional en la que el poder emana —formalmente— de la voluntad ciudadana, no de un gremio con intereses propios.

Un modelo político gremial, como el de Aguerri, inevitablemente, es un trozo de dictadura corporativa, que se sustrae —por un atajo colaboracionista— a las normas institucionales de la democracia. Es similar a los antiguos privilegios de la nobleza. Aguerri parte del concepto que el futuro del país sea una sociedad retrógrada, anclada en el pasado. La marcha de la historia, en cambio, hace que la sociedad, con cada conquista democrática, rejuvenezca, adquiera esplendor y lozanía, y avance hacia la extinción del Estado como órgano represivo. A diferencia del ser humano, la sociedad, a medida que madura históricamente, adquiere vitalidad y mayor capacidad productiva. La tecnología y el conocimiento constituyen el fundamento objetivo de una mayor libertad para la humanidad. Obviamente, hay que demoler las trabas para su desarrollo.

Con su propuesta, Aguerri pretende una cirugía plástica al revés, para que la sociedad adquiera prematuramente los rasgos de la decrepitud pasada, de un corporativismo estamental anacrónico, con señoríos feudales propios. Es una bocanada de aire rancio, encerrado en prejuicios e ignorancias medievales.

Escribe Aguerri: Tratamos de evitar, con nuestro actuar, volver a ser rehenes de la confrontación política, que nos ha empobrecido por no dialogar.

La dictadura es la que nos hace rehenes a todos. Salvo a quien escapa del cautiverio porque con su actuación coopera con el secuestrador. Pero, la derrota del secuestrador casi nunca concluye con un diálogo, sino, con un asalto final. Aguerri piensa —probablemente no sin razón— que la caída de la dictadura orteguista (al descartar privilegios) empobrece al Cosep. Para los trabajadores, en cambio, desmontar el orteguismo abre la posibilidad estratégica de transformar progresivamente la realidad social.

Aguerri aclara sobre su diálogo con Ortega: En Cosep son tres diálogos los que “sugerimos”: económico, político y educativo. ¿O ya la salida no es dialogando?

La pregunta de Aguerri sobre la salida dialogante es un golpe de retórica, un reto grandilocuente por el cual da por descontado que sus lectores comparten la convicción que lo que el pueblo haga respecto a su propia liberación, no cuenta como salida a la crisis. El interlocutor de Aguerri, está claro, no es la sociedad, que se sacude de la opresión derrotándola, sino quienes se sienten propensos a componendas fructíferas con la tiranía. Aguerri se dirige a quienes temen una salida real del régimen dictatorial, como una amenaza a sus intereses. Su idea es que la sociedad vea el “diálogo” como salida, acomodándose dentro de los anillos constrictores de la dictadura.

La crisis política de gobernabilidad, que afecta de manera multidimensional a la sociedad, demanda como solución la desarticulación prioritaria de la dictadura orteguista y la derrota de la corrupción. De modo, que cualquier programa educativo o económico, como los que sugiere Aguerri, no tiene sentido estratégico para la nación mientras el poder sea dictatorial y corrupto, y los ciudadanos carezcan de derechos de participación y de transparencia. Tales programas, en las circunstancias en que prevalecen los intereses de Ortega y de su familia, constituyen una distracción de la conciencia política concreta.

¿Cuál es el contenido del diálogo político que sugiere Aguerri? ¿Y cuál la salida que propone?

Cabe notar, que sin la colaboración del Cosep la dictadura orteguista tendría los días contados, y no habría avanzado tan opresivamente como lo ha hecho. Esta es una responsabilidad histórica imposible de ocultar cuando la reflexión científica intente explicar las causas de la degradación orteguista y sus efectos en la sociedad. El poder económico está más involucrado en el modelo orteguista que lo que aparenta con su modelo propio. En otros términos, el modelo del Cosep es el otro rostro del orteguismo que, como el dios Jano (inventor del dinero) posee doble rostro. Uno feroz, oclusivo y excluyente, y otro hipócrita.

Hay diálogo entre amigos, porque pueden beneficiarse mutuamente (es el diálogo del Cosep con Ortega). Y diálogo entre enemigos. Este último ocurre, únicamente, cuando ambos adquieren conciencia de la capacidad recíproca de hacerse daño, e intuyen el resultado final de la correlación de fuerzas entre ambos y el desenlace del enfrentamiento. Y, en consecuencia, se ahorran bajas de distinto peso y calidad para cada contrincante.

La peor estrategia es la que propone Aguerri, que induce al pueblo a confundir al enemigo con el amigo.

El autor es ingeniero eléctrico.

COMENTARIOS

  1. Rigoberto LP
    Hace 7 años

    Están coludidos y comprometidos, el Cosep y el régimen corrupto dinástico de los Ortega. Y el pueblo en el desempleo, la miseria, el abandono, no hay ni pastillas en los hospitales, la tasa de desempleo por encima del 50%, la energía más cara de la región. Pero el “Cosep” dice que todo va bien.

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