Es común escuchar aquel dicho que el tiempo lo cura todo, pero en realidad lo recomendable no es callar y encomendarse al paso del calendario, apunta la Psiquiatría. Cuando evitamos hablar de traumas que nos causan miedo, llanto, pánico u otras emociones negativas nos arriesgamos a desarrollar estrés postraumático y si no recibimos atención, este puede convertirse en un mal crónico. “Quienes padecen esto son las personas que más evitan hablar o pensar acerca del trauma y desarrollan ideas extremadamente negativas acerca de sí mismas y del entorno que las rodea”, explica el psiquiatra Rafael Kichic al diario El Clarín. Por ello, los primeros tres meses después del evento traumático son decisivos, porque si no dejamos de sentir miedo, tristeza, culpa o vergüenza, las posibilidades de que lo superemos son menores y es posible que debamos acudir a tratamiento psicológico. Se calcula que casi un tercio de quienes sufren algún trauma desarrollan síntomas postraumáticos crónicos.
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