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Carlos Tünnermann, exembajador de Nicaragua en Estados Unidos. LA PRENSA/ARCHIVO
Carlos Tünnermann B.

El pensamiento democrático de Bolívar

El Libertador Simón Bolívar dejó un fecundo legado de escritos políticos. Su célebre “Discurso de Angostura” es el mejor testimonio de su profunda vocación republicana y democrática. En este célebre texto, leído en la inauguración del Congreso reunido en Angostura el 15 de febrero de 1819, Bolívar expuso con amplitud su ideario político.

Es interesante rescatar, de ese discurso, algunas de las concepciones de Bolívar sobre la organización de un gobierno democrático, que impida la entronización de la tiranía, asegure el ejercicio de la autoridad y la libre participación de los ciudadanos en los asuntos públicos. Bolívar hace también acertadas advertencias sobre los vicios que hay que combatir para impedir que el funcionamiento de las instituciones democráticas se pervierta.

De ahí que en su discurso Bolívar denuncie, como el mayor peligro para la libertad y la democracia, el continuismo y la concentración del poder en una sola persona. Dice Bolívar: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se originan la usurpación y la tiranía”.

Congruente con lo anterior, Bolívar exclama: “Solo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad”. Pasa revista sobre las distintas formas de gobierno que en el decurso de la historia han organizado las sociedades humanas, desde la democracia directa de Atenas hasta el sistema parlamentario inglés, para concluir que el mejor gobierno es aquel que logra el equilibrio entre los poderes del Estado. Pero Bolívar va más allá: ese equilibrio debe también propiciarse “entre las diferentes fracciones de que se compone nuestra sociedad”. Reconoce Bolívar que la democracia debe ser objeto del más cuidadoso celo, pues “ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez; y sus instituciones consolidarse para su estabilidad”.

Sobre la democracia directa ateniense, Bolívar advierte: “Atenas, la primera, nos da el ejemplo más brillante de una democracia absoluta, y al instante, la misma Atenas nos ofrece el ejemplo más melancólico de la extrema debilidad de esta especie de gobierno. El más sabio legislador de Grecia no vio conservar su República diez años, y sufrió la humillación de reconocer la insuficiencia de la democracia absoluta para regir ninguna especie de sociedad, ni aun la más culta, morígera y limitada, porque solo brilla con relámpagos de libertad”.

Bolívar no solo nos legó un brillante pensamiento político, sino ideas muy avanzadas sobre la educación y la ciencia, por las que tuvo gran estima. “El primer deber del gobierno —dice en el Decreto de Chuquisaca, 1825— es dar educación al pueblo”, para luego afirmar: “La salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. “Las ciencias —afirmó hacia el año 1815— han inmortalizado siempre a los países donde han florecido”.

“Sembrador de luces”, le llama uno de sus biógrafos. “El araba con igual entusiasmo en todos los campos”. José Martí afirmaba que Bolívar está en el cielo de América, “vigilante y ceñudo, porque todavía tiene mucho que hacer en América”.

El genio de Bolívar ha merecido el reconocimiento de los pensadores más ilustres de América. Rubén Darío, a los 18 años, expresó su admiración en un extraordinario ensayo sobre Bolívar y sus cantores, publicado en El Porvenir de Nicaragua (19 de julio de 1885), de donde reproducimos el párrafo inicial: “En la historia de la humanidad no hay figura que pueda superar a la de Bolívar. Probo y abnegado como Arístides, recto y noble como Felipe, valeroso y ardiente como César, en él se encarnan todas las grandes virtudes cívicas y todos los sublimes entusiasmos del patriotismo”.

Que no se deforme su legado ni se utilice su verdadero pensamiento para justificar formas autocráticas de gobierno, que pongan en peligro o atenten contra los principios democráticos, a los que Bolívar consagró su vida y por cuya vigencia lucha ahora heroicamente la oposición venezolana.

El autor es jurista y catedrático.

Opinión
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