Monseñor Diego Padrón Sánchez, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, ha hecho un nuevo llamamiento a que se ponga fin a la sangrienta represión que sufre el pueblo venezolano por demandar en las calles libertad, restauración de la democracia y comida y medicinas para sobrevivir.
Después de participar en una reunión de obispos latinoamericanos en El Salvador, monseñor Padrón inauguró este martes 16 de mayo la 43 Asamblea Extraordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana con una vehemente exhortación:
“A todos los dirigentes políticos, económicos y sociales, de cualquier signo y color, a ponerse del lado del pueblo y a buscar, en sintonía con el mismo, soluciones que beneficien a todos… Al Gobierno Nacional, en todas sus instancias, particularmente al Ejecutivo, le pedimos que de verdad escuchen los clamores de la gente y resuelvan los gravísimos problemas que ha provocado con medidas improvisadas y nocivas medidas”.
Monseñor Padrón declara y aclara que los obispos de Venezuela caminan junto con el papa Francisco y le son obedientes. Y señala que “por ser ciudadanos, individual y corporativamente tenemos el derecho y el deber cívico y moral de intervenir en todos los asuntos concernientes a la nación, sin otras limitaciones que las señaladas por la ética y las leyes…”
“Nos confesamos irrestrictamente comprometidos con la promoción y la defensa de los valores de la dignidad humana y del bien común de todas las personas y de toda persona”, expresó el principal obispo venezolano. “En consecuencia —agregó—, denunciamos el dúo fatídico ‘represión–muerte’ que nos ha vuelto dolorosa y triste la cotidianidad nacional. Reiteramos un NO rotundo a las muertes violentas fruto maligno del desprecio a la vida, del odio de Caín hacia Abel y del rechazo del mandamiento divino. ¡No matarás!”
Según informó monseñor Padrón a sus hermanos obispos, las 22 conferencias episcopales presentes en la asamblea de El Salvador acordaron pronunciarse en apoyo y solidaridad con el pueblo y la Iglesia de Venezuela. Y convocaron “a las comunidades diocesanas de América Latina y el Caribe a poner en marcha iniciativas de caridad con los hermanos venezolanos y a pensar en maneras de hacerlas efectivas, a pesar de los obstáculos que puedan presentarse”.
Al respecto cabe denunciar que en Nicaragua, en el plano político el régimen orteguista ha cerrado filas con Nicolás Maduro, el Caín de Venezuela, e impide por la fuerza cualquier manifestación pública de solidaridad con el pueblo venezolano.
La inhumanidad de este régimen ha llegado a tal extremo que la representación de Nicaragua en la OEA fue la única que votó contra la convocatoria a la Reunión de Consulta de los Cancilleres sobre la situación de Venezuela, que se celebrará el próximo 31 de mayo en Washington.
Pero de alguna manera los venezolanos que sufren la sangrienta represión madurista saben que la parte sana —política y moralmente— de Nicaragua está con ellos, porque comparten los mismos ideales y aspiraciones de libertad, democracia y bienestar.