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Arnoldo R. Martínez Ramírez

RSE: dar al mercado un rostro humano

Hace cerca de un siglo nacieron las primeras empresas interesadas en la temática social, algunas para institucionalizar su vocación caritativa y filantrópica, otras, para evadir impuestos, estar a la moda, mejorar su imagen, tener publicidad e influencias sociales y políticas en la comunidad, o avergonzadas por su avaricia en la acumulación de capitales, para lavar su pasado. Sin embargo, existen empresas genuinamente comprometidas en forma responsable con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) impactando positivamente la comunidad.

Las condiciones sociales óptimas de una comunidad, o país, recaen en todos y cada uno de sus integrantes: personas, asociaciones, ONG, entidades religiosas, partidos políticos, empresas, Estado, gobernantes. Todos debemos participar acordes a principios éticos y de manera proactiva, responsable y solidaria. La transparencia deberá caracterizar la gestión de los esfuerzos, concentrándose en la evolución y crecimiento socioeconómico, político y ambiental.

Uno de los temas más complejos en la RSE es la naturaleza de algunos negocios, cuyos bienes y servicios ofertados a la sociedad tienen doble ética o estándar moral, pues afectan la salud de las personas y podrían causarles la muerte. Entre ellos están los que producen medicinas falsas o alteradas; laboratorios que hacen drogas adictivas y alucinantes; fábricas de cervezas, licores y tabacos. Otras, contaminan y destruyen el medioambiente, como las productoras de agroquímicos y compañías de extracción minera. También están las empresas: donde los socios mayoritarios esquilman a los minoritarios, evaden impuestos, pagan mal a sus empleados, acosan y maltratan a su personal, ofrecen productos de mala calidad, emplean a menores de edad, usan productos que son tóxicos para las personas y el medioambiente y destruyen en forma sistemática selvas, ríos, lagos y tierras cultivables.

El papa Francisco ha dicho que: la doble vida del cristiano hace mucho daño… y todavía más cuando se utiliza hipócritamente la religión para “blanquear” la injusticia o la corrupción (Casa Santa Marta, homilía 11-11-13). Lo escandaloso es decir una cosa y hacer otra… deberían decir no les pago a mis empleados salarios justos, exploto a la gente, hago negocios sucios, lavo dinero. (23-2-17).

Para la Organización Internacional del Trabajo, la RSE, además de ser una iniciativa de carácter voluntario, es el conjunto de acciones definidas por las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas en la sociedad y afirmen los principios y valores que las rigen, tanto en sus métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores. Las empresas socialmente responsables deben cumplir con fidelidad sus normas y regulaciones internas, la observación de leyes laborales, seguridad social, impositivas, civiles, comerciales y penales del país. Este tipo de empresas se convierten en entes proactivos que coadyuvan a la evolución y desarrollo de la comunidad.

En el Foro Económico Mundial de 1999, Naciones Unidas (ONU) invitó a comprometerse en un Pacto Mundial para dar al mercado un rostro humano. Presentó propuestas que identificaron principios que debían ser considerados por las empresas, para contribuir al desarrollo de la sociedad, comunidades y mercados. Las medidas establecidas consideran derechos humanos, laborales, medioambiente y anticorrupción.

Los diez principios del Pacto Mundial implican compromisos de gestión ética. Esos principios son: Apoyar y respetar la protección de los derechos humanos proclamados en el ámbito internacional; asegurarse de no ser cómplice en abusos a los derechos humanos; respetar la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva; eliminar todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; abolir de forma efectiva el trabajo infantil; eliminar la discriminación con respecto el empleo y la ocupación; apoyar los métodos preventivos con respecto a problemas ambientales; adoptar iniciativas para promover mayor responsabilidad ambiental; fomentar el desarrollo y la difusión de tecnologías inofensivas para el medioambiente; y las empresas deberán trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluyendo la extorsión y el soborno, en la incorporación de una economía global más transparente y libre de corrupción.

Las empresas no están obligadas de forma jurídica alguna a la implementación y seguimiento de estos principios. Son lineamientos y aspiraciones que, dentro de su gestión, operaciones o estrategias, deben considerar para actuar y cumplir en un marco de Responsabilidad Social Corporativa establecido a nivel mundial.

Diecisiete años después han ocurrido muchas crisis, incluida la de valores, pero los firmantes conservan su convicción. Para los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2015-2030, el Pacto Mundial es un marco de referencia sólido. El desarrollo sostenible requerirá una dedicación transparente, y un crecimiento y equilibrio entre lo social, económico, político y ambiental, con la participación de gobiernos, empresas, ciudadanos, consumidores, trabajadores, inversionistas, religiosos y educadores. El marco del desarrollo sostenible deberá sustentarse en principios éticos y valores morales, respeto a la dignidad humana, cuidado del medioambiente, cumplimiento de las leyes y una gestión eficiente, efectiva y fructífera.

El autor es contador.

Opinión
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