Los lunares surgen cuando las células pigmentadas o melanocitos forman grupos. Solemos tener entre 10 y 40 y siguen apareciendo hasta la cuarentena. Suelen ir desapareciendo a medida que envejecemos. “En realidad, no tienen ninguna función fisiológica, al igual que ocurre con las verrugas y otras lesiones”, explica Javier Pedraz, dermatólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, a la revista Muy Interesante. Su importancia reside en la posibilidad de que evolucionen y den lugar a un cáncer de piel.
Las personas deberían consultar con un médico para que le revise cualquier lunar de aspecto irregular, de mayor crecimiento, que cambia de color o de forma o cualquier otro tipo de anormalidad. Cuando su apariencia cambia, presentan bordes irregulares, se vuelven duros, el color no es homogéneo y el diámetro supera los seis milímetros, hay que ir al especialista para que practique una biopsia. Si resulta ser un melanoma, el diagnóstico precoz asegura la curación en el 95 por ciento de los casos.