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Dioses en los tejados

La relación de las figuras mitológicas en los techos de algunos edificios de Madrid, comienza con la Victoria Alada que está en lo alto de la cúpula del edificio Metrópolis.

E l periódico ABC de Madrid, España, publicó el 23 de abril (2017) un  reportaje titulado Un paseo por los tejados de la Villa: mitología entre Madrid y el cielo; el cual se refiere a “las esculturas que coronan algunos de los edificios más emblemáticos de la capital que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos para turistas y madrileños”.

La relación de las figuras mitológicas en los techos de algunos edificios de Madrid, comienza con la Victoria Alada que está en lo alto de la cúpula del edificio Metrópolis.

Victoria llamaban los romanos a la Nice griega, hija del titán Palante y de la ninfa Estige. Nice ayudó a Zeus ganar la batalla contra los gigantes y por eso fue consagrada como la diosa de la victoria. Se le  representaba como una mujer alada que   volaba  a los campos de batalla para ayudarle a triunfar a uno de los bandos, el que tenía  la razón o defendía  una causa justa.

Sobre uno de los edificios principales de la Gran Vía se yergue Diana la Cazadora, Artemisa en la mitología griega. Diana es una diosa virgen que protege la caza y la naturaleza, pero también representa a la Luna y durante sus fiestas en Roma, en el tiempo que ahora es el mes de agosto, los esclavos gozaban de libertad.

Siguiendo el recorrido de los dioses sobre los tejados, encima del edificio del Círculo de Bellas Artes se encuentra la estatua de Minerva, la diosa que los griegos llamaban Atenea. Minerva nació de la cabeza de Júpiter y por eso  es la diosa de la inteligencia, la sabiduría y las artes, pero también de la guerra.

Sobre el edificio madrileño del Ministerio de Agricultura se puede ver  el conjunto escultórico La Gloria y los Pegasos.
La Gloria es una divinidad alegórica, personificada también como una mujer alada —igual que  la Victoria—, que toca una trompeta y lleva una rama de laurel.

Pegaso es el maravilloso caballo blanco volador, nacido de la sangre de la Medusa derramada sobre el suelo cuando Perseo le cortó la cabeza. Pegaso, después de ayudar a Belorofonte a realizar heroicas hazañas, voló al cielo y se quedó a vivir entre los dioses, encargado de cargar sobre su lomo los rayos de Zeus.

Sigue la Aurora, erigida en el vértice de un edificio que antes ocupaba una compañía de seguros que tenía ese nombre. Por eso, en ese monumento se presenta a Aurora conduciendo con gran  seguridad una cuadriga de briosos caballos.

Aurora (Eos en la mitología griega) es hermana del Sol y la Luna. Sale  al amanecer de su residencia en el borde Este  del océano, abre las puertas del cielo y  anuncia con un suave resplandor  la salida del Sol y el comienzo del día. Por eso Homero la llama en La Ilíada,  “Eos, la de los sonrosados dedos”.

No en el techo pero en la puerta principal del Banco Central Hispano, están  las Cariátides sosteniendo   la puerta de entrada del edificio. Son las legendarias mujeres de Caria,  que fueron esclavizadas por los persas después que tomaron por asalto la ciudad y degollaron a todos los hombres. Las figuras de las Cariátides se ponían en los templos, a modo de columnas, en memoria de aquellas legendarias mujeres que  padecieron  terribles abusos  de sus  esclavizadores  extranjeros.

Por último —aunque todavía hay más figuras mitológicas en los techos y plazas de Madrid—, vale la pena mencionar la estatua de Lucifer en el  Parque El Retiro. Lucifer (o Luzbel), el portador de la luz, era el más bello de todos los ángeles y  preferido de Dios. Pero al ser  castigado por su soberbia y ansias de poder, cayó   del cielo y  fue enviado  a las profundidades del Infierno.

Se dice que esta estatua del Ángel Caído fue inspirada en un verso de El Paraíso Perdido, del escritor inglés  John Milton y se encuentra  exactamente a 666 metros sobre el nivel del mar.

Ese es el número del Diablo, según la tradición. Pero la estatua de Lucifer  fue erigida en 1878, cuando no era posible  hacer esos cálculos de alturas sobre el nivel del mar con tanta precisión. Cuando el avance de la ciencia  permitió hacerlo se supo que no había nada de extraordinario en que la estatua de Lucifer estuviera a esa altitud, pues la altura media de Madrid es de 655 metros sobre el nivel del mar.

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