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Javier Álvarez Argüello

Modelo Ortega-Cosep: ¿un país sin ley?

La declaración del comandante Ortega confirmando que integra “un solo gobierno” con el Cosep, no deja lugar a dudas que ambos son corresponsables de lo bueno, lo malo y las consecuencias futuras de su proyecto político. Considerando que el Modelo Ortega se fundamenta en el totalitarismo a cambio de promover condiciones para la creación de riqueza, la insistencia del Cosep en repetir que es mejor la democracia, pareciera irrelevante y autoincriminatoria a la luz que su socio principal desarrolla un gobierno dictatorial, represivo y fundamentalista.

El Modelo Tripartita (Gobierno-Cosep-¿Sindicatos?) de Ortega lleva la crisis en su naturaleza y ¡claro que podrá “administrarla”! al igual que administró el país en la década de los ochenta. Nos ofrece administrar Nica Act bajo el concepto que Nicaragua no dejará de existir y también puede administrar el aislamiento económico que viene provocando por su política internacional. Ortega administra todo, ¡Patria Libre o Morir! Pero la gracia no es administrar un pueblo en permanente crisis, sino evitarlas con sabiduría, humildad y en nuestro caso con democracia.

Poder perpetuo y desarrollo son incompatibles. El Modelo Totalitario requiere invertir muchísimo dinero para financiar campañas promoviendo el culto al líder, sistemas de vigilancia y control social, programas asistencialistas, excesiva Fuerzas Armadas y armamento, una gran estructura partidaria profesional, proliferación y enriquecimiento de empresas partidarias deficitarias. Nada es productivo. ¿De dónde sale todo este dinero?

De malversación, cohecho, desfalco, etc., lo cual nos lleva a dos requisitos más: violación total de las leyes para garantizar la impunidad de aliados en la corrupción y comisión de delitos y finalmente la amenaza latente que después de Ortega: “El caos”.

Ningún modelo ni país puede crecer así de manera sostenible, por tanto es de primera necesidad para Ortega que el Cosep cumpla su parte de crear y derramar riqueza, para que la bonanza económica brinde estabilidad a su poder político totalitario. Pero tampoco funcionará correctamente sin leyes que lo organicen y faciliten su implementación práctica en armonía con sus objetivos. El problema es que al Modelo T no se le puede diseñar un andamiaje jurídico que lo soporte, primero porque serían leyes retrógradas y segundo porque el líder no arriesgará su poder omnímodo sujetándose a leyes de ningún tipo, actuales o futuras. De hecho, Nicaragua sufre por la capacidad total del orteguismo para desconocer y violar cualquier norma legal, dejando todo el sistema legal sin posibilidad real de aplicación.

Una cultura de respeto a las leyes proporciona orden y verdadera estabilidad social, bases importantes del desarrollo sostenible. Mientras Ortega vende la estabilidad de las calles en el exterior, propaga un caos oculto dentro de instituciones, hogares y en cada nicaragüense. El problema en Nicaragua se agrava en la medida que los orteguistas asumen que esa capacidad de su jefe de transgredir la ley es extensiva a todos ellos y se va contagiando impunemente sin control a otros sectores. Provocará un abuso generalizado, una actitud colectiva en todos los niveles estructurales que destruye el concepto de honestidad, malogrando al individuo en sus distintos roles, laboral, familiar, cívico, etc. Si analizamos las noticias cada día, el 90 por ciento de problemas y conflictos de cualquier tipo y lugar del país suceden por la falta de cumplimiento de las leyes, tanto de autoridades como de ciudadanos.

Una empresa moderna promueve un clima laboral estable y una cultura institucional sólida, además de trabajadores productivos participando en una organización eficiente para crear valor. El Modelo T promueve frustración y resentimiento, predominio del politiqueo sobre el desempeño, la negación a una cultura de libertad,  innovación y creatividad para dar paso a una cultura orteguista alienante que entorpece el uso de la razón y la personalidad. En general, es una distracción emocional nociva para labores, oficios y actividades económicas. En este ambiente, de nada servirá la propuesta Cosep de fortalecer la educación formal en Nicaragua.

Si el Cosep como institución se niega a participar en la vida política partidaria, ¡es más que correcto! lo cual no le impide distinguir entre un gobierno totalitario de uno democrático. Las excelentes relaciones existentes entre gobierno y empresarios son meritorias de un mejor propósito que el de apuntalar un Modelo antidemocrático. Deberían consolidar un sistema que practique los derechos humanos, el respeto a la ley y una cultura educativa moderna que promueva el ser social y el ser individual. Pero sucede lo contrario y deberían preguntarse: ¿Cómo persuadir a nuestro socio que rectifique su rumbo político? ¿Cómo identificar parámetros que indiquen el momento de adoptar posturas firmes, más allá de pronunciamientos? ¿Cuál es el costo que queremos, podemos y debemos pagar por mejorar Nicaragua? Deberían criticar la Nica Act si consideran que contradice nuestra Constitución o exigir públicamente a Ortega que la cumpla para evitarnos crisis al pueblo.

Construyamos juntos un Modelo Multipartita sin exclusiones, con igualdad de derechos para todos. Para, por y con el pueblo.

El autor es administrador de empresas.

Opinión cosep Daniel Ortega Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Juan Ramón Pérez Gon
    Hace 7 años

    El caudillo es un modelo a seguir. El comandante se reelige y José Adán Aguerri (Cosep) se reelige nueve veces, llevando diez años en el cargo; el comandante viola a su hijastra y Farinton Reyes a su ahijado, y toda una serie de aberrados violan y matan niñas, jóvenes, mujeres adultas a lo largo y ancho del país; la hija de su amigo Francisco López bien tomada mató a tres personas, lesionó a otras y el culpable es la víctima (a continuación se dispara la mortalidad en carreteras, en un sálvese quien pueda).

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