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Matagalpa, parricidio

Según la defensora pública, Fátima Granados, la autora del crimen pudo cometer el crimen por perturbaciones mentales y escaso discernimiento. LA PRENSA/ Luis Eduardo Martínez

Mató a machetazos a su esposo ciego, ahora tendrá que pasar 15 años en prisión

Ana Julia Amaya Soza mató a su pareja Marcelino Huerta Hernández el pasado 18 de diciembre. La autora del crimen cumplirá su condena en el Sistema Penitenciario Regional de Waswalí. Abogados alegan perturbaciones mentales.

Ana Julia Amaya Soza, de 37 años, fue sentenciada este jueves a 15 años de prisión luego de que un jurado la encontrara culpable de parricidio en perjuicio de su pareja Marcelino Huerta Hernández, de 44; a quien habría atacado a machetazos el pasado 18 de diciembre. Los hechos ocurrieron en la casa donde ambos residían en la comunidad Las Carpas del municipio de Rancho Grande, en Matagalpa.

De acuerdo con la acusación de la Fiscalía, Amaya discutió con Huerta, quien era ciego y estaba acostado en una cama de madera, y le asestó varios machetazos en la cabeza. Tras cometer el crimen huyó.

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Huerta fue auxiliado por vecinos y trasladado al hospital César Amador Molina en la ciudad de Matagalpa y remitido al hospital Lenín Fonseca en Managua, donde murió el 24 de diciembre a causa de un “edema cerebral severo”.

La pena expirará el 18 de diciembre del 2031 y Amaya debe cumplirla en el Sistema Penitenciario Regional de Waswalí, cinco kilómetros al suroeste de la ciudad de Matagalpa, según sentenció el titular del Juzgado Primero de Distrito Penal de Juicios en Matagalpa, Frank Rodríguez Alvarado.

Crimen por perturbaciones mentales

Tras el juicio, el veredicto del jurado fue de cuatro bolas negras y una blanca, declarando la culpabilidad de Amaya. Posteriormente, en el debate de pena, el fiscal auxiliar Alfonso Pineda pidió que el juez Rodríguez calificara las circunstancias agravantes de alevosía, ensañamiento y parentesco entre Amaya y Huerta.

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Mientras que la defensora pública, Fátima Granados, solicitó que el juez considerara que Amaya no tenía antecedentes y que pudo cometer el crimen por perturbaciones mentales y escaso discernimiento.

En su sentencia, Rodríguez impuso la pena mínima establecida para el parricidio en la legislación penal.

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