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Cartas al Director

Cartas al Director

Recordemos que somos una sociedad enferma, atada a los convencionalismos que como un vicio de la historia siempre se han dado en este país.

Derogar Ley 779
Nadie se opone a que se proteja a la mujer,  a quien en todo tiempo hay que acreditarle el respeto necesario que se merece. Pero que haya  una ley de defensa de la mujer, cuando lo que cabe es  dar explicaciones cuando incurrimos en tratos groseros, hay una enorme diferencia.

En ese sentido debo decir que a mi me parece innecesaria  la Ley 779, ya que dentro de una relación conyugal siempre se dan ligeras confrontaciones, pero es legislación deja  al hombre completamente “amarrado”, sin lugar a defenderse con los argumentos que tiene a su alcance y que son o pueden ser razonables.

Está bien que a la mujer se le defienda de los improperios de un hombre machista, que no la sabe valorar, pero no  es bueno que los tribunales, inclinen la balanza a un lado y le resten mérito a lo que el hombre tiene que decir en materia de defensa,  con el aporte de sus argumentos. La justicia en este caso, como en otros, no tiene por qué parcializarse, deben ser ajenos a “instrucciones políticas”  cuando el demandado no es de la ideología del partido de Gobierno. Son muchos los casos que se han visto de    que a un hombre se le condena por la simple “razón” de no comulgar con la línea partidaria del sistema.

Recordemos que somos una sociedad enferma,  atada a los convencionalismos que como un vicio de la historia siempre se han dado en este país, hoy más que nunca tan deshumanizado,  donde el abuso de autoridad se halla por encima de la razón. Y por otra parte, la poca o escasa cultura que se registra en el cuadro clínico de nuestro antagónico atraso donde la aplicación de la ley está dirigida a los sectores débiles de la población y  los factores económicos brillan por su ausencia.

La Ley misma no debe ser  acomodada a las circunstancias, para castigar con el peso al que no reúne condiciones “atractivas”, para exonerarlo en su aplicación. Pienso que la Asamblea Nacional, haciéndole a un lado conceptos ideológicos y viéndola como un cuerpo colegiado, tiene que tomar decisiones terminantes para la derogación de esa ley que ha venido desde su origen  produciendo daños irreparables. Se sobrentiende que manteniendo esa ley en vigencia seguirá cobrando efectos negativos que pueden evitarse si “los padres de la Patria”, con madurez de juicio hacen posible la paz social, asumiendo posturas reposadas que sean el resultado de una independencia política que los lleve a considerarse auténticos “representantes del pueblo”, y no instrumentos obedientes de una situación determinada.
Hugo Ramón García.

 

Cien años del Diriangén
Unos días atrás fui a la celebración del siglo de existencia del “Diriangén FC”, una noche muy emotiva, llena de orgullo y pasión.
La presentación de una nueva directiva del Diriangén, presidida por Nicky Bolaños, un experto en mercadeo y espectáculos de alto nivel, quien tendrá  a cargo la responsabilidad de  promocionar y venderlo como un equipo de marca registrada.

La oportunidad es extraordinaria, única, también porque   en la historia del Diriangén  jamás ha tenido un profesional de esa categoría, con capacidades demostradas  en el campo del mercadeo y publicidad.

Me atrevo a decir que otros tiempos vienen para Diriangén, porque es un  personaje de lujo  que conoce su medio y sus contactos son de primer nivel… por eso dijo esa noche que cuando ya se pueda usar  el estadio,  Diriangén tendrá celebración  durante  el año y no solo en el día del aniversario.

El proceso para que el Diriangén sea campeón, ya inició. Necesitaba esa independencia, esos cambios y estos vienen, es hora de un alto en el camino, para avanzar.

Desde el 2007 el Diriangén no gana un  campeonato, esto es consecuencia de falta de calidad, en el campo deportivo y también de los directivos, y abandono de la fanaticada por los resultados y en resumen la desorganización fue bien  organizada. Sin experiencias, sin presupuesto y sin una promoción bien dirigida, no hay equipo  que prospere; ni campeonato que se gane.

¿Cómo funcionaron desde el 2007 al 2016? De manera artesanal, sin un plan estratégico, fueron especialistas en figurar, en alardear, pero el que no tiene un plan tampoco sabe a dónde van a llegar sus resultados. ¿Y qué obtuvieron? Nada… solo participaron a como pudieron.

El colmo de la directiva anterior es que durante su aniversario de los cien años, no pudo el pueblo celebrarlo en su estadio, la razón es que planificaron su remodelación para cinco a seis meses y ya tienen  en junio de 2017, un año de estarlo realizando.

Además se dio un gasto excesivo en el campo, debido a que esa grama que ahora tendrá el terreno, es buena, pero no resiste pisoteo intensivo. Lo correcto era únicamente cambiar el drenaje interno y volver a nivelar el campo y la grama hubiera brotado de nuevo; pero, ¿por qué se hizo, de esa forma? ¿Qué intereses movieron ese cambio?

Mencioné esto para que quien no conoce el pasado, no cometa el mismo error. En el futuro, sugiero un plan estratégico 2017-2022, que es  básico, para que se genere una manera de alcanzar los objetivos claros, establecer, los indicadores deportivos y gerenciales, con tareas que nos den los resultados que perseguimos y un plan de acción 2017.

En conclusión,   ese cambio de timón e independencia es lo mejor que le pudo pasar al Diriangén, para no seguir haciendo “más de lo mismo”.

Algunas recomendaciones para la nueva directiva: el siglo XXI es la oportunidad para tener una empresa deportiva llamada “Diriangén FC”, que sea sostenible, confiable para la empresa privada. Salgamos del futbol artesanal y saltemos al empresarial.

Generar una empresa sin secretismos; que participe el pueblo, que sienta suyo al  Diriangén; con una divulgación del plan, de sus avances y de tomar en cuenta al pueblo con asambleas informativas, boletines cada dos meses, con un profesional en la vocería del equipo.
Manuel Esquivel Acevedo.

 

Tres Ensayos
Recientemente recibí de manera grata, aquel regalo que para la mayoría de jóvenes es aburrido o quizás muy formal (un libro). Se trata de la obra “Tres Ensayos; Darío no fue profeta en su propia tierra”, escrita por el doctor Sergio García Quintero, y que sin dar lugar a dudas, una vez más, demuestra la capacidad prominente del letrado, reconocido por sus exquisitas faenas poéticas, jurídicas e investigativas.

El libro, dividido exactamente como lo contempla su nombre, es la presentación de tres ensayos: Carlos Mejía Godoy y la misa campesina; Darío no fue profeta en su tierra y, Los Rothschuh: una estirpe de poetas, en los que resalta la mano de Dios en la vida de cada uno de ellos: “Son elegidos, para que se manifiesten, en gloria a su nombre, en hechos y obras que queden brillando para siempre como fanales de luz encendidos…”, afirma el prosista.

En ocasión al primer escrito, García Quintero eleva la figura del bardo al determinarlo como: “El más alto ponente de la cultura musical de Nicaragua”, siendo esto claramente expreso en su melodía cresta La Misa Campesina y caracterizada textualmente por el autor en “una composición sublime y magistral…”.

Posteriormente, abarca los fastidiosos momentos que vivió la figura máxima del literato nicaragüense, el cual fue sometido a continuas descalificaciones: “Darío no fue jamás profeta en su tierra, por lo contrario, fue en su patria, en su Nicaragua natal, en donde cosechó más amarguras, angustias y desdenes…” —escribe el ensayista—, seguramente airado por las injusticias cometidas.

El tercer artículo narra cómo conoció el autor al principal de los vates de la familia (Guillermo Rothschuh Cisneros), y del cómo va creciendo la admiración de este por el panida. Asimismo, reconoce a Rothschuh Tablada como: “El más valioso cantor de la Nicaragua rural, de la vida agraria de nuestro pueblo, de su solar nativo, pletórico de la vida y de olor a tierra mojada…”.

Tres Ensayos, es la forma más sutil e inteligente de exhortar y demostrar a quienes se empeñaron o empeñan, en la negativa de honrar a los personajes que han dado méritos al país, manifestando en sus descréditos falta de conocimiento y celos. Y el escriba proclama: “Honor a quienes honor merecen”. Así sea.
Carlos Gabriel Berríos Munguía.

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