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Martín Guevara es uno de los ajedrecistas más destacados de la historia de Nicaragua y por ello fue electo para ser miembro del Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ

Martín Guevara es uno de los ajedrecistas más destacados de la historia de Nicaragua y por ello fue electo para ser miembro del Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ

Martín Guevara, un ejemplo de persistencia y disciplina

Martín Guevara ha sido un brillante ajedrecista, pero sobre todo, es un destacado profesional de la ingeniería

Hace una semana los reflectores volvieron a alumbrar hacia Martín Guevara, mientras era exaltado al Salón de la Fama del Deporte Nacional. Y a medida que avanzaba al estrado, se describía su brillante carrera, que incluye ocho campeonatos nacionales de ajedrez.

Y sin embargo cuando comenzó a jugar, no ganó una sola partida durante seis meses en su barrio y eso que jugaba casi todos los días. Pero lejos de desistir, recurrió a toda su fuerza interior y continuó hasta el día en el que finalmente se impuso y de ahí nadie lo paró.

Ahora es fácil ver a Guevara recibiendo homenajes y condecoraciones, mientras se enaltece su nombre. Y parece cómodo tras su escritorio de decano de ingeniería en la Universidad Americana. Pero detrás de la fachada, hay una historia de perseverancia y tenacidad.

“Mi familia se movió de León a Managua en 1977 y vivimos en el barrio Santa Rosa y tuve la fortuna de cohabitar con ajedrecistas que eran jugadores de Primera División. Y comencé a jugar, pero nunca ganaba y eso que jugábamos al menos tres partidas diarias”, recuerda.

Martín venía de ser el mejor alumno de primaria en León, así que perder tan seguido, llegó a cuestionar su inteligencia, pero en lugar de desanimarse, decidió estudiar ajedrez y con el paso de los días, la historia fue cambiando, hasta llegar a convertirse en el campeón.

“El problema durante esos seis meses, era que nadie me decía por qué perdía, dónde estaba mi falla. Pero a finales de ese año (1977) gano mi primera partida y mi juego crece, hasta el punto que al año siguiente participo en un torneo oficial y termino de tercero”, señala.

Para entonces, Guevara fue seleccionado para asistir a la olimpiada del niño en Colombia y luego a nivel local con 15 años, se ubicó tercero, detrás de René Pilarte y Edmundo Dávila, sus dos ídolos. Y tras un quinto lugar en 1981, saltó a la cima como campeón en 1982.

AQUÍ EL DIÁLOGO

¿Cómo has logrado tener éxito?

Dedicación, disciplina y mucho trabajo. Parece una combinación sencilla, pero no lo es. La disciplina es un hábito y yo lo cultivé desde niño. En todo lo que me involucré, lo hice con disciplina. Eso me permitió jugar, estudiar y trabajar. Cuesta un poco, pero se puede.

¿Qué tan importante fue tu familia?

Fundamental, sobre todo mi madre, quien confió en mí y me apoyó. Ella me llevaba a las academias donde enseñaban y me llevó a las competencias. Cuando me desarrollé, continuó apoyándome, pero me condicionó seguir, si no me descuidaba de las clases. Eso fue clave.

¿Qué es lo importante en el ajedrez?

Como te dije, tener disciplina, porque requiere de mucho estudio, tenés que ser constante.  Ahora la tecnología ayuda, antes había escasos libros que te hablaban de la apertura, medio juego y final. Era rudimentario. Ahora podés estudiar en línea y se avanza más rápido.

¿Cuáles son las bondades del ajedrez?

Te permite desarrollar el pensamiento creativo, ser más reflexivo y sacar provecho de tus capacidades de memoria, te mejora en todo. El ajedrez te sirve para la vida cotidiana, saber predecir, saber ajustarse a los cambios que da la vida y visualizás la vida desde otra esfera.

¿Cuándo te enamorás del ajedrez?

Cuando gano mi primera partida en el barrio. Pero además te cuento, en 1978, voy a un torneo nacional y pierdo las primera ochos partidas, pero ganó la última. Ahí me dije a mí mismo: yo puedo hacer esto. Tengo que esforzarme más, pero me voy a imponer. Y lo hice.

¿Cómo pudiste estudiar, jugar y trabajar?

Organizando mi tiempo, teniendo disciplina como te he dicho. En eso fue clave mi mamá, quien me dijo que no podía dejar de estudiar. Sin formación profesional tendría una calidad de vida bastante limitada, como sucede con muchos otros deportistas muy destacados.

SE SIENTE REALIZADO

¿Te sentís realizado?

Soy una persona bendecida por Dios. Me desarrollé como deportista, logré prepararme académicamente hasta donde he podido. Me gusta mi profesión. Me gusta el contacto con los jóvenes. Trato de ayudarlos desde mi posición y sí me siento realizado.

¿Qué se siente entrar al Salón de la Fama?

Es un orgullo para mí y para mi familia. Nunca pensé en ingresar. En varias oportunidades me habían propuesto retirarme para ser candidato, pero respetuosamente dije que agradecía, pero deseaba seguir jugando. Luego me comentaron que había un cambio y pude entrar.

¿Ha valido la pena el esfuerzo?

Claro que sí, uno no juega para obtener reconocimientos, juega porque te apasiona competir y disfrutás el juego, pero sí ha valido la pena todo el esfuerzo. A mí me conocen más como ajedrecista que como profesional de la ingeniería, lo cual me causa mucha gracia.

¿En alguna etapa sentiste mucha presión?

Sí, cómo no. Cuando entré la universidad y luego cuando asumí compromisos familiares como padre. Entonces ante esa presión, solté el ajedrez y me concentré en estudio y trabajo. Estudiaba ingeniería mecánica en la noche y trabajaba en el día en una planta de Enabas.

Ahora sos decano en la UAM, ¿te gusta?

Claro que sí, es una realización profesional y de paso una oportunidad para ayudar a los jóvenes que merecen un empujón, pero siempre les reitero que está bien que practiquen un deporte, pero que la clave son sus estudios. En la UAM tengo 16 años, nueve como decano.

¿Cuál ha sido la mejor época del ajedrez?

Creo que Edmundo Dávila y Narciso Salas dejaron un buen semillero en los años setenta que explotó en la década del ochenta, para lo cual fue clave el apoyo del gobierno. De modo que ahora veo más jugadores, pero creo que la calidad de los anteriores fue mejor.

¿Todavía jugás?

Si, aún soy seleccionado nacional. Lo que pasa es que a veces desisto de competir, sobre todo en el extranjero por los compromisos laborales, pero espero estar en los Juegos Centroamericanos aquí en nuestro país.

 

PLANO PERSONAL

Martín Guevara Cano nació en León hace 52 años. Es ingeniero mecánico e ingeniero industrial, con dos maestrías en gestión social y proyectos.

Su madre, Sonia Cano Narváez, ahora de 70 años, lo acompañó en su ingreso al Salón de la Fama y fue quien lo condecoró con la medalla de honor.

Fue ocho veces campeón nacional y es maestro FIDE. Se considera que pude ser campeón al menos cinco veces más, pero se ausentó por sus estudios.

En su llegada al barrio Santa Rosa jugaba contra Danilo Sirias, Manuel Canales, José Luis Vásquez y Carlos Gómez, entre otros. Sirias fue campeón.

En los años ochenta España, Chile y Cuba le ofrecieron becas de estudio a cambio de jugar para esos países, pero declinó para hacerlo por Nicaragua.

Ingresó a la Universidad Americana en el 2001 como docente. Luego fue coordinador de la carrera de ingeniería y desde el 2008 es el decano.

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