A la orilla del cráter Santiago, del volcán Masaya, en la Plaza Oviedo, hay un espectáculo que desde 2016 atrae sin descanso a miles de turistas nacionales y extranjeros: un lago de lava de intenso rojo. Si se va de noche, la experiencia es más llamativa, pues la lava se aprecia mejor y las fotografías con el resplandor rojizo que esta crea en el amplísimo cráter son insuperables. Y si se visita de día, con solo inclinarse un poco, también puede verse la suerte de estanque de fuego. Eso sí, en ambos horarios se puede escuchar cómo hierve el caldeado líquido desde las profundidades del volcán.
Sin embargo, por la constante emisión de gases, los visitantes solo pueden permanecer allí cinco minutos, o al menos esa es la explicación de las autoridades. Un guardaparques toma el tiempo cronómetro en mano y avisa cuando este se agota para que los turistas desalojen el área. Esta regla aplica para los recorridos de día y de noche, y genera un dinámico vaivén de visitantes por muchas horas.
Es preciso saber, eso sí, que al tratarse de un volcán activo, de forma inesperada pueden ocurrir expulsiones de gases, rocas y cenizas. Y si esto ocurre, los visitantes deben retirarse inmediatamente, porque los gases pueden irritar los ojos y obstruir las vías respiratorias.
Otro de los atractivos es la famosa Cruz de Bobadilla, que fue instalada por el fraile Francisco de Bobadilla en el siglo XV, pues él creía que el cráter era la “Boca del Infierno” y mandó a instalar la cruz para “exorcizarlo”. Hace años se podía subir hasta la cima, donde está la instalación, pero actualmente no se permite porque en 2012 hubo una explosión que causó daños y ahora puede haber derrumbes, según explica uno de los guardaparques.
Lo bueno de ir en el día, no obstante, es que al regresar del cráter se puede visitar el museo, dividido en varias salas donde se aprende más del coloso de Masaya, de su historia, la estructura del mismo, la flora y fauna de la zona, y también hay información sobre vulcanología del país. En cada sala hay dibujos y gráficas en 3D que detallan los datos. Incluso está el traje especial para bajar hasta el lago de lava que utilizó y autografió Sam Cossman, el explorador y cineasta estadounidense que estuvo documentando el lago de lava en 2016.
Anteriormente se podía hacer senderismo, pero por la reciente actividad del volcán se suspendió esta actividad.
Erupción más grande
La mayor erupción del volcán Masaya fue el 16 de marzo de 1772. La lava llegó por un lado a la Laguna de Masaya y por otro atravesó el camino real y continuó avanzando por los siguientes días en dirección al Lago de Managua, hasta detenerse en El Portillo (Sabana Grande). Esa erupción duró nueve días. Las poblaciones vecinas de Nindirí y Masaya huyeron despavoridas hacia Granada desde el primer momento.
Tome Nota
El Parque Nacional Volcán Masaya está ubicado en el kilómetro 23 Carretera a Masaya. Si va en su vehículo, de Managua hasta allá, tardará 30 minutos, dependiendo del tráfico. Si no tiene vehículo puede tomar un microbús interlocal en la terminal de buses ubicada frente la UCA. El precio es de 19 córdobas.
En la entrada del parque hay una caseta donde debe pagar el ingreso. Si es nicaragüense debe presentar su cédula de identidad y pagará 30 córdobas. Si es extranjero el costo es de 100 córdobas. Este precio es para el tour de día, que es de 9:00 a.m. a 4:45 p.m.
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El paseo de noche cuesta 10 dólares para nacionales y extranjeros, y es cuando más se llena. Esta modalidad comienza a las 5:00 p.m.
En la entrada al parque hay un microbús y una camioneta que ofrecen traslado ida y vuelta hasta el cráter. Usted deberá hacer el trato directamente con los dueños de estos vehículos, pues no es un servicio propio del parque. El costo ronda los 100 córdobas. Después lo trasladarán por una calle rodeada de la vegetación de la zona hasta llegar al museo. Allí una persona del grupo deberá bajarse y anotarse en la lista de visitantes. Después seguirá unos cuatro kilómetros hasta llegar al cráter.