El fanático se acostumbra a la excelencia y ya no quiere bajarse de ahí. Y se hace tan exigente, que se decepciona cuando su equipo no alcanza la cúspide, aun cuando haya brillado a través del camino.
A los yanquistas les pasa con frecuencia. A pesar de la cantidad de títulos en la Serie Mundial (27), ganar una División o incluso la Liga Americana, no es algo que satisfaga sus expectativas.
Este año los Yanquis están peleando, pero solo con el tiempo vamos a saber si tienen la solidez necesaria para ganar. Falta un trecho considerable aún y hay que ver si irán al mercado para reforzarse.
A esta etapa la veo como una temporada puente, una que podría conducir a algo grande en un futuro cercano, pero no necesariamente este año, pero el equipo se está actualizando.
Los Yanquis se renuevan por varias razones: una porque varias de sus figuras envejecieron. Porque hay restricciones para contratar y porque han vuelto su mirada a sus fincas y ya hay frutos.
Anoche, cuando el joven Dustin Fowler apareció en el line up ante los Medias Blancas, se convirtió en el noveno chavalo que debuta este año con los Yanquis. Y eso que al momento van 77 juegos.
El récord de debutantes de los Yanquis en una campaña completa son 12 y eso ocurrió en 1944. Luego hubo 11 en el 2015. Y ahora van por ocho y contando. Así que a lo mejor habrá nueva marca.
Y si a eso se agrega a gente aún muy joven como Aaron Judge, Gary Sánchez, Luis Severino, Tyler Austin, Greg Bird y Luis Cessa entre otros, podrá concluirse que ha llegado sangre nueva al Bronx.
Y mientras se materializa esta etapa, que podría ser de transición, el equipo sigue en la pelea, algo que está en el ADN de los Yanquis y sus seguidores lo saben.
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