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Manuel Ortega Hegg, sociólogo, municipalista e investigador. Foto LA PRENSA /Manuel Esquivel

Manuel Ortega Hegg, sociólogo, municipalista e investigador. Foto LA PRENSA /Manuel Esquivel

Manuel Ortega Hegg: “Pueblo presidente impone a un sector no electo”

El municipalista Manuel Ortega Hegg describe cómo la administración de Daniel Ortega demolió paso a paso la autonomía del poder local

El municipalista Manuel Ortega Hegg describe cómo la administración de Daniel Ortega demolió paso a paso la autonomía del poder local. Afirma que la independencia municipal desapareció desde que el Gobierno central impuso a los Consejos de Participación Ciudadana (CPC), los Gabinetes de la Familia y los secretarios políticos por encima de las autoridades municipales que fueron legítimamente electas.

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Desde ese punto de vista, el sociólogo valoró que las próximas votaciones para elegir alcaldes, vicealcaldes y concejales, previstas para noviembre próximo, pierden sentido porque el ciudadano no decide con su voto quién regirá el destino del municipio, sino que todo es controlado por un sector partidario preestablecido.
Ortega Hegg valoró que tal y como ocurrió en las votaciones presidenciales del año pasado, el poder tampoco está en juego ahora, porque el sistema electoral está “colapsado por su flagrante partidarización”.

¿Cuál es la importancia de la Autonomía Municipal?

Lo primero es que la autonomía da poder al pueblo porque es un derecho ciudadano elegir a sus gobernantes locales y disponer de recursos propios, decidiendo a qué necesidades prioritarias de sus ciudadanos destinarlos. Lo segundo es que la autonomía municipal estimula el desarrollo local, al permitir la toma de decisiones sobre las potencialidades y necesidades propias de la comunidad, lo que estimula y fortalece las iniciativas territoriales. La autonomía local es también la base de la democracia local, porque le permite a los ciudadanos elegir y ser electos en el espacio local y participar en la toma de decisiones sobre los asuntos propios de su comunidad y su municipio. En realidad la autonomía es la condición fundamental del régimen municipal.

¿Cómo funciona la autonomía municipal en la práctica?

Como es sabido, la autonomía municipal prácticamente desapareció con esta Administración. Se pueden señalar varios hitos en el desmantelamiento de la autonomía municipal. Por ejemplo, la reforma de la ley de municipios hizo difuso el poder entre el alcalde, el vicealcalde y el Concejo Municipal, pero además impuso por encima de ellos la figura del secretario político del partido, que es quien traslada las orientaciones sobre lo que deben hacer los gobiernos locales. Es decir, una estructura no electa (el representante del partido) se impone sobre los electos por la población. Además, la ley de transferencias municipales conseguida en el período de Enrique Bolaños, a través de una reforma de esta Administración volvió a introducir la discrecionalidad central en la distribución de transferencias del Presupuesto Nacional a los municipios, al no aplicar los criterios de distribución automáticamente y a través de una fórmula matemática, sino permitiendo a la comisión cambiar cada año el peso de cada criterio, según intereses de la comisión. Pero además esa reforma sustrajo de la decisión de las autoridades locales una tercera parte de esas transferencias municipales, al establecer que esa tercera parte de ellas debía dedicarse a financiar competencias o responsabilidades centrales o compartidas, como el agua, la salud y la educación.

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El resultado es que los gobiernos locales disponen de menos recursos sobre los que decidir que antes, reduciéndose así la autonomía financiera.  Por otro lado, el modelo de participación introducido por el Gobierno (CPC o Gabinetes de Familia y comunidad) sobre el principio del “pueblo presidente” impone a un sector no electo (el CPC y el secretario político) sobre los electos locales, quitando en la práctica poder a los electores, porque sus electos no mandan.

El año pasado (2016) usted hizo un análisis del proceso de votaciones nacionales, comparando las condiciones que demanda una elección y el proceso electoral presidencial en curso. Usted dijo que no estaba en juego el poder, ¿ha cambiado el panorama como para creer nuevamente en un proceso electoral en Nicaragua?

En mi opinión, hasta la fecha esa situación no ha cambiado.

¿Se garantiza el voto popular?

Hay un amplio sector de nicaragüenses que piensan que no. Y los observadores nacionales e internacionales de las elecciones en Nicaragua coinciden en que hay falta de transparencia e irregularidades graves en las elecciones que no dan confianza de que el sistema electoral brinde la seguridad de que se respeta el voto ciudadano.

¿Cómo caracterizaría el sistema electoral actual?

Es un sistema colapsado por su flagrante partidarización. Eso lo ha llevado a perder su razón de ser, que es garantizar a las fuerzas políticas en competencia un arbitraje profesional. Por eso, el problema fundamental del sistema electoral no es exclusivamente técnico. El problema fundamental del sistema electoral es de voluntad política para hacer que su funcionamiento sea imparcial y que esté sometido a lo que establece la Ley.

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¿Cambia en algo la participación de la OEA como observador electoral y la participación del nuevo partido opositor Ciudadanos por la Libertad?

En mi opinión cambiaría un poco, pero no lo suficiente como para dar garantías al voto ciudadano.

Independiente del resultado, ¿qué balance se puede hacer de la importancia del municipio para la administración Ortega-Murillo?

Los municipios son importantes para cualquier administración, porque dan poder sobre el territorio y propician mejores condiciones para garantizar votos. Creo que esa importancia es la misma para todos los partidos, incluyendo el partido de gobierno.

¿Cuál es el sentido de elegir alcaldes y concejales si el Gobierno central los destituye?

Un estudio reciente de la Universidad de la Florida sobre cultura política electoral en Nicaragua indicaba precisamente que esa falta de sentido del voto es una de las razones por las cuales la participación ciudadana en las elecciones se ha venido reduciendo de elección en elección, lo cual no es bueno para la legitimidad de los electos ni para la buena salud de la democracia.

¿Cómo quedan los ciudadanos dentro de este sistema político?

El ciudadano es uno de los ejes centrales de todo sistema político. Su poder reside en que puede cambiar las autoridades que lo gobiernan con el voto, y en que su fuerza, organizada o no, puede incidir en las decisiones de los electos para que le den respuesta a sus problemas. En nuestro caso, el ciudadano, independientemente del partido en que milite o que no tenga partido, ha perdido el poder del voto. Ya no elige ni puede cambiar a sus autoridades ni tampoco tiene capacidad para incidir en quienes lo gobiernan.

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¿Qué nombre se le puede dar al sistema de gobierno municipal que existe en la práctica?

Yo creo que es un sistema de gobierno municipal tutelado.

¿Cómo valora el papel de los secretarios políticos en los municipios?

Son parte de un engranaje eficiente y disciplinado cuyo rol es garantizar que las orientaciones partidarias centrales sean llevadas a cabo de forma prioritaria en los municipios a través de los gobiernos locales afines y las organizaciones partidarias locales.

¿Cómo se pueden recuperar los espacios perdidos en el ámbito municipal? ¿Cuál sería la salida?

Yo creo que hay que comenzar por reconquistar el poder del voto para el ciudadano. Eso pasa por devolver la confianza en el sistema electoral y en el imperio de la ley. Sin eso el ciudadano no tiene ninguna posibilidad de reconquistar su espacio de incidencia en el sistema político ni de control de sus autoridades; pero tampoco hay posibilidad de ninguna salida real que garantice a mediano y largo plazo la estabilidad del sistema.

“Escuela de democracia”

El investigador y sociólogo Manuel Ortega Hegg manifestó que los municipios son escuelas de democracia, donde los ciudadanos tienen más oportunidad de incidir en la toma de decisiones por la cercanía con las autoridades y con los problemas que los aquejan como comunidad. “La gente conoce a su alcalde y a sus concejales, sabe dónde viven y se relaciona con ellos. También aprende a usar su poder para hacer que las autoridades hagan lo que el ciudadano dice y controla también la labor de los electos”, explicó Ortega Hegg.

Bagaje en el tema municipal

Manuel Ortega Hegg estudió Filosofía, Teología, Sociología y Economía Política. Se especializó en análisis socio-cultural y religioso. Estudió en el Instituto San Buenaventura (Colombia), Seminario Conciliar (México), en la Universidad Nacional Autónoma de México y en el Centro Tricontinental de Lovaina La Nueva, Bélgica.

Fue profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México, en la UNAN Managua y en la UCA, donde además de profesor fue director del Centro de Análisis Socio Cultural durante 17 años, un centro de investigación especializado en análisis sociocultural y religioso.

Durante los años ochenta fue sucesivamente miembro y luego coordinador del Equipo Asesor de la Presidencia de la República; director de la Dirección General de Atención a Municipios y Regiones del Ministerio de la Presidencia; y secretario ejecutivo de Gobierno (jefe de gobierno) en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur.

También fue parte de la Comisión Nacional de Autonomía que formuló la política de autonomía para los pueblos indígenas.
Ortega Hegg manifestó para esta entrevista que la experiencia de ser funcionario de gobierno en una revolución y en medio de una guerra, fue “extraordinariamente rica”.

“La revolución me desafió también a imaginar respuestas inéditas pero viables a problemas históricos complejos. Por ejemplo, al problema de la discriminación y exclusión de la población indígena y negra del país. Imaginar la manera en que la nación podría construirse con una visión incluyente de la diversidad multiétnica y pluricultural; y, en consecuencia, imaginar un diseño de Estado que diera espacio de autogobierno a los pueblos indígenas y comunidades étnicas del Caribe para que pudieran tutelar sus derechos, a través de un Régimen de Autonomía dentro de un Estado nacional único. Esa fue una experiencia colectiva extraordinaria e invaluable”, expresó Ortega Hegg.

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