El costeño Andrew Budier, un tirador con un largo linaje en la pelota, y el rivense Nixon Muñoz, un pequeño de gigantesco corazón, son las nuevas esperanzas de Nicaragua en beisbol profesional.
Budier, en cuyo árbol genealógico figuran legendarios peloteros como Leyman Sinclair, Duncan Campbell y David Green, además de su papá Alden, quien jugó en el Beisbol Superior con la Costa Caribe, firmó con los Dodgers de Los Ángeles.
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Por su parte, Muñoz, un seleccionado nacional desde las categorías infantiles y coleccionista de trofeos y medallas internacionales, la última de ellas como campeón ponchador y miembro del All Star del Panamericano Sub-15 en 2015, se unió a los Medias Rojas de Boston.
Ambos son lanzadores zurdos de 17 años de edad y además de su talento, los une una férrea ética de trabajo, una llamativa madurez para su edad y el deseo de llegar tan lejos como a las Grandes Ligas.
También, el camino a esta firma no ha sido fácil para ambos, pero esto los ha fortalecido mentalmente para afrontar los nuevos retos, pues este es apenas el primer paso.
“Aunque nos desesperamos en determinado momento porque no llegaba la firma, nunca perdimos la esperanza y la fe en Dios ”, apuntó el papá de Andrew, quien en esta última etapa estuvo en la YC Academy Baseball, en León.
Mucho talento
“Andrew tiene un avanzado sentido como lanzador. Utiliza sus picheos y creemos que tres de ellos: la bola rápida, la curva y el cambio de velocidad, llegarán a ser muy dominante y tendrá una prometedora carrera”, afirmó el scout dominicano Laiky Uribe, quien vino al país a concretar la firma.
Un estilo similar es el de Muñoz, quien a pesar de su estatura de 5’9, tiene un brazo izquierdo prodigioso, con una enorme curva y un pulido cambio de velocidad. Por esto, el scout nica de los Medias Rojas, Rafael Mendoza, apostó por él.
Nixon fue ayudado a refinar su talento por el entrenador de picheo Johnny Álvarez, quien un día lo vio practicando solo en un campo en Rivas y decidió ayudarlo, dando origen así a una pequeña academia, de la cual Muñoz es el primer fruto.
Boston era el nombre de uno de los equipos en los que jugó Nixon de niño y lo llevó a ser fanático de esta organización, con la que ahora espera hacer realidad sus sueños.