Sobre Aquiles, el más intrépido de los héroes griegos que pelearon en la Guerra de Troya, se conocen diversas leyendas. Pero también, con el nombre de Aquiles hay varios personajes en la mitología griega. El primero de los Aquiles era un hijo de Gea (la Tierra) cuyo único hecho conocido fue haberle hecho un gran servicio personal a Zeus.
Cuando Hera rechazaba los requerimientos amorosos y sexuales de Zeus, tratando de escapar de su asedio se refugió en la casa del tal Aquiles. Pero este tenía una gran capacidad de persuasión y convenció a Hera de que debía acepar a Zeus como esposo, por el bien de la comunidad divina del Olimpo. Por este servicio Zeus le prometió a Aquiles que quienes en adelante llevaran su nombre serían grandes celebridades.
El segundo Aquiles fue un eminente sabio que educó al centauro Quirón, quien, a su vez, más adelante se encargaría de la educación del sexto y último de los Aquiles, al que me referiré más adelante.
El tercer Aquiles fue el legislador griego que inventó el procedimiento de escribir en una concha de ostra (ostrakón), el nombre de la persona que debía ser expulsada de la ciudad por cometer abuso de poder o representar algún peligro para los ciudadanos libres. Desde entonces se llamó ostracismo al castigo o pena del exilio.
Del cuarto Aquiles se dice (Francois Michel Noël) que era un hijo de Zeus y Lamia. Este Aquiles era tan apuesto que el dios Pan le concedió el premio a la mayor belleza masculina entre todos los seres, divinos y mortales. La decisión de Pan provocó la ira de Afrodita, la más bella pero de las diosas, quien lo indujo a enamorarse perdidamente de la ninfa Eco, sin que esta le correspondiera, pues también lo transformó en un ser tan horrible que provocaba terror entre todas las mujeres.
Del quinto Aquiles casi no hay información, solo se sabe que era hijo de una tal Salatea y que nació con el pelo largo y completamente canoso.
El sexto y último Aquiles fue el más famoso de todos. Este Aquiles (“el de los pies veloces”, lo llamó Homero en La Ilíada), era hijo de la diosa marina Tetis, y de Peleo, rey de Ptía, la tierra de los mirmidones (los hombres hormigas).
Aquiles fue alimentado por su madre con ambrosía (la comida de los dioses) y para hacerlo inmortal lo puso en una hoguera de fuego celestial. Cuando al pequeño Aquiles solo le quedaba uno de los talones por quemarse, Peleo lo sacó del fuego creyendo que su madre trataba de matarlo.
Por eso el talón de Aquiles quedó como la única parte vulnerable de su cuerpo.
Otra versión de este mismo mito, sobre el talón de Aquiles, es que cuando estaba tierno su madre lo sumergió en las aguas del río Estigia, que rodea el mundo de los muertos, para hacerlo inmortal. Al sumergirlo en el río lo agarró de uno de los talones, que por eso quedó como la única parte vulnerable de su cuerpo.
Tetis supo por medio de un oráculo que Aquiles estaba destinado a morir al pie de las murallas de Troya. Por eso, cuando su hijo ya era un adolescente, para protegerlo lo vistió con ropas femeninas, le puso el nombre de Pirra y lo envió a la ciudad de Escira para que fuera parte de la corte del rey Licómedes.
Aquiles fue descubierto allí por el astuto Odiseo (Ulises), de manera que tuvo que ir a la Guerra de Troya donde se cubriría de gloria, pero moriría por el ineludible designo de los dioses.
Cuando Tetis supo que su hijo había muerto salió de las aguas y, acompañada por las nueve musas y las nereidas (ninfas del mar), fue a llorar sobre su tumba. Las nereidas cubrieron la tumba con flores y lienzos celestiales mientras las musas cantaban tristes himnos fúnebres.
Durante 17 días lloraron las diosas la muerte de Aquiles y en el día 18 el cuerpo desnudo del héroe fue puesto sobre su escudo de guerra e incinerado en la pira funeraria.
Las cenizas de Aquiles fueron mezcladas con las de su amado Patroclo y depositadas en una urna de oro, que se guardó en un sepulcro construido en la colina de Sigeo, a orillas del mar. Pero su alma fue llevada por Tetis a los Campos Elíseos, donde los espíritus de los héroes y los mortales que en vida fueron virtuosos, disfrutan de una eterna vida placentera.
En la Tierra Aquiles fue venerado como un semidiós, se erigieron templos para rendirle culto y el oráculo de Dodona mandó a que cada año se ofrecieran sacrificios en su honor.