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Rosario Murillo

FSLN: Un partido castrado

Hoy el FSLN ya no es un vigoroso agente ideológico con ciudadanos capaces de pensamiento propio, sino un rebaño de sumisos servidores de una familia.

Son notables los efectos de la presencia o ausencia de testosterona. Lo vemos al comparar el brío del toro con la pasividad del buey. Algo similar ocurre con las organizaciones humanas y, entre ellas, con los partidos políticos: unos tienen activistas valientes con pensamiento propio, mientras otros solo exhiben seguidores acríticos y sumisos.

Aunque históricamente los partidos nicaragüenses en el poder no han tenido la multiplicidad de líderes y corrientes de opinión que exhiben los demócratas y republicanos de Norteamérica, pues el peso de los caudillos los ha inhibido, conviene saber que siempre mantuvieron minorías reacias a someterse.

Bajo la dictadura de Zelaya, el diputado liberal José Madriz le dirigió una carta abierta pidiéndole distinguir al militar del ciudadano: “El primero no delibera, solo obedece… el ciudadano, a la inversa, es parte integrante del pueblo… y su conciencia es más digna de respeto que todos los mandatos… tiene derecho a protestar contra la injusticia… de arrojar el dardo de la crítica sobre la frente de quien pretende tiranizarlos”.

Madriz no estaba solo. En 1896, al ver que Zelaya pretendía perpetuarse en el poder, diputados liberales disidentes sesionaron en León y pidieron su remoción. Zelaya logró aplastarlos con su poder militar pero no logró extirpar sus voces.

Por el lado de los conservadores, su gran caudillo-presidente, Emiliano Chamorro, tuvo que vérselas con miembros de su partido capaces de afirmar su independencia. Una instancia fue cuando la Corte Suprema de Justicia rechazó su iniciativa de ley que proponía el matrimonio forzado a quien embarazase a una mujer. Otra cuando la Asamblea derrotó su propuesta de abolir la pena capital. También tuvo que enfrentar la disidencia del gran pensador conservador, Carlos Cuadra Pasos.

Con Somoza García, tipificado por muchos como dictador absoluto, sus primeras intentonas reeleccionistas fueron objetadas por el diputado liberal Adolfo Altamirano Brown. Cuando en 1944 Somoza cerró la Universidad Central por marchar contra el continuismo, su ministro de Educación, Jerónimo Ramírez B., renunció en protesta y varios diputados le demandaron no reelegirse. Luego, en 1947, tuvo que enfrentar la rebeldía del presidente liberal Leonardo Argüello, a quien depuso con un golpe de Estado.

Los Somoza Debayle, aunque presidieron un partido con una mayoría sumisa, tuvieron en su seno a disidentes de calibre como el doctor Ramiro Sacasa G. y Pedro J. Quintanilla, así como funcionarios liberales con gran autonomía operativa e intelectual como el Ché Laínez y Roberto Incer —ambos presidentes del Banco Central— amén de una Corte Suprema de Justicia con prestigio y mucha independencia judicial.

El FSLN tuvo en sus orígenes vigor ideológico y debates internos sustanciales. Mas tras la ruptura de su bancada en 1993, en que un puñado de diputados tuvo que abandonarlo y fundar el MRS, y tras la expulsión de Lewites en 2005, el partido hubo de someterse a la extirpación de todo rastro viril. Primero fue la remoción de Xóchilt Ocampo como diputada, por abstenerse de votar a favor de la concesión canalera a los chinos. Segundo fue la abominable ley del transfuguismo político, diseñada para penar a diputados disidentes. Tercero —y el colmo— fue cuando los convencionales del partido, en 2016, abdicaron su rol decisorio y elector, delegando en Ortega la potestad de nombrar a todos los candidatos a diputados del partido. Fue el réquiem de la militancia deliberante.

Hoy el FSLN podrá ser un partido capaz de grandes movilizaciones y danzas rítmicas perfectamente coreografiadas, pero ya no es un vigoroso agente ideológico con ciudadanos capaces de pensamiento propio, sino un rebaño de sumisos servidores de una familia que parece haberle extraído las últimas gotas de testosterona.
El autor fue ministro de educación y es sociólogo e historiador.
[email protected]

Columna del día Frente Sandinista FSLN Humberto Belli archivo

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COMENTARIOS

  1. ramon aguilar
    Hace 7 años

    El FSLN salió de la montaña y con armas, vino a la ciudad y en vez de depositar las armas, hacer a un lado esos romances de guerrillas siguieron en la misma buscando como matar a quienes se oponían, organizaron un gobierno con nombre y apellido”sandinista”, no se incorporan en son de paz y eso se denomina fracaso,por eso se desintegraron, no tenían la conciencia y honradez que decían tener, pronto se convirtieron de comandantes revolucionarios,en empresarios,siguen siendo los mismos matones,todos son radicales y no les gusta perder,porque no saben perder y ahí es donde se trunca todo,estaban destinados al fracaso y asi lo estan hoy aunque tengan dinero, de qué sirve si tenes perfil de persona de uso racional y común ,no al comunismo.

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