Si en realidad los héroes se fraguan en medio de la adversidad, porque se inspiran más en los reveses que en los triunfos, entonces los jugadores de la Selección Nacional de Futbol están en el escenario perfecto para impulsarse hacia el futuro.
Después de una dolorosa derrota 2-0 ante Martinica en el debut en la Copa Oro, el futuro de la Azul y Blanco está muy comprometido. Y quizá lo peor, es que la actuación no dejó las mejores sensaciones. Perdimos, no fue que nos ganaron. Nuestros desaciertos impidieron el triunfo.
El equipo modesto pero equilibrado, desapareció para dar paso a uno que no le encontró la vuelta al partido, que vaciló en su defensa, que fue errático en la gestión del medio campo y que malogró oportunidades claras.
Quizá lo peor, es que vimos a un equipo desorientado, sin una voz que le alentara desde el banco y por momentos hasta con déficit de carácter. Juan Barrera hizo más falta de lo que se previó y también se echó de menos a Cadena y Casco. Solo Justo Lorente sacó la cara y también sus manos.
Sin embargo, como el pasado solo sirve en términos de experiencia, ahora hay que pensar en Panamá, rival más duro que Martinica, de acuerdo con sus registros. Los canaleros son 52 en el ranking de la FIFA y su progreso ha sido constante.
Panamá es un equipo solvente, liderado por Gabriel Torres (Suiza), Ismael Díaz (Portugal) y el veterano Gabriel Gómez (Colombia), quien maneja los hilos del club. Los expertos han dicho que Panamá es el cuarto mejor equipo de esta región, detrás de México, EE.UU. y Costa Rica.
Y con tres viajes consecutivos a semifinales en Copa Oro, (segundos en 2005) es claro que tienen un nivel superior, pero es probable que los nicas, que brillaron en Kingston ante Jamaica y en Managua contra Haití, tengan otra cosa en mente, aunque el favoritismo de los canaleros no tiene discusión.
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