Elección
Si algo se va a elegir en estas elecciones no son alcaldes ni concejales, porque esos ahora se designan, no se eligen. La elección que está planteada es si queremos seguir con este juego o ya no. La votación es, otra vez, entre un sistema autoritario y un sistema democrático. Y no se vota solo en las urnas. Se vota incluso no votando. Al final esa es la gran votación que se avecina: le doy algún crédito a este sistema electoral o lo desconozco.
Plebiscito
En las elecciones pasadas, la población votó masivamente. Aproximadamente el 70 por ciento de los ciudadanos de Nicaragua le dijo a NO a este sistema electoral. Por dañado. Por inservible. Ni votar nulo se puede con ustedes, le dijo. Ni como protesta porque la solo presencia en las urnas de alguna manera lo legitima como un contador de votos cuando hace mucho dejo de tener esa capacidad. Fue un gran plebiscito contra el Consejo Supremo Electoral, a quién incluso los sandinistas ven con desprecio.
Impacto
Fue una forma de decirle al gobierno: ustedes podrán seguir mandando porque tienen secuestrada a Nicaragua, pero no tendrán nuestra aprobación. Hizo más por la democracia de Nicaragua ese gesto pacífico, silencioso, de quedarse en casa, que todos los votos y cargos que han logrados los partidos políticos dizque opositores con su participación en las elecciones anteriores que de antemano ya se sabía estaban pervertidas.
Bicentenario
Las miras deberían estar hacia el 2021. Ese año Nicaragua debería realizar las próximas elecciones generales y se cumplen 200 años de vida republicana. Sería vergonzoso llegar al bicentenario cargando el cadáver de la república que deberíamos celebrar. Y no es por asunto de simbolismos patrioteros, sino porque es posiblemente nuestra última carta para retomar el cauce democrático sin que la sangre llegue al río. Si el grupo autoritario de poder renueva su mandato para el 2021, para el final de ese periodo, en el 2026, aproximadamente el 60 por ciento de la población tendrá menos de 30 años y no sabrá qué es vivir en democracia. Nos jugamos todo.
Miopía
No se trata de llegar al 2021 con unas elecciones que pierda el Frente Sandinista. Eso es miopía. Se trata de llegar a unas elecciones libres y transparentes, donde se cuenten correctamente los votos y si el Frente Sandinista gana las elecciones, que bien por ellos. Y si las gana otro partido, que bien por ellos. Esto no es un asunto de ideologías o partidos.
Dos bandos
La única división que debería haber en torno al futuro de Nicaragua debería ser entre los corruptos y los que no lo son, entre los abusadores de las leyes y los que piden respeto a ellas, entre los que creen en la separación y el equilibrio de los poderes y los que prefieren que mande un solo hombre, entre los que creen que para llegar al poder hay que robarse los votos y los que se la juegan en elecciones limpias. Y de las dos categorías hallamos gente en todos los partidos. Usted debería decidir en qué lado de la raya va a estar.
Votar o no votar
Y si para algo pueden servir estas elecciones es para eso: para propiciar las condiciones de una justa competencia en 2021. Votar o no votar, ese es el dilema. Entiendo a los que creen que votando, se pone en evidencia el fraude, y que con la OEA como observadora, quedará un registro internacional que servirá como insumo para la presión nacional e internacional que pueda tener Daniel Ortega en el futuro. Pero también entiendo, a los que opinan que no se necesita participar para evidenciar nada porque el fraude ya está hecho. Y que desconocer rotundamente este sistema es más importante para obligar a que nazca uno nuevo que estar esperando que el zorro se componga solo y esta vez no se coma las gallinas como lo hizo en cada elección anterior.
Matadero
A estas alturas, soy claro, no sé cuál es la mejor opción. Puede ser que la oposición logre, no sé de qué manera, poner en jaque este sistema que no permite competencias libres. De lo que si estoy seguro es que participar como siempre para sacar una que otra alcaldía que quiera soltar Daniel Ortega y aplaudir un mal informe de la OEA, solo sería entrar a la manga, ese camino estrecho que tienen las reses que van al matadero. Y ahí estará, al final de la manga, Roberto Rivas para recibirlos, con delantal, cuchillo en mano y su sonrisa de siempre.
