14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
LAPRENSA/Thinkstock

LAPRENSA/Thinkstock

Anécdotas universitarias

“¿Quién es Payo Plata?” “¿Será alguien famoso que decidió venir a estudiar a León?”. Otros opinaban que Payo Plata no existía, que era un invento para crear suspenso

I

El curso lectivo recién se iniciaba. Algunos estudiantes todavía no hacían acto de presencia en las aulas. “Ya viene Payo Plata”, fue la frase que por semanas apareció en todos los pizarrones de la Universidad. Luego la frase anunció “ya está por llegar Payo Plata”. Más adelante se transformó en: “Es inminente la llegada de Payo Plata”. En los corrillos universitarios todos nos preguntábamos: “¿Quién es Payo Plata?” “¿Será alguien famoso que decidió venir a estudiar a León?”. Otros opinaban que Payo Plata no existía, que era un invento para crear suspenso. El ilustre catedrático, Modesto Armijo, todos los días, antes de pasar lista, preguntaba: “¿Ya llegó Payo Plata?”. La fama del tan esperado estudiante trascendió los claustros universitarios y todo León comenzó a interesarse por conocer al célebre Payo Plata. Finalmente, llegó el día en que un muchacho flaco, morenito, pelo liso y de insignificante figura llegó procedente de Masaya, sin saber lo famoso que ya era en la universitaria ciudad de León por la broma de uno de sus paisanos. Cuando supo la expectación que había en la antañona ciudad por su llegada, tomó su humilde valijita de madera y se regresó a Masaya en el primer tren disponible.

II

El estudiante se sentó frente al tribunal examinador con cara de desvelado. Había pasado toda la noche preparándose para la prueba final del curso de Prolegómenos del Derecho. Y vino la pregunta inesperada: joven, lo interrogó el réplica más temido: “¿Dígame cuándo existe oscuridad en la ley?” Al estudiante el corazón parecía querer salirse de su pecho mientras buscaba la respuesta correcta en los vericuetos de su memoria. De pronto se le iluminó la mente. Con aplomo respondió: “Profesor, existe oscuridad en la ley cuando esta se publica de noche…”

III

Su inclinación, heredada de su madre, era la literatura. Pero sus padres lo mandaron a León a estudiar Abogacía, profesión por la que no sentía ni vocación ni aprecio. Su ambición era ser escritor, aunque se muriera de hambre. Y su género literario preferido el teatro. La noche anterior al examen final de Derecho Constitucional se la había pasado escribiendo el borrador de su primer drama. Fue hasta en la madrugada que dedicó un rato a prepararse para el examen. Ya frente al tribunal, sintió un temblor en sus manos mientras esperaba la fatídica pregunta. Con una sonrisa, que delataba el propósito oculto de ponérsela fácil, el réplica le preguntó: “¿Dígame qué es la Constitución Política de la República?” El futuro dramaturgo se acordó del pequeño texto que había tenido en sus manos y con mucha seguridad contestó: “La Constitución Política es un librito color rosado que venden en la Administración de Rentas”. Al calificar al sustentante, el tribunal discutió largo rato, debido a que el respetado profesor de la materia sostenía que no era posible aplazar al hijo de una escritora tan distinguida.

IV

Presidía el tribunal examinador de Derecho Constitucional el eminente jurista Hernán Zelaya. El estudiante se sentó muy confiado ante los tres réplicas esperando la primera pregunta que decidiría su suerte en esta prueba. Zelaya, elegantemente vestido, a como siempre acostumbraba desde que fue electo presidente del Club Social de León, de saco, chaleco, corbata y sombrero pese al sofocante calor, miró sin compasión al sustentante y le dijo: “A ver joven, organíceme un Estado. ¿Qué es lo primero que tiene que hacer?”. El pobre estudiante ensayó varias respuestas, todas ellas rotundamente rechazadas por el exigente examinador. Finalmente, reconociendo su incapacidad para saber por dónde comenzar para organizar un Estado, el estudiante, seriamente, hizo su último y definitivo esfuerzo: “Doctor Zelaya, en vista de mis fracasados intentos, se me ocurre que en tal aprieto lo que yo haría sería llamar a Tarzán para que me organice el Estado”…

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí