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Alejandro A. Tagliavini

¿Es la guerra solo un crimen “legal”?

Los bandos que han luchado nueve meses en Mosul —el ISIS, contra las tropas iraquíes y la coalición liderada por Estados Unidos (EE.UU.) que hoy controlan la ciudad— “han violado gravemente el derecho internacional humanitario”, según Amnistía Internacional. Los yihadistas han utilizado civiles como escudos humanos, mientras que del otro lado ejercieron la fuerza en exceso provocando la muerte de civiles. O sea, se los acusa de no realizar “guerras humanitarias”. Guerras ¿humanitarias?, suena muy feo.

La película Máquina de Guerra, protagonizada por Brad Pitt, se enmarca en la contienda más longeva de EE.UU. hasta ahora, mostrando que las estrategias de la Casa Blanca no han dado fruto alguno. Irak, Siria, Yemen, Libia, Somalia y Afganistán se encuentran en situación de colapso.

La película de Netflix está basada en el excomandante de la OTAN, el general estadounidense Stanley McChrystal y el guion en un artículo de la revista Rolling Stone del fallecido Michael Hastings. El comandante no consigue que los granjeros afganos dejen de cultivar amapola porque, según sus oficiales, cultivos alternativos como el algodón competirían con los de los granjeros estadounidenses. Mientras que otros oficiales le señalan que “no puedes construir una nación a punta de pistola… ni ganarte la confianza de un país invadiéndolo”.

Un atormentado marine se pregunta por qué, aunque está entrenado para matar, le dicen que debe mostrar una “valiente contención”. Y continúa, “no puedo diferenciar al pueblo del enemigo… me parecen iguales.

No podemos ayudarlos y matarlos al mismo tiempo”. La actriz Tilda Swinton, quien interpreta a una política alemana, le dice al general que “están… librando mil batallas contra gente local que no los quiere en sus pueblos y esa es una guerra que nunca ganarán”.

El crimen de la guerra (1870) es uno de los principales libros del prolífico Juan Bautista Alberdi, el ideólogo de la Constitución argentina calcada de la de EE.UU. Y comienza diciendo que “el derecho de la guerra” es el derecho de cometer los actos más aberrantes que cabe imaginar: el homicidio, el robo, el incendio, la devastación a gran escala. De la guerra es nacido el gobierno de la fuerza sustituyendo a la justicia y al derecho como principio de autoridad. “El crimen de la guerra es el de la justicia ejercida de un modo criminal… ejercido por la parte interesada”.

Como De Tocqueville y Laboulaye, a quienes admiraba, se inspiró en los principios de la democracia cristiana y moderna. “La moral cristiana es la moral de la civilización actual… El cristianismo, como la ley fundamental de la sociedad moderna, es la abolición de la guerra o mejor dicho su condenación como un crimen… Negar la posibilidad de su abolición definitiva y absoluta es poner en duda la practicabilidad de la ley cristiana”, dice el constitucionalista.

En fin, sin dudas la ciencia demuestra que Alberdi tiene razón: los métodos eficientes de defensa propia son los pacíficos. Países progresistas, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda se independizaron sin las típicas “guerras de la independencia” americanas. La segunda Guerra Mundial, con el fin de terminar con una atroz tiranía —que pretendía eliminar a los judíos, unos diez millones en todo el mundo en aquel momento— terminó matando a sesenta millones de personas para fortalecer un régimen más cruel, el estalinista, que asesinó a más de treinta millones de seres humanos.

El autor es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.
@alextagliavini

Opinión crimen guerra legalidad archivo
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