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Julio Ruiz Quezada

Matagalpa, ciudad mártir

No sé por qué no se incluye como “Ciudad Mártir” a nuestra querida ciudad de Matagalpa. En la guerra civil que derrocó a la casi semicentenaria dictadura de los Somoza, en los meses de junio y julio de 1979, la guerra en Matagalpa fue intensa, larga y cruenta, lo que consta en diferentes memorias escritas y en los recuerdos de quienes la sufrimos.

En estos meses LA PRENSA siempre publica referencias a esos hechos sangrientos, que se hicieron indispensables como el último recurso para derrocar a la sangrienta dictadura dinástica que se había instaurado en el país.

La insurrección final comenzó el día 5 de junio, la ciudad había sido evacuada, la mayor parte de su población huyó al campo. Los negocios estaban totalmente cerrados, nadie circulaba por las calles y en horas tempranas de la tarde, comenzaron a ingresar los combatientes del Frente Norte, el jefe militar era el hoy general retirado Xavier Carrión y el político era el comandante Bayardo Arce Castaño. Las tropas sandinistas quemaron en su ingreso algunas oficinas públicas, como la Jefatura Política, la Dirección de Policía, el Registro de la Propiedad, el edificio de los Juzgados y algunas casas de conocidos políticos somocistas, el problema es que quien aplica la tea, sabe donde se inicia incendio, pero no donde termina.

La Guardia Nacional (GN) desde que tuvo conocimiento del ingreso de las tropas insurgentes sacó sus antiguas tanquetas dotadas de ametralladoras calibre treinta, para proteger a los soldados que las acompañaban, la primera de ellas fue emboscada frente al Banco Nacional, cuando un joven disparó una bazuca y logró volcarla y los que lo acompañaban hicieron nutrido fuego contra los GN, que huyeron refugiándose en la clínica y casa del doctor Camilo Rosales, luego los “muchachos” prendieron fuego a la casa para capturar a los GN. La tanqueta fue trasladada y aparcada frente al cuerpo de bomberos.

Por la mañana llegó la aviación y comenzó el bombardeo a la ciudad, escogieron como primer blanco el Cuerpo de Bomberos donde se había refugiado el vecindario, causando cuatro muertos civiles y muchos heridos, algunos de los cuales fallecieron con posterioridad. Muchas fueron las casas bombardeadas ese día y los posteriores, entre ellas la Clínica Monserrat, que servía de hospital de guerra, el almacén Bustamante Haslam, casa de habitación del conocido empresario Pedro J. Gutiérrez y los muertos en los bombardeos fueron incontables.

La Guardia fuera del cuartel que fue destruido por los rebeldes, ya en los primeros días del mes de julio, se habían tomado el Club Social de Matagalpa, que por cierto había servido de cuartel a los marinos, cuando la guerra contra Sandino, además ocuparon con más de treinta efectivos la santa iglesia Catedral, la iglesia de San José, el antiguo colegio del mismo nombre y el Hospital San Vicente, lugares desde donde lanzaban morteros indiscriminadamente a la población. En la esquina sur del comando instalaron una ametralladora cincuenta que “barría” toda la avenida de los bancos, donde se podían apreciar incontables cadáveres algunos de ellos fueron comidos por los perros.

Los bombardeos de la Guardia acabaron con el antiguo convento de los jesuitas, que se había convertido en una cuartería, sin poder saberse la cantidad de personas que perecieron en ese lugar. El mercado municipal se quemó cuando le prendieron fuego a la casa donde habitaba la viuda del coronel Davidson Blanco y el fuego arrasó casi una manzana, actualmente en ese terreno está construido el edificio de la Policía Nacional.

Cuando la recuperación de la Catedral, el comandante Bayardo Arce me invitó, lo mismo que al corresponsal de LA PRENSA para que lo acompañáramos a parlamentar con el jefe de la tropa, para lo cual nos acompañó monseñor Julián Barni y tuvimos éxito ya que la Guardia solo puso como condición que se mandara a quitar la tanqueta que estaba cercana al templo, lo que fue aceptado, Arce Castaño le ofreció que no serían reos sino refugiados de la Cruz Roja y posiblemente trasladados a Panamá.

Después que se rindió la Guardia con otros miembros de la Junta de Reconstrucción recorrimos la plazoleta frente al templo y frente al parque y logramos contar 16 cadáveres y cuando nos asomamos a divisar el bulevar que conduce al hospital, vimos muchos cadáveres pero no los pudimos contar, después se acordó quemarlos porque estaban en descomposición y un estudiante de medicina jefeó al grupo que se dedicó a esa necesaria labor tomada para impedir una epidemia.

Es imposible determinar el número de muertos, pero ya a finales del mes de julio se apreciaba una ciudad destruida y jamás podremos saber cuántas personas murieron por causa de la guerra.

Matagalpa tiene mucho de que enorgullecerse, pero me parece mezquino que se le niegue el derecho que tiene a ser considerada una ciudad mártir en la lucha contra la dictadura.

El autor es abogado y exdirigente Nacional del Partido Conservador.

Opinión ciudad mártir Matagalpa archivo
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