Fausto Carranza corrió atemorizado igual que varios vecinos al escuchar un estallido la noche del lunes en Calle Nueva. Supo por la presencia policial que una persona manipuló una bomba de mecha lenta, la que ambientalistas denuncian que utilizan los pescadores artesanales para bombardear el mar.
Carranza es un corinteño con gran experiencia en la pesca artesanal que a sus años de retiro solo piensa que un día con esas explosiones la fauna marina escaseará y les costará mucho conseguirla a las futuras generaciones.
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“Aquí ha habido varias víctimas (mortales), otros han quedado mutilados. Se escuchan rumores de que las traen y también las hacen y el riesgo es con la fauna, porque se hace un espejo al momento de la explosión donde va todo. El mar nos da de comer, lo que nos castiga es la bomba”, lamentó Carranza.
Mientras los pescadores artesanales niegan el uso de los artefactos explosivos e indican que utilizan trasmallos y sistemas de línea, los pobladores dicen que el trasiego es permanente en la localidad costera proveniente de León, además de elaborarse en talleres ilegales.
El comunicador local Félix Thomas pidió a las autoridades que impongan medidas para eliminar ese explosivo que se conforma con pólvora negra, azufre, azúcar y la mecha especial.
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“Tanto daño causan a la humanidad porque una bomba mata a millones de larvas de peces, camarones, punches y conchas. Posiblemente si se sigue con esta práctica en Corinto como en otros lugares donde también tiran bombas, pues vamos a quedar a vivir en un desierto”, clamó este hombre de prensa.
Otras afectaciones
Eduardo Altamirano, de Flora y Fauna Internacional, dice que las explosiones de las bombas que se utilizan para pescar también matan, además de las larvas de peces en los bancos de pesca, a las tortugas juveniles de la especie carey.
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En Chinandega se están haciendo coordinaciones para sensibilizar a los pescadores y propiciar valores.