Hace 58 años mientras un grupo de estudiantes marchaban en señal de protesta, la guardia somocistas calló algunas voces disparando sin piedad, aunque los tiempos históricos no son los mismos y no hay una lucha definida, hay una clara ausencia de las voces estudiantiles, asegura Cefas Asensio Flórez, consultor en temas de educación.
“Se nota la ausencia de las voces estudiantiles no tanto en lo político sino en la demanda de su propio desarrollo, es decir que el estudiante parece todavía no tomar consciencia de su propio objetivo y de las condiciones que el país está ofreciendo para desarrollarse tanto técnico como profesional, incluso para su proyecto de vida personal”, asegura Asensio.
Inversión en educación
El experto manifestó que ahorita hay una gran oportunidad con el bono demográfico, pues con el crecimiento de adolescentes y jóvenes el Gobierno debería pensar en invertir en educación para el desarrollo.
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“Los jóvenes tienen potencial para mover las palancas de la economía de la sociedad, pero eso significa invertir hoy, para comenzar ver el fruto a mediano plazo, por ejemplo necesitamos una educación secundaria de calidad que ofrezca salidas al mundo laboral, ofertas técnica más amplias; pues si bien es cierto que se están haciendo algunas cosas se necesita mejorar la estrategia de educación”, aseguró Asensio.
Historia
Cuatro son los estudiantes universitarios mártires en la masacre del 23 de julio de 1959: Sergio Saldaña, Mauricio Martínez, Erick Ramírez y José Rubí. Estos mártires se constituyeron símbolos y sello del compromiso de todas las generaciones estudiantiles con la defensa de la autonomía universitaria y las luchas del pueblo por el derrocamiento de la dictadura somocista.
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Este hecho fue uno de los referentes en la motivación de las siguientes generaciones de estudiantes.