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Jesús, vida
Oscar Chavarría

El tesoro de la vida

Donde está tu tesoro está tu corazón, es una gran verdad, por ello, quien se encuentra con el tesoro del Reino de los cielos, todo lo demás le parece de poco valor y todo se las juega, además con alegría, por no perder ese tesoro o esa perla preciosa (Mt. 13, 44-45).

Llamamos tesoro a todo aquello que tiene un gran valor, y un alto precio y aprecio por poder conseguirlo. Simbólicamente se llama “tesoro” a todo

aquello que contiene encantadoras bellezas: Cuando nos encontramos con una persona excelente, solemos decirle: “Eres un tesoro”. Cuando unos padres hablan de sus hijos y quieren decirnos que son maravillosos, suelen decirnos: “Mis hijos son un tesoro”.

Cuando nos referimos a la etapa de la vida que solemos calificarla como la mejor, decimos: “¡Juventud, divino tesoro!” Cuando tenemos uno de esos buenos amigos, los que nos quieren y aman de verdad, nos dicen: guárdalo porque: “Quien encuentra un buen amigo, encuentra un tesoro”.

Así podríamos ir recordando cantidad de momentos en los que nos referimos a los demás o a situaciones que nos han supuesto un aprecio especial, llamándoles “tesoro”. Pero, a su vez, creemos haber encontrado tesoros que luego no son tales, son auténticas ruinas. ¡Cuántas veces hemos ido por la vida buscando riquezas y joyas que luego no han sido tales!

Ese gran tesoro que nos está esperando a todos, es Jesús, el gran Maestro y defensor del mayor de los tesoros que podamos gozar: la vida enriquecida con los grandes valores con los que Él la vivió y nos enseñó a vivir. Jesús sabe muy bien que el gran tesoro que todos tenemos es la vida y ese tesoro quiere Él brindárnoslo; por eso, nos dice: “Yo he venido para que tengan vida y vida abundante” (Jn. 10, 10).

Pero ese gran tesoro que es la vida, solo es verdadero tesoro cuando en ella se hacen presentes los grandes valores del Reinado de Dios: Una vida sin valores algunos, es un arca vacía, una pobre vida. Una vida que se mueve constantemente según el mensaje de Jesús, es un verdadero evangelio, una gran noticia, un verdadero tesoro. Jesús es la vida (Jn. 14, 6) y ha venido a hacerse uno de nosotros para darnos vida y vida en abundancia (Jn. 10, 10).

Quien descubre los valores del Reino de Dios y los lleva a la práctica en su vida, descubre el mayor de los tesoros, esa perla que engalana la vida y la humaniza.

Cuando descubrimos el gran tesoro que es la vida enriquecida, defendemos ese gran tesoro por encima de todos los demás tesoros que nos brinda esta sociedad, y lo hacemos con una profunda alegría (Mt. 13, 14).

Jesús nos avisa, pues, para que no malgastemos ese gran tesoro, nuestra propia vida, buscando para ella tesoros falsos que la dejan vacía; por eso, nos dice: “Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Lc. 12, 34). Cristo y su mensaje es ese gran tesoro que, en verdad, al encontrarlo, cambia por completo nuestra vida y más nunca perdemos la vida en busca de tesoros falsos que la malogran.

Cuando San Pablo llegó a descubrir este tesoro, dijo: “Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Fil. 3, 7-8).

Quien ha descubierto a Cristo y su mensaje y lo ha llevado a su vida, se ha dado cuenta de que ha descubierto el mayor de los tesoros que enriquecen su vida.

El autor es sacerdote.

Opinión Tesoro archivo
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