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Chavismo

Colette Capriles, profesora de Teoría Política de la Universidad Simón Bolívar. LA PRENSA/CORTESÍA.

“Chavismo no acepta la alternabilidad”

Colette Capriles es filósofa. Sus líneas de investigación son la filosofía política de la tiranía, pensamiento antiliberal y democracia, y política y cultura en la década de los 60 en Venezuela.

La profesora de teoría política de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, Colette Capriles, dice que de manera permanente piensa que si su país no fuera suyo, sería un caso de estudio excepcional para pensar la crisis de la democracia y la naturaleza del poder en el siglo XXI.

“Creo que estaremos analizándolo durante muchos años”, sostiene la docente en estos días difíciles, de protestas y muertes, de represión, con el Ejecutivo de Nicolás Maduro promoviendo una Constituyente, que se realizaría este 30 de julio. Del otro lado, hay pobreza. El régimen se dibuja a sí mismo.

Capriles es filósofa. Sus líneas de investigación son la filosofía política de la tiranía, pensamiento antiliberal y democracia, y política y cultura en la década de los 60 en Venezuela. Acepta entonces que viven un punto crítico, pero mira atrás, a 1992, el año en que el teniente coronel Hugo Chávez hizo su incursión en el panorama político de ese país intentando derrocar al presidente —en ese entonces— Carlos Andrés Pérez.

“En realidad para mí el punto difícil empezó con los golpes de 1992, cuando un militar intentó destruir por la fuerza el sistema democrático y la reacción de la sociedad venezolana fue poco entusiasta en la defensa de su democracia”, recuerda al responder este cuestionario por correo electrónico.

Huelgas, muertos y represión, ¿cómo describiría a Venezuela en los últimos meses?

Venezuela está en la parte más aguda de una crisis política que se superpone a una crisis estructural, económica y social, que muestra el fracaso faraónico del régimen chavista.

Cualquiera que examine las cifras económicas y humanitarias de Venezuela puede confirmar esto. Pero el chavismo, o específicamente el grupo dominante del entorno de (Nicolás) Maduro, se propuso impedir que el afán de cambio político, que ocurre en cualquier sociedad frente al fracaso de un gobierno, tuviera un cauce constitucional y democrático a través de elecciones. El chavismo no acepta la alternabilidad, que es el rasgo fundamental de toda democracia. De modo que su pretensión de aferrarse al poder lo ha obligado a recurrir a la fuerza, a la represión y a depender del apoyo de la Fuerza Armada como instrumento fundamental de gobierno. De ahí la represión inédita al movimiento cívico de protesta que se puso en marcha desde hace más de 100 días y que lleva alrededor de 110 víctimas fatales, miles de heridos, centenares de presos sin proceso. Esto no debe ocultar que la inflación mensual está en alrededor de 25 por ciento, que el nivel de desnutrición infantil supera el diez por ciento establecido como criterio para declarar la crisis humanitaria, y que la pobreza alcanza al 80 por ciento de los venezolanos.

¿Cómo valora la respuesta que el Ejecutivo de Nicolás Maduro ha dado a la crisis?
Vista desde afuera, parece la respuesta estalinista que quedó sepultada con el colapso de la Unión Soviética mezclada con la tradición latinoamericana de las dictaduras tropicales. Lo que hoy está en juego es el llamado a elegir de manera ilegal, con un sistema electoral inconstitucional, miembros de una Asamblea Nacional Constituyente cuyo objetivo, tal como lo han expresado abiertamente los voceros del entorno madurista, es funcionar como órgano plenipotenciario (“supraconstitucional”) de gobierno para instaurar un régimen que anule la separación de poderes y las garantías básicas para el ejercicio de las libertades públicas.

Los primeros objetivos explícitos, según discursos de Maduro, Diosdado Cabello y otros voceros, son anular la existencia de la Asamblea Nacional y de la Fiscalía General de la República, dos poderes que ponen freno al Ejecutivo. Se ha amenazado a los diputados de la Asamblea Nacional y a la fiscal personalmente.

La respuesta, entonces, de Maduro a la crisis ha sido radicalizar su apuesta convirtiéndose en un régimen abiertamente dictatorial. En estos días veremos si ese objetivo se cumple. En todo caso, es de esperar que la ingobernabilidad continúe y que la miseria y empobrecimiento de los venezolanos continúen también.

¿Qué es lo más duro que la población debe enfrentar en la actualidad?
La penuria generalizada. La escasez de bienes y servicios, el deterioro de los servicios públicos, y una inflación monstruosa que ha logrado destruir los patrimonios y la capacidad productiva de cada venezolano.
La situación del venezolano promedio, a principios del siglo XXI, es la misma que la del venezolano promedio a principios del siglo XX: pobreza, malaria, desnutrición, aislamiento del mundo. Y sobre todo, ninguna perspectiva vital de progreso. Pero lo peor en este momento es que la población más vulnerable también está siendo reprimida por cuerpos militares y policiales que temen un estallido social anárquico, más allá de lo político.

¿Cómo este país tan rico llegó a esta situación de pobreza económica y de crisis política?
Es una pregunta que habrá que responder en el futuro. Ciertamente Venezuela no es un país rico. Es un país latinoamericano promedio que de vez en cuando se gana una lotería petrolera y la dilapida usándola para beneficiar a nuevas élites que se van formando en cada boom petrolero. En este caso, sin embargo, la súbita riqueza petrolera sobrepasó cualquiera de los booms anteriores y ayudó a consolidar un régimen de élites chavistas cuyo poder radicaba en la redistribución del ingreso petrolero (primero hacia sus propios bolsillos y luego hacia la sociedad, en forma de subsidios indiscriminados).

La brutal estatización de la economía tuvo el mismo resultado de siempre: empresas improductivas que sirvieron de desaguadero de la renta petrolera, falta de productividad generada por más de 5 millones de burócratas públicos, corrupción rampante y abierta.

¿Quién tiene la responsabilidad? ¿Es solo Maduro, Chávez, o se debe señalar a otros?
La responsabilidad política es evidentemente de Hugo Chávez y todo su entorno político incluyendo lo que ahora es el madurismo. Pero la habilidad para beneficiar a poderosas élites, como el estamento militar y los grandes “boliburgueses”, sugiere que estas élites son igualmente responsables de beneficiarse de un esquema económico extractivista y corrupto.

¿Cómo valora la posición de la comunidad internacional en torno al caso de Venezuela? ¿Es suficiente lo que se ha hecho?
Durante años la indiferencia o impotencia de la comunidad internacional fue clave en el mantenimiento del chavismo y su política de sumisión diplomática y doméstica. Desde el año pasado y gracias al activismo de Luis Almagro (secretario general de la OEA) la percepción de la cuestión venezolana ha cambiado y se ha vuelto urgente. Pero indudablemente el trabajo diplomático no ha sido suficiente para crear un bloque regional sólido con una misma posición ante el caso venezolano. La agudización de la situación aquí sugiere que la mera diplomacia tendrá que ser acompañada de acciones más drásticas de los gobiernos vecinos, visto que la crisis venezolana amenaza con extenderse hacia los países fronterizos. El tema de las sanciones unilaterales parece inevitable.

Hablemos de la oposición, ¿está unida? ¿Qué errores ha cometido? ¿Qué efecto político produjo la salida de Leopoldo López de la cárcel? ¿Qué retos enfrentan?
La oposición es una coalición de partidos y grupos que con sus diferencias tienen un objetivo estratégico común: restablecer un régimen democrático de libertades y de respeto a la Constitución. Ha habido en el pasado grandes diferencias tácticas aunque desde 2006 la línea central ha sido recorrer el camino electoral pautado en la Constitución. Es solo cuando el gobierno de Maduro, alertado por los resultados magníficos que obtuvo la oposición en diciembre de 2015 en las parlamentarias, impide todo evento electoral, que comienzan a haber diferencias acerca de cómo enfrentar las pretensiones de continuismo del régimen. Sin embargo, a partir de la experiencia de 2016 con el bloqueo de la convocatoria a un referendo revocatorio, que comienza una etapa de mayor combatividad en la que estamos actualmente.

Hay errores en la conducción política de este proceso, pero en general hay una oposición que actúa unida. Leopoldo López sigue preso, aunque en mejores condiciones que antes, pero es claro que está actuando en su rol de líder de su partido Voluntad Popular junto al resto de los líderes, lo cual es positivo a mi entender. Más bien ha contribuido a la cohesión interna de la coalición. El reto fundamental de la oposición hoy es lograr consolidar unas condiciones confiables para una negociación creíble con el gobierno de Maduro que ponga fin a la crisis política. A pesar de la negativa del gobierno a ceder en su posición radical, la negociación será tarde o temprano la única vía para garantizar la paz y la gobernabilidad.

¿Cuál es la situación de los otros presos políticos?
¡Terrible, en cuanto no hay garantías para el debido proceso y por la aplicación del fuero militar en el que muchos se hallan! En Venezuela hay más de 400 presos políticos.

¿Ve usted alguna salida al final del túnel?
Como dije, la negociación es necesaria y posible. Pero es cierto que el gobierno de Maduro quiere ponerle un precio exorbitante: más muertos, más pobres, más perseguidos. Pero tarde o temprano habrá una solución política.

La relación con Nicaragua

Nicaragua, bajo la administración de Daniel Ortega, ha mantenido una sociedad política con el régimen venezolano desde 2007.

El caudillo sandinista sumó a Nicaragua a la iniciativa empujada por el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, conocida como la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba).

Después del fallecimiento de Chávez, el poder en Venezuela lo asumió Nicolás Maduro, y continuó sus lazos con el partido de Ortega. Gracias a esta alianza la cooperación de Venezuela con Nicaragua ascendió a 3,671 millones de dólares entre 2007-2016, la cual fue privatizada por la familia del presidente Daniel Ortega.

“No tengo elementos para opinar a fondo. Naturalmente, como venezolana, lamento profundamente que esa alianza exista, y espero que Nicaragua pueda seguir su camino democrático sin la tragedia venezolana”, dijo Colette Capriles sobre el apoyo nicaragüense al régimen chavista.

Política Constituyente crisis humanitaria Venezuela archivo

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COMENTARIOS

  1. Carlos M Alvarado
    Hace 7 años

    La alternabilidad no se impone con ayuda de la CIA y sabotage economico, la alternabilidad se gana con los votos en las elecciones que en Venezuela son las mas honestas del planeta como ha sido confirmado por todas las organizaciones internacionales.

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