Que el mar suba entre 40 a 63 centímetros para finales del siglo XXI por efectos del cambio climático es uno de los datos que preocupa, porque esto impactaría no solo en las poblaciones costeras, sino en las actividades pesqueras de las cuales dependen.
Esa es una de las relaciones que ha considerado el científico Tarmo Soomere, también presidente de la Academia de Ciencias de Estonia, quien ha propuesto una metodología para optimizar el uso de las corrientes marinas, para el manejo ambiental de las actividades marítimas.
La iniciativa consiste en determinar el potencial de los diferentes dominios marítimos en términos de “capacidad” para servir como fuente de peligro impulsado por las corrientes.
A través de un mapeo se identificaron las trayectorias de las corrientes, se definieron puntos en correspondencias a diferentes riesgos, como posibles derrames de hidrocarburos, contaminación, alto tráfico marítimo en la zona, entre otros.
Estos datos fueron plasmados en un modelo 3 D, de tal forma que se logra identificar las rutas que representan menor riesgo para el trasiego marítimo.
Para obtener estos puntos se estudió la dirección del viento, las variaciones que podrían presentar de acuerdo con estudio de patrones y el efecto que podría tener el cambio climático en unos años respecto al nivel del mar.
El experto destacó que esta propuesta se puede aplicar, y con mayor énfasis en lugares donde persisten muchos accidentes marítimos, como el mar Báltico, donde transita el 15 por ciento del comercio marítimo a nivel mundial.
Sin embargo, es una propuesta científica que requiere del apoyo de los gobiernos, para el estudio de sus mares, y eso pasa por materia jurídica en cuanto a las fronteras.
Esto fue lo que compartió, este lunes, mediante una conferencia coordinada por la Academia de Ciencias de Nicaragua, para promover mayor conocimiento.
Mares en riesgo
La contaminación de las costas es uno de los grandes problemas que afecta al ecosistema marino, y que debe ser considerado por parte de los gobiernos. De acuerdo con estimaciones de la Organización de Naciones Unidas Medioambiente, ocho millones de toneladas de residuos de plástico terminan en los océanos cada año. En Nicaragua se desconocen las cantidades de residuos que reciben los mares.