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Columna Competitividad Empresarial

Carlos R. Flores

Autoevaluando nuestro futuro laboral

Cuando nos ponemos a reflexionar y a hacernos la pregunta que, si queremos eso para el resto de nuestra vida, la respuesta automática es un No rotundo.

Recientemente una amiga mía se quejaba sobre su gran dedicación de años, su esfuerzo y disponibilidad a toda prueba para la empresa donde labora, siendo el motivo de su desazón que no era considerada para una promoción o ascenso, a pesar de haber alcanzado y sobrepasado consistentemente las metas comerciales asignadas.

En algún momento del tiempo nos veremos empantanados en un trabajo con una paga más o menos decente, o con un salario bajo, pero con supuesta percepción de importancia: viajes, tarjeta corporativa, alojamiento de primera clase, viáticos, entre otras ilusiones; y sabemos con certeza que podemos conquistar retos mayores, pero sentimos que no se nos valora lo suficiente.

Cuando nos ponemos a reflexionar y a hacernos la pregunta que, si queremos eso para el resto de nuestra vida, la respuesta automática es un No rotundo, pero no tenemos aún el valor de hacer un plan de acción responsable para cambiar nuestra situación, ya sea abandonando ordenadamente ese trabajo o emprendiendo algo propio.

Sé que vas a decir: Es que tengo obligaciones y dependientes. Eso va a ocurrir en cualquier coyuntura, lo cual es un factor transversal para cualquier escenario, pero no debes dejar que sea una excusa o freno para la acción decisiva. El costo y consecuencia principal será permanecer prisionera en esa sedante zona de comodidad, en donde nos autoterapiamos en que ya vendrá la oportunidad ideal; pero la mala noticia es que esa nunca llega; sino que uno la tiene que forzar o parir.

Más allá de las promociones y ascensos del resto de colegas, las cuales pueden ser un indicativo que nuestra situación está condenada a mantenerse estancada, uno debe considerar otros signos muy claros para cambiar de trabajo o actividad, entre ellos:

  1. El contenido del puesto es el mismo de los últimos cuatro años, para lo cual ya hemos dejado de aprender nuevas habilidades y experiencias significativas.
  2. El tramo de responsabilidad que nos han asignado ha sido idéntico para el mismo período antes indicado.
  3. No hay formación relevante, solamente las mismas cucharadas psicológicas de comunicación asertiva, gestión del cambio, liderazgo, ventas, entre otros, pero con poca vinculación con la gestión de resultados comerciales.
  4. Los incrementos salariales descontados por la inflación evidencian que estás ganando menos dinero en términos reales. Cualquier remuneración que como mínimo no supere en términos nominales el 12 – 15% anual en Nicaragua, está sin mantenimiento de valor, es decir, ganas cada vez menos; estás regalando dinero a esa empresa.
  5. Ha habido ya deserción de personal con sus mismas inquietudes, o bien, de algunos otros con menor experiencia, pero que han buscado rápidamente otros horizontes, lo cual demuestra poco atractivo en la empresa para personal de alto potencial.
  6. Los estímulos y reconocimientos son aplausos, flores, medallas de latón o certificados. Existe toda una parafernalia de artículos pseudo motivacionales, que en realidad son caramelos y chiverías, no quitan el hambre; los mejores incentivos son la asignación creciente de responsabilidades y los aumentos salariales correlativos.
  7. “Estás topado en banda, no podemos aumentarte porque desequilibramos la estructura”, o “El sistema es lo que es”. Trabajé muchos años en una empresa en que estas excusas baratas eran las favoritas de la dirección, que traducidas llanamente eran: “Tu puesto o especialidad no son prioridad”, mensaje que en sí mismo es un banderazo de salida.
  8. Has recibido contacto de alguna empresa interesada en tu trabajo. Este es uno de los signos más claros que estás siendo subvaluado y que es tiempo de fundar tu propia república.

El autor es director ejecutivo de Cambio Cultural Consultores

*[email protected]

Economía Competitividad Empresarial Nicaragua trabajo archivo

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