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turismo
Harold Ramos Orozco

Un turismo muy poco promovido

El Turismo Rural Comunitario (TRC) es una actividad turística que se desenvuelve en el medio rural, de manera planificada y sostenible, basada en la participación de las comunidades locales organizadas donde los beneficios que se obtienen se distribuyen de manera equitativa y justa dentro de la población bajo el enfoque de desarrollo local sostenible. La generalización de este modelo turístico es un fenómeno relativamente reciente, impulsado por los grupos de colectivos que son los pilares fundamentales de la economía del país, dentro de los que se destacan los grupos campesinos, cooperativas, asociaciones de pobladores y microempresarios rurales que han encontrado en este modelo una alternativa para mejorar sus condiciones de vida, poner de manifiesto sus actividades cotidianas y sus costumbres y rescatando la identidad cultural  de sus pueblos y promoviendo la cultura local.

Desde el surgimiento de la Red Nicaragüense de TRC por el año 2004 con apoyo de organismos internacionales como Fundación Luciérnaga, Ecodes, Cooperación Técnica Alemana, SNV, OMT, entre otros, dieron la pauta para que esta nueva tendencia de turismo se viera  acelerado principalmente en la presente década, aumentando la información y sensibilización por parte de ONG y medios de comunicación, del gobierno  y la sociedad. No obstante, el turismo rural comunitario ya no debe ser percibido como una actividad altruista y desinteresada, sino una opción más entre las que selecciona el viajero o el excursionista para conocer un territorio, bajo unas condiciones mínimas de confort.

Nicaragua un país dotado con una gran riqueza de atractivos  con amplios espacios rurales apenas explorados, nutridos de recursos culturales y naturales diversos e importantes. Por otro lado, los cambios en las necesidades y preferencias de los habitantes de las ciudades, orientados hacia una revalorización de las culturas tradicionales y un interés creciente por el medio natural,  hacen del TRC un factor clave en la conservación y recuperación de los elementos básicos que lo forman, en concertación con las comunidades: artesanía, gastronomía, folclor, costumbres y actividades tradicionales. De esta manera se contribuye al fortalecimiento de la identidad local, regional y nacional pues permite visualizar el valor, expresado por el respeto y la admiración de los visitantes, de la cultura local. La utilización de las áreas rurales en nuestro país representa una excelente oportunidad para su desarrollo, siempre y cuando se trabaje bajo el modelo de desarrollo local de una manera planificada y gestionada y en colaboración directa con organizaciones locales, las municipalidades debido a que el turismo no solo consume suelo, sino sociedades.

Según la Revista Panorama de la OMT, en América Central las llegadas internacionales aumentaron un 7 por ciento hasta superar los 10 millones.

En el caso de Nicaragua,  obtuvo un  aumento de un 4 por ciento más,  superando a Guatemala y acercándonos a nuestro vecino Costa Rica, con una perspectiva de crecimiento entre el 12 y el 24 por ciento en los próximos quince años.

Con estos datos interesantes, el desarrollo de este modelo comunitario debe enfocarse en un aumento de los segmentos de mercado de interés a través de una mejora del producto actual y a la creación de nuevos productos que provoquen entornos favorables, trabajando más en una estrategia para la rentabilidad e incremento de cuota de mercado; no enfocadas en promover venta de productos en ferias sino en  un argumento de desarrollo y de valorización del territorio,  que tenga como finalidad la mejora de la calidad de vida.

Crear capacidades a lo interno de las organizaciones que les permitan una mejor organización, así como la capacidad gerencial en materia de comercialización.

En este año que la OMT lo ha dedicado al Turismo Sostenible, es el  momento idóneo para activar  la Ley de TRS mediante la puesta en marcha del Programa Nacional de Turismo Rural Comunitario que permite que se articulen cada vez más emprendimientos preparados para recibir turistas, garantizando un  impacto en el desarrollo económico local: proporcionando empleo a la población local, comprando productos o contratando servicios que se originan en la zona y animando a sus usuarios a gastar dinero localmente.

Recordemos que el TRC debe convertirse en el motor de desarrollo local  y pieza clave en la mejora de determinados territorios con un débil tejido industrial.

El autor es presidente nacional de RENITURAL.

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