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Cartas al Director, farsas electorales

Cartas al Director

Hace algunos años Managua festejaba a Santiago Apóstol, el 25 de julio, entre danzas de “Moros y Cristianos”, “La Yegüita”, “El Tinco”, “Los Diablitos”, “Las Inditas”, “El Gigante”. Luego, por decisión casi gubernamental fue impuesto Santiago

Santo Domingo: entre lo religioso y lo profano

Entre el primero y diez de agosto se celebran en Managua las festividades de Santo Domingo de Guzmán, Patrono de los managuas, por irrebatible decisión popular. El pueblo se tomó a Santo Domingo como su legítimo y único Patrono, lo hizo suyo y lo entronizó en la capital.

Hace algunos años Managua festejaba a Santiago Apóstol, el 25 de julio, entre danzas de “Moros y Cristianos”, “La Yegüita”, “El Tinco”, “Los Diablitos”, “Las Inditas”, “El Gigante”. Luego, por decisión casi gubernamental fue impuesto Santiago.

Según datos históricos realizado por el historiador Clemente Guido Martínez, cuando se creó la Arquidiócesis de Managua en 1914 dio el Patronato a San Miguel Arcángel, pero el pueblo no lo asumió. Y siguió gobernando Santo Domingo de Guzmán.

Santo Domingo expresó —según nos cuenta la leyenda—, su voluntad de velar por Managua y sus habitantes, apareciendo su imagen a un campesino en la zona de Las Sierritas, hoy Santo Domingo, mientras realizaba tareas propias del campo. La aparición de la diminuta imagen del santo dominico fue incuestionable evidencia de que deseaba de que se construyera en ese mismo sitio una ermita donde pudiese ser venerado.

Los festejos de esa algarabía patronal en la capital duran entre diez y once días, iniciando el 31 de julio con la “vela del barco”. Diez días pasa la imagen de Santo Domingo en Managua. Durante estos días muchos promesantes asisten a la iglesia de Santo Domingo al igual que otros visitantes que circundan más que la iglesia los alrededores de esta en busca de los chinamos, juegos mecánicos y juegos de azar, la vida improvisada que se crea en el atrio y el parque.

La celebración de Santo Domingo de Guzmán ha sido vista desde diversas perspectivas, por lo que estudiosos de esta festividad la han catalogado como “religiosidad popular”, poniéndose de manifiesto la catarsis colectiva del pueblo, donde el Santo es bailado, zangoloteado y vitoreado por una muchedumbre más pagana que religiosa.

Las fiestas tradicionales, las fiestas religiosas populares, tienen por un lado características de rito y devoción desde todo punto de vista, y por otro lado, tienen o deben tener el mérito de despertar, de motivar el ingenio y la creatividad popular, en la medida en que crean y recrean formas particulares de expresión folclórica.

Las celebraciones de Santo Domingo de Guzmán se han caracterizado más por su contenido de religiosidad o fervor, por un desborde de la energía popular, por un despliegue de lo que algunos llaman alegría del pueblo, y otros más certeros talvez, desahogo de las represiones a que nuestro pueblo ha sido sometido por diferentes causas.

Pero, cualquiera que fuese la demostración de los capitalinos hacia Santo Domingo de Guzmán, religiosa o profana, es el Santo Patrono de los managuas, el que al final se impuso, después de diversos momentos históricos que acaecieron en Nicaragua. Cayeron presidentes, caudillos y dictadores, pero, Santo Domingo ganó la “batalla” de su patronazgo en la capital.

Julio León Báez.

En memoria de Manolo Morales

Este 10 de agosto, quienes conocimos a Manolo Morales Peralta recordamos sus valores, sus principios y su consecuencia puesta a prueba en las luchas de los trabajadores hospitalarios organizados en Fetsalud, en su capacidad profesional como abogado defensor de sandinistas prisioneros por la dictadura somocista, en sus continuas conspiraciones armadas pretendiendo derrocar militarmente al somocismo. Conspirador hábil y político socialcristiano de verdad nos decía que “la política más que el arte de las posibilidades es el arte de crear las posibilidades” y lo aplicaba a su militancia tal y como lo recogió Carlos Fonseca Amador en su libro Desde la cárcel yo acuso a la dictadura (1967), allí se lee: “Cuando recuerdo las luchas que libramos en el movimiento estudiantil un liberal como Sergio Martínez Cabezas, un socialcristiano como Manolo Morales y un radical como yo, es que cobra vida en mí la posibilidad de elaborar una ideología política nacional”. Pero Manolo no necesitó ningún “pie de amigo” para erigirse como el gran Manolo, valiente, inteligente, estoico por un dolor de úlcera estomacal, e impasible frente a un guardia nacional (GN) que a las tres de la madrugada le requisaba su cartera en la bartolina de Juigalpa, donde tuvimos el honor de acompañarlo, prisioneros porque, según ese mismo GN “aquí solo hay dos partidos” (liberal y conservador de los setenta) los socialcristianos éramos considerados subversivos.

A quien, a cuarenta y dos años de su partida por negársele atención médica sufriendo un infarto cardíaco, recordamos por su sentido angelical del mundo y de la amistad. De su confraternidad con sus discípulos en la escuela de Derecho de la UCA, donde enseñaba con disciplina académica y profundidad humana. Su actividad y entrega lo convirtió en secretario general de la organización pluri-ideológica, Unión Democrática de Liberación (UDEL), que fundó Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el Mártir de las Libertades Públicas. Su nombre fue reconocido nacional e internacionalmente como un demócrata luchador vertical antisomocista.

Pretendió que asaltáramos la hacienda El Retiro después del terremoto de 1972 con viejos Garand y rifles heredados del Movimiento 11 de Noviembre. Nos entrenamos de manera casi artesanal y ya en la víspera de la acción, al preguntarle cómo responderíamos al ataque de la GN desde adentro, sostenía dos cosas: una, que un general se le rebelaría a Somoza; y dos, que nuestro deber era aplicar “fuego graneado” lo que dejó la sensación de que íbamos más a un acto heroico que a tomarnos la residencia hacienda de Anastasio Somoza Debayle, El Retiro. No hubo intento ya que un lote de armas provenientes de fuera del país fueron capturadas en El Salvador y trascendió cuál era el destino, lo que abortó la operación que sería el 11 de noviembre de 1973.

Cierro esta breve recordación con una pequeña anécdota: una joven compañera de estudios, hija de un militar somocista de alto rango, nos invitó a su cumpleaños a su residencia a Manolo y a unos cuantos compañeros de universidad. Al llegar a la entrada a la casa había una placa: “En esta casa todos somos amigos del general Somoza”, mi reacción inmediata fue que yo no entraba a esa casa. La reacción de Manolo fue simple y sencillamente: ¡Lee bien!… y tenía la razón.

Mauricio Díaz D.

Los Acuerdos de Esquipulas I y II

En la actualidad muchos jóvenes nicaragüenses no saben y ni cuenta se dan que existen y por qué existen los acuerdos suscritos por los presidentes centroamericanos en Esquipulas, un lugar ubicado en la antigua Guatemala aquel 7 de agosto de 1987. Estos acuerdos de Esquipulas de los cuales se está conmemorando su 30 aniversario de firmados, sirvieron para que en Centroamérica hubiera una paz, libertad y democracia duradera.

Nacen producto de las guerras fratricidas que en los años ochenta se desarrollaron en tres países de Centroamérica: Nicaragua, Guatemala y El Salvador. En Nicaragua la guerra fratricida que nos había impuesto la dictadura sandinista dirigida por el mismo Daniel Ortega era cruenta, y fue por la lucha armada de los comandos de la libertad de la Contra que el dictador Ortega corrió a firmar los acuerdos de Esquipulas, de lo contrario Nicaragua estuviera sumergida en la opresión y represión como Camboya, Corea del Norte, Cuba y Venezuela.

En la firma de los acuerdos de Esquipulas el mismo Ortega reconoció la justa lucha armada de la Contra. Aquellos acuerdos exigían elecciones libres y transparentes y fue así que aquel 25 de febrero de 1990 se dieron elecciones libres y transparentes en Nicaragua, obteniendo el triunfo presidencial de doña Violeta Barrios de Chamorro, enterrando el nefasto Servicio Militar impuesto a los jóvenes.

Esos acuerdos también contemplaban la libertad de expresión, movilización, organización y libertad de prensa, algo que hoy se violenta en Nicaragua. Aquellos acuerdos de Esquipulas I y II, hoy son violentados por la dictadura sandinista por lo que hay que hacerle un llamado a la comunidad internacional para que sean respetados y evitar que a los nicaragüenses se nos impongan otras dictaduras y guerras fratricidas como la de los años ochenta.

Máximo M. Castillo (Mexicano)

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