El 9 de agosto de 1856, en Cunaguas, Acoyapa, una tropa nicaragüense comandada por el capitán Dámaso Rivera, se enfrentó, derrotó y aniquiló a una Compañía de Batidores (exploradores) filibusteros de Walker, que asolaban asesinando y robando a los habitantes de Chontales.
Es otra poco conocida, pero no por ello menos gloriosa batalla de soldados nicaragüenses combatiendo por la defensa de la patria.
Narra el capitán Dámaso Rivera en su Parte de Guerra, dirigido al Gral. Tomás Martínez: “El día 5 se me dio parte que una partida de filibusteros en número de 25 se habían introducido al Pueblo de La Libertad, en donde cometían toda clase de crímenes, robando, persiguiendo a los vecinos honrados y ahorcando a los que podían caer en sus manos”.
El capitán Rivera continúa diciendo que reunió a las fuerzas a su mando, citó a los vecinos patriotas y empezó a perseguir a la Compañía de Batidores Filibusteros, alcanzándolos el 8 por la noche en el estero de Cunaguas, en la jurisdicción de Acoyapa, enterándose por personas que huían, que acababan de ahorcar a dos personas más. Observando Rivera que el enemigo filibustero se encontraba parapetado, dio orden a sus soldados de hacer una escaramuza, para conocer las posiciones del enemigo, juzgando después del fuego cruzado que sería mejor atacar al día siguiente.
Por la mañana, detectó a los filibusteros dejando el camino hacia Acoyapa y tomando dirección hacia Lóvago, los persiguió por la montaña, dándoles alcance hacia las 4:00 de la tarde; escribe el capitán Rivera: “Mandé en el momento a mis valientes hacer una carga a la bayoneta, la que ejecutaron con mucha destreza, y dentro de un cuarto de hora quedaron completamente destruidos los filibusteros, dejando en el campo de batalla veintiún cadáveres, un prisionero, todos los rifles y pistolas que portaban, municiones de guerra y todo cuanto habían robado con el mayor escándalo y violencia. Por nuestra parte no hemos tenido más que dos heridos de alguna gravedad y dos levemente”.
Por otro lado, William Walker en su obra La Guerra de Nicaragua, refiere los sucesos llamando “desertores” a la Compañía de Batidores, de quien dice era comandada por un “tal Turley” y había sido enviada a explorar la costa suroeste del lago de Nicaragua, atribuyendo su triste fin a que los “batidores” habían amarrado y azotado a un minero francés, los cuales juntaron “gentes del país” y aniquilaron a los supuestos desertores. Como vemos, Walker minimiza el papel de los soldados nicaragüenses y la derrota de su tropa. Algo parecido hizo en la Batalla de San Jacinto, llamando “voluntarios” a la tropa filibustera que atacó y fue derrotada el 14 de septiembre.
Algunos historiadores consideran que Cunaguas fue triunfo del Partido Legitimista, debido que ocurrió el 9 de agosto, poco más de un mes antes del Pacto Providencial entre Democráticos y Legitimistas del 12 de septiembre. Bajo esta óptica, también el triunfo de San Jacinto sería legitimista, ya que al momento de la batalla, la noticia de la unidad aun no la conocían los soldados nicaragüenses.
A 161 años del Triunfo de Cunaguas, este enfoque resulta poco menos que irrelevante, fue el triunfo de nicaragüenses contra depredadores invasores extranjeros.
Triunfo de fuerzas regulares del ejército, auxiliado con patriotas civiles, comandadas por un oficial, el capitán Dámaso Rivera, quien brinda el informe de la batalla a su oficial superior, el general Tomás Martínez, lo que desvirtúa el despectivo reporte de Walker. Parte de Guerra que finaliza con la patriótica declaración:
“Es impotente el filibustero en presencia del soldado de la patria. Atacad nicaragüenses; una fe mercenaria poco da que temer al valor, por victoria hallará el escarmiento, y su triunfo será el deshonor”.
¡Honor a los vencedores de Cunaguas!
El autor es psicólogo social.