Jennifer Brenes nació con microcefalia. Tiene 24 años, comprende todo lo que le dicen, pero no puede hablar. Para comunicarse usa sus manos y hace gestos. Y aunque es de pocos amigos siempre está haciendo algo. Tiene un empleo como conserje y en sus ratos libres es actriz de teatro.
Milagros Huerta, Yasser Pérez y Diana Hernández también son actores y al igual que Jennifer padecen algún tipo de discapacidad. Todos son parte del grupo de teatro Contentarte donde también hay jóvenes que no sufren discapacidad y son quienes se encargan de aprenderse los diálogos. El resto del equipo usa expresiones corporales y otras habilidades para moverse por el escenario.
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Hasta ahora se han presentado en cuatro ocasiones con una adaptación de la obra El Principito llamada El Principito sin fronteras. Montarla les llevó más de seis meses porque pasaron tiempo familiarizándose entre ellos y luego comenzaron los ensayos, definieron los personajes, diseñaron el vestuario y prepararon el escenario, explica Jean Carlos Maltez, uno de los profesores.
Los actores y el grupo
Diana Hernández también es actriz y sufre parálisis cerebral. A ella lo que más le gusta es bailar, por eso la mayoría de los personajes que ha interpretado tienen esta característica. Ella mueve sus manos y sus pies con un poco de dificultad. Tampoco puede hablar con claridad, pero sí sabe leer y escribir, pues terminó la primaria. Fuera del escenario es un poco tímida, pero al subir al escenario se transforma en una joven segura y confiada de sí misma.}
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Ella, al igual que sus compañeros, nació en Granada y llegó al Centro Integral de Desarrollo Corazón Contento, la institución que promueve este grupo de teatro, hace un par de años. Llegó para hacer terapias e integrarse en la terapia ocupacional donde les ayudan a integrarse y ser más independientes. Desde el año pasado se integró en el grupo de teatro.
Lo mismo pasó con Milagros Huerta, quien sufre síndrome de Down y tiene 16 años. Ella descubrió el amor por el teatro en Contentarte. Y aunque la primera vez que se presentaron tenía un poco de pena, a los minutos cobró valentía. “Yo amo actuar, yo amo actuar con mis amigos”, dice sonriendo mientras se lleva las manos al pecho.
De todos, el único que no puede caminar es Yasser Pérez, pero eso no le impidió tomar un papel en la obra que presentaron hace algunos meses. Para él ha sido un poco difícil adaptarse a esta nueva faceta, porque, aunque tiene 28 años siempre ha dependido de la ayuda de otros para empujar su silla de ruedas. Y desde que está en Corazón Contento ha tenido que aprender a moverse solo.
En la obra, por ejemplo, hubo una escena en que su personaje debía moverse de un lado a otro en el escenario y a él le tomó varios minutos poder hacerlo porque no está acostumbrado a empujar su silla.
Oficialmente como grupo Contentarte se han presentado en cuatro ocasiones. La primera fue a inicios de este año en el Centro Cultural de España, después de más de seis meses de preparación. Ese día solo faltaban 20 minutos para que salieran al escenario y en el auditorio había casi doscientas personas.
“Yo no estaba nerviosa. Me daba un poco de pena, pero ya después se me quitó”, dice Milagros Huerta, quien actuaba como flor en la obra.
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El resto de actores de Contentarte responde igual que Milagros. Dicen que iban seguros y que les gustó la experiencia. Sin embargo, Patricia Fernández, directora de Corazón Contento, afirma que mucho de ellos estaban nerviosos hasta el último momento.
Corazón Contento
Los otros actores
Aunque gran parte de los actores de este grupo de teatro son jóvenes con discapacidad, hay siete que no tienen ninguna discapacidad. Y según los maestros de teatro con ellos fue el mayor reto porque al principio tuvieron muchos problemas para integrarse con el resto del equipo.
“Desde hace rato teníamos idea de crear un grupo de teatro. El año pasado nos invitaron a participar en un festival en la UCA y después decidimos crear un grupo de teatro que fuera inclusivo no solo con nuestros jóvenes. Pero, al inicio el problema era con los que no tenían discapacidad. Ellos se apartaban, no se juntaban con el resto”, explica Fernández.
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Este proceso les llevó un par de meses y tuvieron que hacer dinámicas, charlas para que se integraran y se adaptaran a sus otros compañeros. Muchos de ellos nunca habían interactuado con personas con discapacidad. Cuando estuvieron listos repartieron los papeles principales que llevaban diálogos a los jóvenes que no tenían problemas físicos ni intelectuales, al resto se les asignaron los personajes secundarios según sus capacidades. Yasser y Jennifer usaron el lenguaje corporal para interpretar sus personajes. Para ellos fue una ventaja que él pudiera gritar en medio de la obra y sonara muy natural, pues él también así se comunica.
Integración social
Además de pertenecer al grupo de teatro, la mayoría de jóvenes son parte del Centro de Integración de Desarrollo Contentarte que creó el grupo. Llegan todos los días a las 8:30 a.m. y se van al atardecer. La mayoría supera los 15 años de edad. En el día están integrados en programas de inclusión social, hacen las compras del mercado, aprenden manualidades, barren y algunos son preparados para integrarse a un trabajo.
Jennifer ya lo logró. Ella comenzó a llegar a Corazón Contento como estudiante y hace unos meses le dieron oportunidad de trabajar en el mismo centro. “Nosotros vimos que era bueno y se dio la oportunidad”, afirma el profesor Maltez. Ella explica a través de señas que se siente feliz de estar trabajando. Ahora solo se dedica a trabajar y al grupo de teatro. Trabaja medio tiempo y después se va a su casa.
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