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José María Calderón perdió el ojo izquierdo por el fuerte impacto aparentemente de una bala de goma. LA PRENSA/M. ESQUIVEL

Represión gubernamental ha dejado discapacitados a campesinos anticanal

Los escenarios de violencia policial contra los campesinos se ubican en El Tule y Rivas, en diciembre de 2014; Managua, en octubre de 2015, y Nueva Guinea, en noviembre de 2016

Las marchas campesinas en reclamo por la derogación de la Ley 840, relativa a la construcción del Canal Interoceánico en Nicaragua, han sido las principales demostraciones populares más espontáneas surgidas en los últimos tiempos en el país. Y así han sido reprimidas.

Pero cada vez bajan más centenares de campesinos, con su cutacha al cinto y sus botas de hule, para insistir en su reclamo: que no los despojen de sus tierras. Esa rebeldía ya les ha costado a algunos la pérdida de algún miembro y a otros culateadas y encarcelamientos. LA PRENSA expone la situación de cuatro de ellos.

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Hasta ahora no se contabiliza cuántas víctimas ha cobrado la lucha anticanal en cuatro años. No obstante, al menos ha habido tres hechos en los que la violencia policial por impedir que los campesinos se expresen, ha dejado unas sesenta personas golpeadas, lesionadas y otras decenas encarceladas.

Los escenarios de violencia policial contra los campesinos se ubican en El Tule y Rivas, en diciembre de 2014; Managua, en octubre de 2015, y Nueva Guinea, en noviembre de 2016.

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En esos incidentes cuatro de los manifestantes han sido víctimas de la mayor represión. Los cuatro coinciden en que pese a sus pérdidas no desisten de su lucha por el amor a su pedazo de tierra.

José María Calderón Cerro perdió un ojo

José María Calderón Cerro, 69 años, llegó a esas tierras donde habita cerca de El Dorado 3, El Tule, San Miguelito, hace unos 25 años, donde espera morir y no está dispuesto a permitir que lo despojen de su “pedacito de tierra” de diez manzanas.

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Ya perdió un ojo por esa causa. Fue el propio 24 de diciembre de 2014, cuando decenas de antimotines los sorprendieron en un plantón en El Tule, donde permanecieron por varios días en rechazo al Canal. Sobre cómo ocurrió el incidente ese día, Calderón es poco lo que sabe.

José María Calderón Cerro, 69 años. LAPRENSA/M. Esquivel

“Yo no supe de eso porque cuando tiraron unas lacrimógenas yo me tragué el humo y perdí la mente (…), no supe ni a qué hora me dieron mi ‘caricia’, no supe”, sonríe Calderón.

Algo que sí precisa Calderón es que “ellos (los policías) desde que llegaron ahí con armas, dijeron que iban a desalojarnos y dispararon unas balas de goma; creo que hasta balas de verdad dispararon”.

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“Nosotros no andábamos con intención de pelear con ellos, sino de protestar; porque si nos sacan del lugar ¿adónde vamos a vivir?”, pregunta Calderón, quien solo recuerda que despertó como a los cuatro días, cuando se enteró que había perdido el ojo izquierdo.

Calderón está claro de lo perjudicial que sería la construcción de un Canal.

“Yo le voy a decir la verdad, que aquí sea que pase por otra parte o sea que pase por donde mí, es a Nicaragua que lo están perjudicando (…), es una protesta humilde que le estamos haciendo a este hombre, que nos oiga que por favor entendamos que así como él necesita dónde vivir, nosotros también necesitamos dónde vivir”.

Pedro José Guzmán recibió balazo en el abdomen

Pedro José Guzmán tiene 64 años, de ellos lleva 35 años viviendo en San Sebastián Aguas Sarca, Nueva Guinea, donde posee “un tuquito de tierra”, de 50 manzanas, justamente por donde fue trazada la línea del Canal que en esa zona inicia en La Esperanza Número Uno, buscando el mar.

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Sobrevivió a la guerra civil de la década de los ochenta cuando se integró como comando de la Contrarrevolución. Pero el 29 de noviembre del 2016, una bala en el abdomen estuvo a punto de quitarle la vida. Ese día, Guzmán junto a centenares de campesinos marchaban desde las montañas de Nueva Guinea hacia Managua, para que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, escuchara su demanda de que sea derogada la Ley 840.

“A mí lo que me cayó no fue ni (bala de) goma, ni bala salva, fue una bala de R-15 (…), esa fue la bala que me sacaron de mi cuerpo”, expresó Guzmán, al referirse a los sucesos del puente El Zapote, Nueva Guinea.

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Guzmán recuerda esos momentos. “Íbamos pongámosle locos porque nos tiraban las bombas lacrimógenas (…) nos tiraron balas y todo, ideay, nosotros desarmados ¿qué podíamos hacer? Nada, solo meter la mano, el cuerpo era lo único”, expresa Guzmán.

Brazo afectado por balazo

El mismo día que fue herido Guzmán, Alexander Hurtado Téllez, de tan solo 20 años, fue herido en el brazo izquierdo cuando buscaba evadir el retén policial lanzándose por potreros.

Hurtado vive en El Cahacalín, Nueva Guinea. Recuerda que ese día cuando estaban a unos 80 metros del retén policial los uniformados abrieron fuego contra ellos.

Una bala disparada por agentes antimotines le dejó a Alexander Hurtado casi inmovilizado el brazo izquierdo.
LA PRENSA/M. ESQUIVEL

“Agarré por el potrero y solo me agaché y me dieron el balazo (… ). Cuando me paré sentí que (el brazo) se me dio vuelta para un lado desbaratado el codo”, recordó el joven. Como resultado, Hurtado ha perdido movilidad del brazo, pese a dos cirugías que le han practicado. Un médico le dijo que al menos le serviría para portar la camisa.

“Parecía un monstruo”

Manuel Avilés, de 60 años, propietario de más de cien manzanas de tierra, en El Jícaro, San Miguelito, dijo: “Figúrese que a mí me agarraron a mansalva. Yo no me di cuenta qué sucedió de mí, por cuenta perdí el conocimiento de tantas patadas, garrotazos en la cabeza, gracias a Dios que me protegió y no me hicieron ninguna fisura”, sostiene Avilés, quien asegura que fue golpeado por los policías durante el desalojo de un plantón en El Tule, en diciembre de 2014, hasta emanar sangre por la boca, por la nariz y por los oídos.

Manuel Avilés sufre secuelas por una golpiza policial. LA PRENSA/M. ESQUIVEL

Cuando se pudo ver en un espejo dice que “parecía un monstruo”. Aun golpeado, Avilés fue conducido a las celdas de “El Chipote”, donde permaneció detenido “en una chiquita (celda)”, esposado y sometido por varios días a interrogatorios. De esa golpiza “yo no quedé cuerdo (…) yo a la vez no estoy normal (…) tal vez llevo una conversación y se me olvida, me dejaron como suavecita la cabeza, quedé tres meses defecando sangre, no salía porque tenía miedo que me pusieran una inyección y me palmaran”, relata Avilés.

Seguirán su lucha

Pese a las secuelas dejadas José María Calderón, Pedro José Guzmán, Manuel Avilés y Alexander Hurtado coinciden en asegurar que no desistirán en su lucha por demandar en la derogación de la Ley 840. “Usted sabe que si no lo hacemos nosotros nadie más lo hará. Es algo que nos cuesta”, asegura Hurtado, quien pese a su edad, expuso su compromiso en la lucha anticanal, para evitar que los chinos se adueñen de sus tierras.

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COMENTARIOS

  1. El Tuleño
    Hace 7 años

    El inconstitucional va a pasar a la historia como alguien que solo sirvió para enlutar, agredir, empobrecer al pueblo de Nicaragua.

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