El Banco Mundial, en base a estimaciones estadísticas relacionadas a la estabilidad de los ingresos y la probabilidad de recaer en la pobreza, mide la clase media de acuerdo a un rango de ingreso per cápita diario de entre diez dólares y cincuenta dólares en términos de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) (no confundir con dólares corrientes). A pesar de los criterios teóricos y las estimaciones estadísticas que se argumentan, estos umbrales revisten cierto grado de arbitrariedad, como cualesquiera otros que puedan utilizarse.
Según las estimaciones del Banco Mundial, la clase media nicaragüense creció desde un 11 por ciento de la población en 2005 a 18.3 por ciento en 2014. Pero en el mismo periodo, la clase media en América Latina se expandió del 23.7 por ciento al 35 por ciento de la población.
En toda la región, la clase media como porcentaje de la población total en Nicaragua sólo es más grande que la clase media en Honduras y Guatemala (12 por ciento y 9 por ciento, respectivamente), mientras que, en el otro extremo, en Costa Rica este grupo asciende al 47.1 por ciento de la población.
La razón fundamental por la cual la clase media es tan reducida, es porque la población pobre y vulnerable es muy grande. Ello obedece a que la economía genera, predominantemente, empleos precarios e informales, de muy baja productividad e ingresos, que demandan una muy baja o nula calificación para ser desempeñados.
Esto es lo que se encuentra detrás de los elevados niveles de pobreza y vulnerabilidad que exhibe el país.
Por otra parte, los niveles promedio de escolaridad del país son muy bajos, y la calidad de la educación en promedio también es muy baja. Las tasas de abandono en la educación secundaria son muy altas y muy pocos jóvenes logran acceder a estudios técnicos o superiores.
De esta manera, por un lado la economía genera, de manera predominante, empleos de baja productividad, que no demandan de mucha calificación para ser desempeñados, y por otro, encontramos una fuerza de trabajo con una muy baja calificación promedio, que solo puede ser absorbida por este tipo de empleos.
Las unidades económicas que generan el empleo de mayor productividad e ingresos comparativos, empleo que corresponde solo a alrededor de una tercera parte del total, no están demandando cantidades muchísimo más grandes de trabajadores de mayor calificación, sino, a lo sumo, una mayor adecuación de las destrezas y aptitudes de la reducida fuerza de y trabajo que alcanza ciertos niveles de calificación, a sus requerimientos.
Esta puede ser la razón fundamental por la cual los retornos de la educación se han estado reduciendo: la demanda de fuerza de trabajo calificada no crece a tasas suficientemente rápidas, en comparación al crecimiento de la oferta, y las destrezas, calidad de la educación y aptitudes de los más calificados muestran desajustes con los requerimientos de las empresas.
La única manera en que la clase media se expanda hasta los niveles que alcanza por ejemplo en Costa Rica, sería que se expanda, a tasas mucho más rápidas, la generación de empleos de mayor productividad e ingresos, los que a su vez demandarían mayores niveles de cobertura y calidad, y pertinencia, de la educación.
Pero esto requeriría un esfuerzo nacional sostenido por diversificar la estructura productiva hacia nuevas actividades dinámicas de mayor complejidad, alta elasticidad ingreso de la demanda y elevada densidad de encadenamientos, que comiencen a generar porcentajes cada vez más elevados del empleo.
Dado que la productividad promedio de la economía es una media ponderada, al incrementarse el peso de estas actividades de mayor productividad ingresos en el empleo total, se incrementara la productividad promedio y el ingreso promedio, la economía crecería a tasas mucho más aceleradas, el ingreso per cápita reducirá con más rapidez su brecha, la población pobre y vulnerable se reducirá y la clase media se irá expandiendo hasta abarcar porcentajes cada vez más significativos de la población.
*Economista