Ayer el boxeador Alexander “Popeye” Mejía inició su mañana recibiendo la noticia de que la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) lo había colocado por primera vez dentro de su ranking, a nivel de las 122 libras, hecho que le hace estar “orgulloso y agradecido con Dios”.
El trampolín que lo llevó a tal lugar fue haber conquistado recientemente el cinturón Fedelatin de este organismo, después de una dura batalla de campana a campana con Ramiro Blanco, la cual tuvo como escenario el gimnasio Nicarao en Managua a finales de julio.
“Desde que comencé a luchar, siempre he soñado con ser campeón mundial de la AMB”, dice Mejía, quien apenas tiene ocho combates dentro del profesionalismo, pero mucha ambición dentro de sí, como un huracán de categoría cinco queriendo destruir los rivales a su paso.
Entrevista con Ramiro Blanco: “Voy a buscar el nocaut en la revancha”
“Esto no me lo imaginaba, es una felicidad. Soy alguien que vende en las calles (por lo general frutas), pero también boxeo, mi familia me dice que siga luchando. Quiero tener mi casa propia, mis hijos, y un cinturón de campeón mundial colgando en la pared”, confiesa.
“Debo ser inteligente”
Mejía fue construyendo su nombre siendo miembro de la Selección Nacional de Boxeo, en la que duró tres años, llegando a ser campeón centroamericano, y buscó la fortuna en eventos de mayor calado como unos Juegos Centroamericanos y del Caribe y en Juegos Panamericanos.
“Estar en el ranking de la AMB es muy importante por lo que puede venir. De aquí en adelante debo ser más inteligente y entrenar más fuerte”, apunta.
En octubre Mejía podría estar de regreso en el ring.
Relacionado: El “asalto” a “Chocolatito” encabeza los hechos del boxeo nicaragüense en 2017