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Álvaro Fonseca

Reducir uso de la bolsa plástica

La bolsa plástica desechable o bolsa de gabacha como es conocida en Nicaragua es uno de los materiales más contaminantes que existen. Es común que al comprar un artículo de consumo en un negocio se pida o se entregue una bolsa para llevar el artículo comprado. Pero esto no siempre fue así. Antes en los mercados se habituaba llevar un saco para llevar las cosas compradas. Ahora hasta en la tortillería del barrio te empacan las tortillas en bolsa de gabacha, cuando antes la costumbre era llegar con un trapo de tela para envolver las tortillas compradas.

Reducir su uso, sustituirlas por bolsas de tela, cobrar un impuesto para desestimular su empleo o prohibirlas son algunas soluciones que ya se están implementando en el mundo. Varios países y estados las han prohibido o limitado como en casi toda Europa, China, Colombia, Argentina, Ruanda, Bangladesh,  California, entre otros.  En Panamá se aprobó por el Parlamento el 10 de agosto del presente año 2017 la Ley 492 que prohíbe el uso de las bolsas plásticas desechables.

Es descomunal el impacto de las bolsas y los envases plásticos. El plástico nunca termina de desaparecer del medioambiente pues al cabo de 100 a 500 años se fotodegrada por los rayos del sol en finas partículas llamadas microplásticos que terminan envenenando el suelo, el agua y hasta los seres vivos.

La mayoría del plástico acaba siendo tirado sin control contaminando ciudades, ecosistemas terrestres y los océanos. Las lagunas de Tiscapa y Nejapa son sucias sopas de bolsas y otros objetos plásticos. Los cauces de Managua muchas veces se obstruyen y desbordan en época de lluvias a causa de residuos plásticos. Y los basureros municipales de Nicaragua se están “taponeando” de toneladas de basura plástica con un alto costo de mantenimiento que se está convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza para la economía de nuestros municipios.

Las mismas propiedades que hacen que los plásticos sean útiles en la vida diaria, como la durabilidad, también los hacen difíciles de suprimir. Acciones como el reciclado o el uso de plásticos biodegradables son esfuerzos parciales que no resuelven el problema de fondo. La única solución verdadera a largo plazo es reducir el consumo de plásticos y comenzar a reemplazarlo por otros materiales realmente degradables como tela, madera, vidrio, barro u otros. No caigamos en la trampa de los mal llamados plásticos biodegradables. Estos solo se descomponen cuando son expuestos a temperaturas mayores de 50 grados C por períodos prolongados de tiempo. Estas condiciones raramente se dan en el medioambiente.

Vivimos intoxicados por un sistema consumista que ve como normal los plásticos, de usar y tirar como bolsas, botellas para agua, pajillas, platos, cubiertos, y vasos desechables. En cambio nuestra comida tradicional como vigorón, vaho, o fritangas se empaca en hojas de plátano, que es una envoltura tecnológica y ecológica mucho más avanzada que el plástico desechable o el “moderno” empaque de poroplast. Al mismo tiempo se ha vuelto habitual que en convivios y eventos de empresas públicas y privadas e incluso en fiestas familiares o religiosas se sirvan los alimentos en recipientes desechables. Con un poco de esfuerzo ciudadano en todo convivio podríamos usar platos y vasos lavables evitando el brutal impacto ambiental del plástico desechable.

En la Asamblea Nacional reposan dos iniciativas de ley que regulan el uso de la bolsa plástica y otros desechos peligrosos. Habrá que afinar estas iniciativas buscando una ley que proteja a los consumidores y al ambiente pero que a la vez sea factible de aplicar.

El autor es ecólogo.
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