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San José de Bocay

LA PRENSA/ARCHIVO

El miedo se apodera de San José de Bocay después del asesinato de una embarazada

Un domingo en horas de la tarde el sujeto identificado como Byron Rojas Castillo sin mediar palabras le propinó 15 machetazos, pese a que la vio embarazada, no se conmovió

A inicios del mes de septiembre, Marisol López Rodríguez, de 20 años, tenía programado irse a la Casa Materna de San José de Bocay, departamento de Jinotega, porque le faltaba menos de un mes para dar a luz a una niña.

El embarazo de Marisol había transcurrido con normalidad. Según su progenitora, María López, ella laboraba en el campo para solventar las necesidades de su hijo de cuatro años.

Marisol no tuvo la dicha de ver nacer a su hija, ni tampoco de ver crecer a su hijo. Un domingo en horas de la tarde el sujeto identificado como Byron Rojas Castillo sin mediar palabras le propinó 15 machetazos, pese a que la vio embarazada, no se conmovió.

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Los hechos ocurrieron en Santa Teresa Tesalónica Número 2, en San José de Bocay, departamento de Jinotega. Un lugar remoto, donde los caminos son de tierra, las casas son alejadas unas de otras y los habitantes viven expuestos a todo tipo de peligros.

Los habitantes de la zona comentaron que es un lugar tranquilo, todos se conocen y se sienten aterrados por la manera tan cruel en que murió Marisol y el bebé que llevaba en su vientre.

A raíz del crimen de Marisol, los pobladores se sienten atemorizados. Todavía no dan crédito a tan sangriento hecho.

Puertas cerradas

Doña Mercedes Martínez Ruiz, de unos 80 años, se mantiene en su vivienda con las puertas cerradas, ubicada a unas cuantas cuadras de donde habitaba Marisol junto a su familia, en la comunidad La Camaleona.

Los pobladores de la comunidad cierran sus puertas temprano, luego del crimen contra la joven. LAPRENSA/ Uriel Molina

Cuando algún extraño se acerca para preguntar algo, doña Mercedes se planta en la ventana con un garrote como a la defensiva.

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Después de unos minutos de plática, empieza a decir que ella conocía a Marisol. “Aquí pasaba esa chavala porque vivía donde su mamá, siempre que iba a la casa pasaba por aquí, yo la conocía bien”, expresó.

Indicó que se siente con temor porque la mayoría de veces se mantiene sola en la vivienda junto a su hijo con discapacidad.

“Ella —Marisol— estaba con su gran panza y aquí pasaba por el camino, lastimoso pues eso que le pasó porque ver semejante barbaridad que le hicieron, claro que a uno le da temor porque semejante cosa que nunca la habíamos visto… sinceramente da miedo por tantas cosas que están ocurriendo y a veces uno se maneja solo en la casa”, expresó doña Mercedes.

El crimen de Marisol se ejecutó porque Adela Castillo Rocha, de 40 años, le pidió a su sobrino que matara a Alba Nubia López, hermana de Marisol y actual pareja de Roberto Montenegro Picado, con quien Adela sostuvo una relación.

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El sicario llegó a la vivienda y mató a Marisol creyendo que era Alba Nubia. El crimen se cometió en presencia del hijo de Marisol y su sobrina, ambos de cuatro años.

Niños traumados

Los dos niños fueron testigos, posiblemente el que se vea más afectado es el hijo de la víctima, el que ahora está bajo tutela de su abuela materna.

La niña de cuatro años fue quien relató el suceso a los agentes de la Policía y ella está recibiendo tratamiento psicológico en Jinotega. Según su mamá Alba Nubia, la niña ha tenido cuatro sesiones con un psicólogo.

Comunidad de Santa Teresa, municipio de San José de Bocay, Jinotega. LAPRENSA/Uriel Molina

El niño que Marisol dejó en la orfandad no ha recibido tratamiento, pero Alba Nubia indicó que también le buscaría una cita con el especialista para que sea atendido.

Según el psicólogo clínico, Julio Jiménez, la imagen de ese horrible caso es difícil de borrar de la mente de ambos niños. Pero a la niña le será más fácil puesto que tiene el amor de su progenitora.

“En el caso del niño pues va a ser el más afectado porque era su mamá y pues el proceso de duelo puede durar incluso años sin poderlo procesar, pero sí sería muy importante hacerle una valoración para ver el impacto en su vida”, explicó el especialista.

Sin acceso a la zona

Cuando Enoc Dávila, suboficial de la Policía Nacional y jefe de sector de la comunidad San Miguel de Quilambé, ubicada en el municipio de El Cuá, Jinotega, se enteró del crimen en contra de Marisol, tuvo que viajar hasta Santa Teresa en una motocicleta que tiene asignada.

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Llegó a la estación de Policía de Santa Teresa, en San José de Bocay, donde solo hay tres agentes del orden para atender a todas las comunidades de ese municipio. El jefe de sector sabía que no podía movilizarse solo en su motocicleta hasta el lugar donde ocurrió el hecho dado que “tenía que irme con un buen grupo de compañeros porque es peligroso, jamás me hubiera ido solo con otro”.

Para llegar hasta donde ocurrió el crimen, el suboficial tuvo que dirigirse primero donde un productor de la zona para que le facilitara su camioneta y así poder llegar más rápido y con varios agentes del orden.

“Íbamos como seis policías. Es que yo no cuento con vehículo de la Policía asignado, solo la población nos apoya cuando hay un caso relevante, entonces un productor nos apoyó en prestarnos la camioneta”, dijo el suboficial.

“Fue una escena totalmente atroz, los niños estaban viendo todo el asesinato que habían cometido en contra de esa pobre muchacha”, continúo el jefe de sector.

Él debe atender a unas 29 comunidades, se coordina con los demás agentes del orden mediante llamadas a celulares personales, no tienen radios de la institución y cuando no tienen saldo llaman al 118 de la línea gratuita de la Policía para informales de los hechos.

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Los tres agentes del orden de Santa Teresa se movilizan a pie cuando son casos menores, pero cuando los sucesos son relevantes piden apoyo a pobladores.

“Hace dos años que aquí se integró un puesto policial en San Miguel de Quilambé con apoyo de la población y yo he coordinando con productores del zona y ellos nos están apoyando”, dijo Dávila.
pocos casos

Para el experto en seguridad, Roberto Orozco, casos como el ocurrido a la embarazada suceden poco en zonas alejadas del país, pero cuando se dan son con demasiada saña.

“Los casos son muy esporádicos, lo que pasa es que la característica principal de estos casos es que cuando ocurren, ocurren con una saña desmedida, por eso es que provocan alto impacto, son homicidios o asesinatos de alto impacto”, expresó el experto.

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También mencionó que la ausencia de la Policía Nacional, el Ejército de Nicaragua y del Ministerio de Educación, genera una “licencia” para los autores de los hechos. Estos factores incrementan la saña.

“Lo que llama la atención en estos casos es la violencia particular del caso, son casos que ameritan un estudio criminológico porque todos esos factores, la ausencia del Estado en esa zona prácticamente genera impunidad para que estos sujetos violentos puedan cometer semejantes crímenes, ellos se sienten como que la justicia no los va a perseguir”, dijo Orozco.

En Santa Teresa no hay un centro de salud, los habitantes deben movilizarse hasta San José de Bocay para ser atendidos.

Hay quienes piensan que si un doctor hubiera llegado a tiempo a atender a la embarazada quizá la historia sería otra.

Los detenidos

El sujeto Byron Rayo Castillo y su tía Adela Castillo Rocha están detenidos en Jinotega y fueron acusados de los delitos de asesinato agravado, aborto, asesinato en grado de frustración en perjuicio del hijo de Marisol y también por lesiones psicológicas en contra de la niña de cuatro años que vio el hecho.

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Mientras Adela Castillo permanece detenida, Roberto Montenegro —padre de las dos hijas de esta—, tiene la custodia temporal de ambas menores. Este indicó que está luchando para quedarse con las niñas de manera definitiva.

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