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ajuste fiscal, Nicaragua

Economista Adolfo Acevedo. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Por qué se mantiene tan alto el subempleo?

Comprender lo que está sucediendo en el país con el mercado laboral, implica tener una comprensión lo más clara posible de lo que está sucediendo con los procesos socio-demográficos, por la incidencia fundamental que estos tienen sobre el crecimiento de la fuerza de trabajo.

Comprender lo que está sucediendo en el país con el mercado laboral, implica tener una comprensión lo más clara posible de lo que está sucediendo con los procesos socio-demográficos, por la incidencia fundamental que estos tienen sobre el crecimiento de la fuerza de trabajo.

En términos absolutos, se proyecta que la Población en Edad de Trabajar (PET) crecería por encima de 50 mil personas al año hasta 2025 y luego su crecimiento comenzaría a desacelerarse marcadamente, de manera que para 2030 solo crecería 39,400, para 2035 crecería en 22,300, para 2040 apenas 3,800 y para 2045 en vez de crecer habría declinado en términos absolutos en menos 12,800 personas.

Pero el crecimiento de la fuerza de trabajo no es estrictamente equivalente al crecimiento de la Población en Edad de Trabajar.

La Tasa de Participación Laboral de la Población en Edad de Trabajar, es decir que el porcentaje de dicha población que efectivamente se incorpora al mercado laboral en búsqueda de empleo y se convierte en Población Económicamente Activa (PEA), o fuerza de trabajo propiamente dicha (es decir las personas salen a las calles por primera vez a buscar un puesto de trabajo), se ha mantenido en alrededor de un 78 por ciento.

Si asumimos que este porcentaje se mantiene constante,  tendríamos que la población que efectivamente se incorpora al mercado de trabajo apenas crecería en 40,800 en 2017 (muy lejos de 120 mil), se mantendría creciendo en ese rango hasta 2025 y luego comenzaría a desacelerarse: para 2030 crecería 30,700, para 2035 en 17,400, para 2040 en apenas 3 mil y para 2045 estaría experimentando un decrecimiento absoluto de menos 10 mil.

La implicación económica de este hecho es fundamental.

Fíjese usted, los procesos demográficos, por si mismos -sin que se tuviese que hacer absolutamente nada en términos de política económica-, al determinar una desaceleración tan drástica del crecimiento de la Población en Edad de Trabajar (PET), y por ende, de la Población Económicamente Activa (PEA), crean una situación en la cual, con solo que el número total de empleos crezca en 45 mil al año, la tasa de desempleo abierto se iría reduciendo de manera sistemática.

La tasa de desempleo abierto no es más que la diferencia entre el crecimiento de la PEA y el crecimiento del empleo total. Si la PEA crece en 40 mil personas al año y se crean 45 mil nuevos empleos, la tasa de desempleo abierto declinara, año con año, debido fundamentalmente a los procesos demográficos. A medida en que la PEA crezca mucho menos, un crecimiento reducido en el número de empleos será suficiente para absorber ese crecimiento cada vez menor de la PEA.

Ahora bien, si la tasa de subempleo se mantiene elevada, superando el 40 por ciento, en vez de reducirse aceleradamente, a pesar de la marcada desaceleración en el crecimiento de la PEA, eso significa que una buena parte del empleo que se creaba previamente, y del nuevo empleo que se crea, equivale al subempleo, y que el empleo de relativa mayor calidad que se estaría creando como resultado de las “nuevas inversiones” representaría una cantidad absoluta bastante reducida.

No es que la fuerza de trabajo esté creciendo mucho –digamos, en 120 mil personas al año– y que el empleo que crean las nuevas inversiones no alcance esa cifra. En realidad la fuerza de trabajo está creciendo apenas en unas 40 mil personas al año, y ello implica que el empleo que estarían creando estas nuevas inversiones ni siquiera alcanza para absorber a este modesto contingente, de manera que un porcentaje importante del mismo sigue siendo absorbido por el subempleo.

(*)Economista

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