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tragedias
La Prensa

Muerte en la campaña electoral

La campaña electoral para las votaciones municipales del 5 de noviembre ha cobrado ya la vida de por lo menos una persona.

Como es del dominio público, el domingo 3 de septiembre por la noche la señora Zeneyda Salgado Matus, quien era candidata del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) a vicealcalde del municipio de San José de Bocay, departamento de Jinotega, fue muerta a balazos por un supuesto simpatizante del partido también de tendencia liberal, Ciudadanos por la Libertad (CxL).

Según las informaciones, la señora Salgado murió cuando la caravana del PLC en la que ella  viajaba después de haber participado en una movilización proselitista, fue atacada a balazos por el supuesto simpatizante del partido adversario. En la balacera también resultó herido de extrema gravedad, con un balazo en la cabeza  el joven Erlin Duarte Chavarría, hijo del secretario del PLC en esa zona.

Ha sorprendido que se tiñera de sangre y tan temprano una campaña política que ha sido vista como apagada, porque muchos nicaragüenses consideran que en las elecciones de noviembre se podrá votar, pero no elegir, al menos no en todos los municipios. Se cree que los resultados de esas votaciones ya están decididos, así como las asignaciones de alcaldes, vicealcaldes y concejales a los partidos participantes, como lo viene haciendo el régimen desde las fraudulentas elecciones municipales de 2008.

Evidentemente la muerte de la candidata del PLC no fue premeditada, pero de todas maneras es un crimen injustificable que se debe castigar de acuerdo con la ley.

Nadie tiene ni debe tener la potestad de matar a otra persona. Esa facultad no la tienen ni siquiera las autoridades militares y de policía, que de conformidad con la ley ejercen el monopolio de la violencia pero solo la deben practicar en casos defensivos y de extrema necesidad.

Se sabe que todavía hay quienes creen que  la política es una relación de fuerza y dominación, y que, por lo tanto, la violencia es indispensable en la lucha por el poder. Hasta no hace mucho tiempo, en Nicaragua  muchas personas  sostenían la tesis de que la violencia es la única forma válida de lucha política, no solo  para tomar el poder sino también para defenderlo, o sea para reprimir a los adversarios.

Esa cultura política primitiva e irracional predominó por mucho tiempo. La lucha armada, la violencia revolucionaria y la guerra para conquistar y mantener el poder político fueron glorificadas. Quienes la promovieron y practicaron fueron endiosados. Sin embargo, en la época actual la violencia política es un anacronismo inaceptable.

Se entiende que los partidos políticos no son dueños de las mentes de sus afiliados y simpatizantes. No lo es ni siquiera el partido totalitario que prohíbe a sus miembros expresarse libremente y los castiga cuando lo hacen. Sin embargo, todos los partidos que son o se dicen democráticos, tienen la obligación de educar y concientizar a sus seguidores en la cultura del civismo y de una ética política basada en el respeto incondicional a la vida, la integridad física y el derecho de los demás.

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