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Guerra Fría
Gina Montaner

Cuba: hacer oídos sordos

Hacer oídos sordos significa actuar con indiferencia ante una queja o denuncia. En el caso de Cuba esta expresión puede aplicarse de dos modos: el desdén que muestra el gobierno frente a las exigencias de la oposición para que haya una transición a la democracia; y ahora, en el sentido más literal y no figurativo, dejar sordo a una serie de diplomáticos estadounidenses que estaban destacados en La Habana. O sea, el castrismo hace oídos sordos y es un hacedor de oídos sordos. En ambos casos, las secuelas que deja son dañinas y permanentes.

En esos videos que de pronto han aparecido del primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel —apostaría a que la “filtración” viene desde la cúpula—, el casi probable sucesor de Raúl Castro explica las artimañas que emplearán para denigrar y neutralizar a los partidos opositores que pretendan presentarse como alternativa en una farsa electoral que mantiene en el poder a la dictadura desde hace casi seis décadas.

Las pautas de Díaz-Canel a los cuadros del partido forman parte de lo que siempre ha hecho el régimen: hacer oídos sordos a la realidad que lo circunda, que es la miseria y la falta de libertad de los cubanos. La población huye por mar, pide asilo en aeropuertos, cruza fronteras para llegar a Estados Unidos o sencillamente se resigna en una isla desahuciada, pero la consigna oficial es ignorar el desastre generalizado y desacreditar al puñado de opositores que señala con el dedo la desnudez del emperador. Las palabras del delfín de Raúl, propagadas justo cuando falta medio año para el relevo que garantizaría el caudillismo, son el mensaje de que la única política que sigue en vigor es la de hacer oídos sordos.

Pero al régimen no le basta con taponearse los oídos. También deja sordos a sus “enemigos”, tal y como ha revelado recientemente el Departamento de Estado. Aunque la administración Obama quiso creer que con el deshielo entre Washington y La Habana ablandaría el corazón de piedra del castrismo, en pleno acercamiento entre los dos países supuestamente la Inteligencia cubana colocó en las residencias de diplomáticos estadounidenses dispositivos ultrasónicos para captar conversaciones que afectaron la audición y el sistema nervioso de los funcionarios y sus familiares.

En estos momentos está en curso la investigación de este extraño suceso que ni al mismísimo John Le Carré se le hubiese ocurrido, a la vez que las personas afectadas reciben tratamiento médico en Miami. Pero de lo que no hay duda es que la Guerra Fría no ha terminado, al menos para Cuba. Es evidente que hacen oídos sordos a la voluntad de enterrar el hacha de una vieja enemistad y dejan sordo a quien fuere con tal de espiar a quienes en 2016 (de cuando data el incidente diplomático) les tendían un ramo de olivo para dejar atrás una era y comenzar otra.

Además de su voluntad de perpetuar un sistema dictatorial, lo peor que tiene el régimen castrista es lo inepto y chapucero que es. Condena al pueblo a la pobreza por su pésima gestión estatista (basta con ver las bobadas que Díaz-Canel repite al cabo de tantos años), y como muestra de su infinita incapacidad lo que parece era un operativo habitual de espionaje tuvo consecuencias graves. No hay que descartar que los dispositivos empleados estuvieran en tan mal estado como el propio gobierno cubano. Tal vez se trató de una remesa defectuosa manufacturada en la Rusia del siniestro Putin o en la Corea del Norte del demencial Kim Jong-un. Dos países en los que los disidentes son víctimas de ataques o asesinados sin  mayores miramientos.

El régimen castrista hace oídos sordos a la oportunidad del cambio y se mantiene anquilosado con la vieja propaganda que ahora corea Díaz-Canel como quien ya ensaya la letanía oficialista antes de que en febrero se escenifique el cambio de mando. Además, el gobierno deja sordo a quien se le ponga por delante. Un pueblo sin esperanzas. Una oposición acorralada. Unos diplomáticos con secuelas físicas permanentes. De las palabras necias hay que huir. Lo triste es que por ahora no hay escapatoria.  ©FIRMAS PRESS

La autora es periodista.
Twitter: @ginamontaner

Opinión Cuba John Le Carré La Habana Raúl Castro archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 7 años

    Pues se debería de dar una vuelta por algunos países de Centro América y verá que en plena ´´ Democracia´´ , también una buena parte de personas quieren emigrar , a como sea, no solamente para los USA, sino para otros lados en donde se pueda encontrar trabajos que generen plata para que al menos sus familias vivan con algo de dignidad . Eso no es exclusividad de Cuba , lo lamento.

  2. el carolingio
    Hace 7 años

    Lo de Cuba es un nunca acabar desde que se publicaban aquellos fusilamientos atroces que alineaban a las personas al borde de los hoyos y con el disparo caian hacia atras lo de ahora de los sordos ya todos hemos quedado sordos con lo de Cuba desde hace mucho pero mucho tiempo

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