Para los que no están familiarizados con nuestro lenguaje político, zancudos les decimos a los partidos políticos y políticos, que haciéndose pasar por opositores le hacen el juego al Gobierno. Habiendo hecho la aclaración, paso a revelar la lógica a la que recurren estos personajes para explicar lo inexplicable, con el único propósito de justificar su participación en una elección en donde no se elige a nadie, sino que más bien es una diarrea de designaciones según el real capricho de la pareja presidencial.
A este sainete político asisten varias clases de políticos, los que fueron convocados por los “líderes” para llenar las vacantes de las circunscripciones más representativas y los que creen ingenuamente que su liderazgo puede hacer la diferencia, olvidando que en esta ocasión como en las anteriores el voto no cuenta, si no lo creen pregúntenselo a don Fabio Gadea, Eduardo Montealegre, Edgard Matamoros, entre otros.
Excluyo de esta calificación a ese gran sector de nuestra sociedad que su oposición al régimen los lleva a extremismos como la tragedia vivida hace pocos días en Ayapal, en donde disputas entre liberales provocaron la tragedia que hoy enluta a dos familias. Pero volviendo a los zancudos, entre los verdaderos opositores, es unánime el criterio de que el título del zancudo mayor le pertenece al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) por el pacto de su máximo líder con el Gobierno y por el tristemente célebre borreguismo demostrado por sus cuadros de dirección. Basta con ver el actuar de sus diputados designados, de su contralora y el mutismo que mantienen ante las continuas violaciones a nuestra Constitución y Derechos Humanos perpetrados por el gobierno, para darnos cuenta que se han ganado ese calificativo al pulso. El otro partido zancudo que asiste a estas elecciones es Ciudadanos por la Libertad (CxL). Tanto su máximo líder, Eduardo Montealegre, como la presidenta designada y resto de autoridades, saben que no tienen el mas mínimo chance de ganar ninguna alcaldía que pueda considerarse influyente en el acontecer político y social del país, pero pueden apostar que con o sin la OEA participarán y aceptarán las migajas que les otorgue el régimen.
En cuanto a los otros partidos, a estos no vale la pena mencionarlos, pues tanto sus líderes como los que los representan en los principales municipios, son dignos de lástima, para ser benévolos con el calificativo. En pocas palabras, las elecciones del próximo 5 de noviembre terminarán por desenmascarar a los seudo opositores, lo que a mi juicio es positivo, pues no creo que nadie vuelva a hablar de unidad con estos zancudos, ya que la verdadera oposición es aquella que se quedará en sus casas como lo hicieron en la última elección, en donde el mundo entero pudo conocer a través de las redes sociales, cómo el pueblo daba la espalda a una elección arreglada de antemano entre los zancudos y el hoy presidente designado.
Por ello, a aquellos que con cinismo mal disimulado afirman que no hay que dejar espacios vacíos, debo recordarles que al dictador que ayudaron a entronizarse, hoy controla todos los poderes del Estado y desde hace rato demolió la autonomía municipal. ¿De qué sirve participar? ¿No sería mejor dejarle la responsabilidad de gobernar de facto y cobrarle sus desafueros el día que haya una elección en donde las circunstancias obliguen a que los votos se cuenten? Ese día pueden estar seguros que los zancudos desaparecerán junto con la dictadura.
El autor es comentarista político.