Una noche que habíamos imaginado para el recuerdo y para la corrección de la injusticia cometida contra Román “Chocolatito” González seis meses atrás en su primer duelo con Srisaket Sor Rungvisai, terminó por abrir heridas más profundas en el sentimiento popular y la mezcla de espanto y sorpresa ahora, resultó mayor que en el enfrentamiento anterior.
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Un Rungvisai agresivo desde el inicio y con un temible instinto devastador, fue demasiado para un Román que no pudo encontrarle la vuelta a la pelea y que quedó a una distancia abismal de la fama que le precedía, mientras era fulminado en solo cuatro asaltos de una presentación deplorable, que no podrá ser maquillada ni siquiera por nuestro afecto sin límites.
González (46-2, 38 KO) subió al ring del StubHub Center de Carson, California, como favorito, pero tan solo instantes después de que sonó la campana para iniciar el duelo, Rungvisai (44-4-1, 40 KO) fue quien comenzó a mandar. Y cada asalto resultó peor que el anterior para el nica, hasta llegar al final que tornó incierto su futuro.
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¿Qué fue lo que ocurrió?
Hasta hace dos peleas atrás, Román era el mejor boxeador del mundo, situado ahí no por el periodismo nacional, sino por especialistas y publicaciones de prestigio mundial como la revista The Ring o la cadena ESPN. Sin embargo, ante su primera derrota en marzo pasado, hubo cuestionamientos fuertes para Wilmer Hernández, su joven e inexperto entrenador .
Se indicó que hacía falta Arnulfo Obando, un adiestrador al que tampoco se le dio crédito mientras estuvo en vida. Es más, el comentario usual era que Román era tan natural en su boxeo y tan bueno, que con cualquiera podía trabajar. Ahora que lo preparó Sendai Tanaka, se dice que era mejor Hernández, porque Román llegó en mejor condición física en marzo.
¿Tuvimos oportunidad de ver su estado ahora? Si Rungvisai no le dio chance de nada. Fue abrumadoramente superior. Esto no es de entrenador. Sencillamente llegó a una división en la que su pegada es soportada y él tiene problemas para asimilar el golpeo de sus rivales. Lo tenemos que aceptar. Chocolatito no tiene chance ante las fieras de esa categoría.
Es cierto, extrañamos su boxeo de variantes, de moverse más por los laterales y las combinaciones prolongadas, pero el castigo de Rungvisai fue tan tempranero y certero, que no dio tiempo de nada. Fue abrumadoramente superior.
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¿Saltó muy rápido?
Un factor que probablemente ha incidido en todo esto, es la ambición de Román de ganar un millón de dólares, porque eso lo hizo saltar de categoría e ir directamente a enfrentar a un monarca como Carlos Cuadras y sin ninguna transición. Y al imponerse a Cuadras, se tenía que medir a Rungvisai y ese peleador alcanzó su mejor momento boxístico ahora.
De modo que el millón de dólares en el horizonte y sus desempeños en peleas duras y desgastantes aunque favorables, lo mantuvieron en pie hasta llegar a este momento, en el que se topó de nuevo con un Rungvisai aumentado y corregido, que lo abrumó.
Román debe hacer una pausa y reconsiderar su futuro. Definir el peso, el personal a su alrededor y hasta valorar el organismo en el que debe seguir, si es que decide continuar sobre el entarimado.
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¿A quién culpar ahora?
Si existe un culpable del trágico momento que pasa Román “Chocolatito” González, es Srisaket Sor Rungvisai, cuyo boxeo dio un salto grande y peleó con determinación, convencido de su superioridad.
Pero como siempre existe esa necesidad de culpar a alguien, se ha colocado en la mira a Carlos Blandón, su manejador, olvidando que él es empleado de Román, quien aprueba o rechaza cada propuesta.
Los grandes boxedores de la historia cayeron y se volvieron a levantar y eso agrandó su legado. El nica tiene la palabra ahora.