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Cartas al Director

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La crisis que viven los países azotados por el huracán Irma debe poner a prueba la capacidad de gestión de sus gobernantes, la voluntad de volver a comenzar de sus ciudadanos, la solidaridad de la comunidad internacional y la posibilidad de reconstruir las zonas afectadas pues la vida de cada ser humano importa

Reflexiones después del Irma 

Las millonarias pérdidas materiales y humanas que el huracán Irma dejó tras su paso por Antillas, Puerto Rico, República Dominicana, Haití, Cuba y el sureste de Estados Unidos nos debe hacer reflexionar sobre la capacidad de los países, sus gobernantes e instituciones para enfrentar este tipo de catástrofes.

Una vez evaluados los daños en infraestructura, se deben restablecer los servicios de agua, luz y desagüe. En Cuba, por ejemplo, hasta el momento de escribir esta carta hay más de 1,400 instalaciones educativas afectadas, pero a la luz de las imágenes, las calles y viviendas han quedado un desastre.

Después del paso de este devastador huracán, que dejó cuarenta muertos en la región, diez de ellos en Cuba, viene lo más difícil y costoso: la reconstrucción. Un informe de Accuweather, ha estimado en cien mil millones de dólares, los daños causados por el huracán Irma.

Esta situación despierta la solidaridad internacional, pues la ayuda puede cruzar fronteras. Resulta frustrante para los miles de damnificados que lo han perdido todo. En ese sentido, el mensaje del papa Francisco resulta acogedor pues ha elevado una oración de cercanía espiritual con los afectados.

Pese a todo, este fenómeno meteorológico nos deja algunas lecciones que aprender. Entre ellas, la prevención, pues si bien es cierto que no se puede evitar que esto ocurra, si se pueden hacer algunas labores de prevención para paliar los efectos de estos huracanes.

Evacuar a millones de personas en poco tiempo de un lugar a otro requiere una gran capacidad de gestión de desastres. Asimismo, construir refugios para albergar a las miles de personas que necesitan protegerse del paso de estos huracanes.
Otro aspecto a considerar es pensar en una infraestructura que pueda evacuar con rapidez el agua para evitar inundaciones y la proliferación de enfermedades.     La atención sanitaria es tan importante como el restablecimiento de los servicios de agua y electricidad. Salvaguardar la salud de los damnificados es urgente y prioritario.

La crisis que viven los países azotados por el huracán Irma debe poner a prueba la capacidad de gestión de sus gobernantes, la voluntad de volver a comenzar de sus ciudadanos, la solidaridad de la comunidad internacional y la posibilidad de reconstruir las zonas afectadas pues la vida de cada ser humano importa.

Carlos Alberto Rosales Purizaca.    

La vida en sentido pleno   

La felicidad es una tendencia y un deseo en el ser humano que lo expresa de diversas formas.

Descubrimos, en la experiencia personal, que tanto los bienes materiales, como del conocimiento y del corazón, son temporales y que están mezclados con la insatisfacción y el dolor. También encontramos paradojas humanas como: “Salir de uno mismo, relacionarse, para encontrarse”, “hay mayor alegría en dar, que en recibir”, o  la radicalidad de “perder la vida por amor”; realidades que encontramos, frecuentemente, en la familia y en la relación padres-hijos.

Mas, no nos engañemos, la felicidad completa no se da en esta vida, ya que la felicidad definitiva exige alcanzar el bien que colme al ser humano de forma estable y definitiva y la ausencia de todo mal. Durante nuestra existencia terrena, podemos conquistar “cierta felicidad”, que incluye horizontes de conocimiento y amor de Dios. Un autor actual lo expresa con estas palabras: “La contemplación de Dios nos acerca a la eternidad ya en esta vida y eleva nuestra alma por encima de la fatiga propia del tiempo; da una serenidad y gozo interiores que los sucesos de la fortuna no pueden dar ni quitar. Por el contrario, cuando el hombre se aleja de Dios y se encierra en los bienes terrenos, nunca está satisfecho y de todo se hastía”.

Ante esta vida en sentido pleno, podemos preguntarnos, ¿qué hemos de hacer para alcanzar la vida eterna? y, ¿con qué medios? La respuesta nos la dio Jesucristo: cumple los Mandamientos (…). Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo y que, en otras situaciones, también concretó en las Bienaventuranzas y en las obras de misericordia.

Los medios nos los da también Él: su Gracia y su presencia santificadora en la Iglesia, en los Sacramentos, y la acción del Espíritu Santo: “Si me amáis, guardaréis mis Mandamientos, y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad”.

Ante la desbordante recompensa del amor de Dios, San Pablo, al considerar la proximidad del final de su vida, nos dejó unas palabras entrañables de su fidelidad y su confianza en el premio: “He peleado el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la merecida corona que el Señor, el Justo Juez, me entregará aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que han deseado con amor su venida”.

José Arnal Agustín.    

Entre votar y no votar   

Está en la palestra el cuestionamiento si es necesario votar, si eso coadyuva para restarle poder a la dictadura Ortega-Murillo o si  con concurrir al sufragio lo que se hace es legitimar al régimen. Quienes apuestan en participar en las  elecciones del 5 de noviembre próximo expresan que en política no pueden cederse espacios; mientras por el otro lado, quienes consideramos que no se debe ir a votar, mantenemos la postura de que en nuestro país no hay condiciones para que se respete la voluntad popular y que se le hace más daño a Daniel Ortega absteniéndose al voto.

La coyuntura política no es la mejor para el orteguismo, quizá el régimen pasa por su momento más difícil en el lapso que lleva gobernando; la inminente caída de Maduro en Venezuela puede dejar a Ortega solo en el plano internacional si tomamos en cuenta que los demás países del llamado “bloque del socialismo del siglo XXI” tienen otros intereses y junto a la aprobación de la Nica Act, que golpeará duro a la cúpula en el poder.

El panorama para quienes detentan el poder es nebuloso, pues si el chavismo cae el nuevo gobierno venezolano cobrará el bondadoso crédito que durante años Hugo Chávez le otorgó a Ortega y sumado a los nefastos efectos económicos de la Nica Act, obligarían al Estado a realizar ajustes en su actividad financiera a efecto de poder sufragar los gastos públicos, y esos ajustes deben encaminarse, indiscutiblemente, en renegociar los incentivos fiscales que favorecen al gran capital, lo cual puede generar una desestabilización en dicha relación marital.

Muchos dirán que Ortega está obligado a respetar la voluntad popular aunado a la observación de la OEA que dicho sea de paso no es aún segura. Sin embargo, vimos ya que la política confrontativa del dictador está intacta con la reanudación del proceso en La Haya contra Estados Unidos, lo que refleja es la inexistente voluntad  de mejorar las condiciones institucionales del país por lo cual a Ortega no le conviene ceder los poderes locales municipales pues, ante el escenario poco favorable, lo más  seguro para la dictadura es mantener esos poderes para continuar controlando los territorios ante cualquier intento de manifestación.     Por ello es que Ortega lo que hará es asignar algunas alcaldías irrelevantes a la “oposición” y alguna que otra concejalía para vender la correlación de fuerzas y la representatividad.

Ante lo expuesto es igual de cívico no votar que votar y más aún la abstención pone en evidencia la debilidad del régimen, que va desde su militancia hasta la percepción que la colectividad tiene del ejercicio desmedido del poder.    No llamo al pueblo a que no vote, pero sí es necesario  reflexionar qué le hace más daño a la dictadura o votar o abstenerse. Cuando las condiciones para ejercer un derecho no son las propicias para que ese derecho tenga validez y sea eficaz es mejor no ejercerlo y abstenerse.

Juan Diego Barberena Gutiérrez.    

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