La dictadura de Nicolás Maduro aplastó las protestas populares en Venezuela, con un saldo macabro de 140 muertos, miles de heridos y alrededor de dos mil detenidos. Pero con esa victoria pírrica Maduro no ha resuelto la crisis del régimen ni puede evitar que la comunidad internacional se siga interesando por la situación venezolana.
El papa Francisco habló en el avión que lo llevaba de regreso a Roma —después de su gira en Colombia— sobre la crisis de Venezuela y lo que ha hecho el Vaticano por ayudar a encontrar una solución. Y expresó el papa que la ONU tiene que hacer algo por resolver la crisis humanitaria en ese país.
Al día siguiente, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió investigar los crímenes contra la humanidad que se habrían cometido en Venezuela, durante la despiadada represión. Por su parte, la secretaría general de la OEA comenzó este jueves unas audiencias sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura de Venezuela, a fin de sustentar una denuncia ante la Corte Penal Internacional.
Por otra parte, el martes 12 de septiembre el secretario adjunto de Estado de los Estados Unidos (EE.UU.) para la Seguridad y Lucha Antidrogas, William Brownfield, indicó en una audiencia sobre Colombia en un comité del Senado estadounidense, que el problema de Venezuela no se puede resolver mientras permanezca en el poder un gobierno narcocriminal.
Finalmente, el miércoles y jueves de esta semana se realizó en República Dominicana un encuentro entre representantes de la dictadura venezolana y la oposición, auspiciada por el presidente de ese país, Danilo Medina, a fin de explorar la posibilidad de una negociación política para buscar cómo resolver la crisis de Venezuela. Ese esfuerzo tendrá el acompañamiento de cuatro gobiernos latinoamericanos: los de Chile y México que son críticos del régimen de Maduro, y los de Bolivia y Nicaragua que son sus aliados y han aplaudido la sangrienta represión de la dictadura para sofocar la rebelión cívica del pueblo venezolano.
A pesar de las críticas de los sectores más radicales del complejo espectro de la oposición venezolana, las principales fuerzas opositoras no rechazan la negociación política y han atendido la invitación del presidente dominicano. Pero Maduro no puede esperar que la oposición le dé un cheque en blanco. Los representantes democráticos han dejado claro que el diálogo tiene que ser para acordar un calendario electoral nacional, la liberación de los presos políticos, el levantamiento de las inhabilitaciones y el cese de la persecución contra dirigentes opositores, el reconocimiento de las competencias constitucionales de la Asamblea Nacional y la atención inmediata a la crisis humanitaria.
Maduro tiene que renunciar a la idea de que el diálogo es para engañar, comprar y someter a la oposición, y él consolidarse en el poder. Venezuela solo puede salir de la crisis con un acuerdo para la restauración de la democracia. Maduro debería preocuparse más por conseguir un exilio cómodo que probablemente sería en Cuba, o tal vez en Rusia.
