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Organizaciones de mujeres anuncian que este jueves volverán a salir a las calles para reclamar cese la violencia de género. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Por qué un crédito puede salvarle la vida a una mujer en Nicaragua?

Nicaragua necesita una política de apoyo financiero a las mujeres para sacarlas de la violencia en el hogar

Antes de obtener un préstamo de 2,000 córdobas, que con el pasar de los años la convertiría en una gran comerciante, la vida de María López —nombre ficticio para proteger su actual situación— estaba destrozada. A los 16 años se casó con un hombre que casi le doblaba la edad.

Tras asumir ese compromiso matrimonial a temprana edad, María concluyó el bachillerato, estudió un secretariado técnico, pero su sueño de convertirse en licenciada en Derecho se truncó. Al poco tiempo de casada su vida se convirtió en un infierno.

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Cegada por el amor o por el apego a su esposo, María cuenta que nunca le puso límite a los gritos y golpes a los que su pareja la comenzó a someter cinco años después de haber contraído nupcias. “Los empujones yo los miraba normal, pero a medida que pasaba el tiempo ya no solo eran gritos y empujones, sino que eran golpes”, relata.

Las cicatrices aún son visibles en su cuerpo y la acompañarán en el resto de vida. No solo perdió la capacidad auditiva a causa de la violencia a la que fue sometida sino que también su matriz, debido a una infección de transmisión sexual, tuvo que ser extraída.

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Luego de un tiempo, María sabía que ya no era el amor lo que la ataba a su verdugo, sino su dependencia económica. Él generaba el ciento por ciento del ingreso del hogar, del cual dependían no solo ella sino también los dos hijos que nacieron del matrimonio.

“Él era ingeniero y ganaba muy bien y decía que no había necesidad de que yo trabajara. Cuando un hombre te mantiene vos te mantenés reprimida, no tenés derecho a opinar, ni a decidir. Cuando opinaba sobre algo que no estaba de acuerdo, me decía: ‘Si no te parece, las puertas están abiertas. Ya sabés por dónde entraste y por ahí podés salir’”, afirma María.

A medida que pasaban los años, la situación en el hogar iba empeorando. El verdugo se volvió más violento y ahora no solo se ensañaba con María sino también con sus hijos, a los que no les garantizaba ni siquiera los tres tiempos de comida. Pasaban hambre y mucho sufrimiento.

Ante esa situación María tuvo que salir a las calles a trabajar como doméstica, pero cuando regresaba a su casa por las noches su marido la golpeaba porque la acusaba de infiel y la ultrajaba sexualmente.

“Se volvió alcohólico. Empezó a perder sus trabajos y lo poco que teníamos él lo destrozaba. Estábamos completamente en la miseria”, afirma.

Después de 10 años de violencia, todo cambió en la vida de María un 30 de noviembre de 2002. Una amiga la llevó a un programa de financiamiento de Promujer en León, donde obtuvo un crédito de 2,000 córdobas.

Con dinero en mano y con el apoyo de su vecina, María compró ropa y empezó a llevarla a Honduras donde la vendía y retornaba al país en busca de más mercadería. Su capital semilla comenzó a crecer tanto que le permitió comprar una casa, adonde se mudó con sus hijos y puso fin a los años de violencia.

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María dice que además de su fuerza de voluntad, un crédito la salvó de una muerte segura. Se libró de formar parte de las decenas de mujeres que cada año son asesinadas por sus parejas en Nicaragua. Solo el año pasado, según datos de la Policía Nacional, 49 mujeres fueron asesinadas por sus cónyuges o exparejas.

Incorporar a más mujeres

Verónica Herrera, presidenta de la Asociación Nicaragüense de Instituciones de Microfinanzas (Asomif), admite que se debe hacer un esfuerzo para aumentar la inclusión financiera entre las mujeres porque un financiamiento no solo ayuda a mejorar la calidad de vida de estas y sus hijos, sino que también las empodera económicamente con lo que pueden frenar la violencia en el hogar.

Actualmente, cerca de cinco créditos de cada diez que entregan las instituciones de microfinanzas están en manos de mujeres, cuyo préstamo promedio, sin embargo, está por debajo de lo que reciben los hombres, según anuarios estadísticos de Asomif.

Además de Promujer, otras entidades como Fundemujer, ADIM, Micrédito, entre otras, están enfocadas en financiar exclusivamente a mujeres con ideas de negocios “que les ayude a ellas a cambiar sus vidas” sin necesidad por ejemplo de entregar garantías para acceder a un préstamo.

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María cuenta que el hecho de que no le hayan pedido alguna prenda como garantía le facilitó el proceso de obtener un préstamo, porque no tenía ningún bien a su nombre, todo estaba inscrito a favor de su entonces pareja.

Gloria Ruiz, gerente general de Promujer, afirma que debido a que el aporte de las mujeres en la construcción del patrimonio del hogar es invisibilizado, esto aumenta la vulnerabilidad de estas a la violencia y además bloquea el acceso al financiamiento.

“Es por eso que las instituciones debemos crear mecanismos, metodologías crediticias que vayan ligadas a un proceso de capacitación, porque de nada sirve que la mujer vaya creciendo económicamente si ellas no cambian su chip, y no se empoderan, no practican sus derechos”, afirma.

Ruiz señala que mediante la banca comunal, que es la metodología usada por Promujer, han podido llegar a mujeres que no solamente son pobres sino que también son víctimas de violencia intrafamiliar. “El microcrédito es una herramienta súper poderosa no solo para reducir vulnerabilidad económica de la mujer sino que también para sacar de una condición de violencia”, enfatiza.

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En esa misma línea, Kurt Koenigsfest, gerente general del Banco Sol de Bolivia, afirma: “Una gran virtud de que un crédito llegue a una mujer es que primero le genera independencia económica y si la mujer es independiente económicamente eso hace de que se empodere, eso hace de que ya no viva en un entorno de miedo, de que ya no viva un entorno de violencia, de que mañana el esposo, el novio o el que sea que viva con ella ya no usará el dinero como un medio de extorsión, de presión”.

A María el empoderamiento económico le permitió asegurarles a sus hijos un mejor futuro, porque ambos lograron ir a la universidad y graduarse profesionalmente.

En Nicaragua por ahora no existe una ley que favorezca el acceso al financiamiento de la mujer, por lo que Herrera cree que promover una iniciativa de este tipo podría ayudar a disminuir los elevados índices de violencia hacia este segmento de la población.

“Hay una ley contra la violencia, pero también debería haber una ley que pueda o nos obligue a las organizaciones hacer otro tipo de trabajo que ayude a las mujeres a empoderarse a través de lo económico, a través de levantar el autoestima”, afirma la presidenta de Asomif.

Sin embargo, Koenigsfest no considera conveniente forzar a las instituciones financieras a atender más a las mujeres, pero sí promover y fortalecer el microcrédito, que es el que puede llegar con más facilidad a las microempresas, las que en su mayoría están en manos de mujeres.

 

Las mujeres con un préstamo generan un entorno de familia donde no toleran la violencia. Muchas veces las mujeres terminan tolerando la violencia simplemente por dependencia económica, entonces el empoderar a las mujeres a través de un crédito es un mecanismo importantísimo para disminuir la violencia”. Kurt Koenigsfest, gerente general del Banco Sol de Bolivia.

 

Promover el ahorro

Para Herrera no solo basta con llevar un crédito a una mujer, también hay que ayudarle a ahorrar y para eso, permitir en Nicaragua a las microfinancieras captar depósitos de sus clientes puede ser vital para lograr ese objetivo.

De hecho, según un análisis publicado por el Banco Mundial denominado: Inclusión financiera digital: qué medidas dan resultado y cuáles son los próximos pasos, señala que “poseer una cuenta de transacciones es un primer paso para lograr la libertad financiera y para que las mujeres se hagan cargo de sus propias vidas”.

El organismo multilateral estima que alrededor del mundo hay 100 millones de mujeres que no tienen acceso a financiamiento. “Las mujeres representan un recurso poco utilizado en el ámbito del desarrollo. La falta de acceso impide a las mujeres tener igualdad de oportunidades en la sociedad. La inclusión financiera puede fomentar un enorme potencial en materia de desarrollo económico”, indica.

Según el BM, las pérdidas de ingresos debido a la exclusión de las mujeres del mundo del trabajo oscilan entre el 10 y el 37 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en todas las regiones.

Mujeres, mejores pagadoras

Además de ser mejor generadora de riqueza, Verónica Herrera, presidenta de Asomif, señala que las mujeres al tener un mayor sentido de responsabilidad, los niveles de mora son menores con relación a los hombres.

Gloria Ruiz, gerente general de Promujer, señala que muestra de que las mujeres tienen un alto nivel de responsabilidad en cuanto al pago, es que esta entidad tiene los niveles de mora más bajos del sistema del microcrédito en Nicaragua, un reconocimiento inclusive que ha trascendido en América Latina.

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